El 11 de julio de 2021, cuando Cuba vivía sus mayores protestas en más seis décadas, la joven Yadiuska Domínguez Lambert, hoy madre de tres niños, fue de las pocas personas que salió en solitario a protestar en Maisí, el municipio más oriental de la Isla en Guantánamo. Como dijo recientemente a DIARIO DE CUBA, "abrió los ojos" cuando empezó a tener acceso a internet, y no dudó en volver a manifestarse el 22 de octubre de este año. Entonces más de 30 madres bloquearon una carretera en el olvidado poblado La Favela de ese municipio, para exigir agua y comida. Domínguez Lambert comprendió el poder de las redes sociales y transmitió en vivo el reclamo de ayuda, que rápidamente fue sofocado por la Policía del régimen.
Esta protesta ha sido una de las más visibles de los últimos dos años, pero no la única. Todas refuerzan el papel de las mujeres, más propensas a protestar por razones humanitarias que políticas, como apuntó un reciente estudio del proyecto Cubadata, e igualmente evidencian el fracaso de las políticas sociales de la Revolución cubana.
En agosto de 2022, las madres residentes de un inmueble en amenaza de derrumbe del municipio Habana Vieja cortaron el tráfico en la calle Habana, entre Muralla y Teniente Rey. Aunque depusieron la protesta sin lograr sus objetivos, movilizaron a las autoridades, entre ellas fuerzas represivas encargadas de contenerlas, y visibilizaron la caótica situación de la vivienda.
En julio de este año, el régimen impidió otra protesta de madres cubanas. Se trataba de una veintena de mujeres que tenía previsto manifestarse en la Plaza de la Revolución con sus pequeños para reclamar la distribución de leche en polvo para sus hijos. Otra vez el alimento unió a mujeres en una misma manifestación.
El Gobierno "se ha buscado un poderoso enemigo en los millones de madres cubanas que no pueden contar ahora ni con el azúcar, ni la leche, ni el pan de las cuotas normadas para dar algo de comer a sus hijos", advirtió el Observatorio Cubano de Conflictos al dar parte de 517 protestas públicas en Cuba solo en noviembre de 2023 y resaltar que las madres fueron protagonistas.
A mediados de noviembre, tras 15 días sin agua potable, una docena de mujeres con sus hijos cerraron el tráfico con cubos, tanques y otros recipientes en la concurrida intersección de Monte y Agramonte, en La Habana Vieja. Pedían acceso a un servicio tan vital como el del agua. Las mujeres se plantaron hasta que policías enviados al lugar comenzaron a tomar los nombres de las personas, incluso de aquellas que estaban grabando, como forma de intimidación. Según los reportes del suceso, tras la protesta fueron enviadas a los vecinos de esa zona tres pipas con agua.
El lunes 18 de diciembre, en La Habana, otro grupo de mujeres que viven en albergues estatales en pésimas condiciones obstruyó el tránsito e hizo sonar cazuelas. "Este es nuestro derecho", les gritaron a los agentes policiales que acudieron al lugar para acabar con la manifestación, de acuerdo con un video publicado en redes sociales.
De los servicios básicos y la alimentación a la salud pública, cada vez son más frecuentes las denuncias en torno a la situación de pacientes de hospitales sin las condiciones mínimas para su tratamiento. Aquí los llamados de madres desesperadas en redes sociales han saltado al plano físico. En noviembre un grupo de madres con sus hijos se plantó en la céntrica Rampa habanera, frente a la sede del Ministerio de Salud Pública, para exigir atención y calidad de vida para los menores con patologías graves.
Días después otro grupo de madres cubanas protestó en la sede del Gobierno del municipio habanero Marianao para exigir más alimentos y mejores condiciones para sus hijos. "Está bueno ya el abuso que tienen con el pueblo cubano, es una madre que está reclamando los derechos de su hijo —dijo entre lágrimas Yudeyvis Reinoso—. ¿Hasta cuándo Canel? ¿Hasta cuándo tengo que aguantar? Ando con mi hijo y nadie me puede dar solución. Y dicen ustedes que los niños son la esperanza del mundo, no me digan más que es el bloqueo (embargo de EEUU)".
Mujeres también han dado la cara en el caso de los seis médicos cubanos enjuiciados por supuesta responsabilidad penal en la muerte de un paciente en 2021 que atendieron sin los recursos y equipos necesarios. Una de las doctoras manifestó públicamente su versión de lo ocurrido y puso el foco en el caos de la Salud Pública Cubana.
La cirujana implicada Yoandra Quesada Labrada y la doctora Yusimí Mojena, otra de las especialistas que atendió al joven fallecido cuando llegó al Hospital Provincial Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, protestaron por el proceso penal y advirtieron de la necesidad de rendición de cuentas de los verdaderos responsables: las autoridades incapaces de dotar al sistema con todo lo requerido.
Una sola mujer ha logrado este año mover los cimientos del régimen en Cuba y también los focos de la opinión pública internacional. La intelectual Alina Bárbara López Hernández desde marzo pasado ha salido al Parque de la Libertad de Matanzas con reclamos materializados en cuatro puntos: una Asamblea Nacional Constituyente elegida democráticamente para redactar una nueva Constitución aplicable en todas sus partes; que el Estado no se desentienda de la crítica situación de ancianos, jubilados, pensionados y familias que están en pobreza extrema; libertad para los presos políticos sin exilio obligatorio, y cese del hostigamiento a personas que ejercen su libertad de expresión.
Después de meses de amenazas, detenciones, de ser procesada e incluso "regulada" para impedirle viajar al extranjero (esto último después de tratar infructuosamente de que aceptara el exilio forzado), López Hernández ha acabado sosteniendo nuevos e indiscutibles argumentos jurídicos para enfrentar las acusaciones en su contra en otra manifestación de resistencia.
Su caso ha sido visibilizado por la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA). La institución denunció que desde hace varios meses la historiadora y politóloga cubana ha sido objeto de actos de represión e intimidación por las autoridades del régimen y exigió el fin del acoso.
López Hernández fue acusada del delito de "desobediencia", por el que fue puesta en reclusión domiciliaria desde el 14 de junio pasado y, finalmente, condenada el 28 de noviembre último a pagar una multa "tras su negativa a cumplir con una citación ilegítima e inconstitucional". Este 18 de diciembre volvió a plantarse en el parque matancero, rodeada de policías y agentes de la Seguridad del Estado, pero esta vez no se acercaron a molestar.