La crisis económica y social que padece Cuba obstaculiza la participación de las cubanas en la vida política. La crítica situación de la alimentación, el acceso a la salud y la violencia machista colocan a las mujeres de la Isla ante el dilema de sustentar a la familia, criar a los hijos o abrirse camino en la política del país.
En el estudio Igualdad de género y participación política de las mujeres en Cuba; desafíos y realidades ocultas, el proyecto Cubadata identificó que las desigualdades en el acceso a la atención médica, la escasez de comida, los altos precios y la violencia machista influyen negativamente en la participación política de las mujeres.
Las mujeres en Cuba tienen un limitado acceso a la información política y una menor confianza en sus habilidades en ese terreno, agravada por el poco apoyo social y la prevalencia de la coacción política, según la investigación, basada en los resultados del informe Política, derechos y calidad de vida en Cuba. Primer panel multidimensional 2022 y de las diversas encuestas realizadas por Cubadata entre 2022 y 2023.
El informe destaca que las mujeres en Cuba desconfían en sus capacidades para influir en la realidad del país, lo cual el autor de la investigación, el académico Arístides A. Vara-Horna, atribuye en parte a "la subrepresentación de las mujeres en los espacios políticos".
Si bien en la Asamblea Nacional del Poder Popular las mujeres representan el 55,7%, estas diputadas no tienen poder real. Según estadísticas oficiales del Observatorio de Cuba sobre Igualdad de Género, del total de personas que encabezan un ministerio, las mujeres son el 18,5% y los hombres el 81,5%. Existe una brecha clara de género en los puestos de mayor jerarquía de toma de decisiones en el Consejo de Ministros.
En este mismo sentido, el estudio plantea que el acceso limitado a la información política, debido a las responsabilidades domésticas que recaen desproporcionadamente en las mujeres, puede restringir su conocimiento y comprensión de la política y, por lo tanto, su capacidad para participar plenamente.
Por otro lado, en tiempos de escasez de alimentos, las mujeres, especialmente las madres y cuidadoras de otros familiares, pueden verse desproporcionadamente afectadas. Es una situación que puede agotar o reducir drásticamente el tiempo y la energía que las mujeres dedicarían a la participación política.
Según la investigación, los índices de enfermedad física y emocional más altos entre las mujeres cubanas sugieren que ellas pueden estar enfrentando mayores desafíos de salud. Las discapacidades por enfermedad y el deterioro del estado de salud en general pueden restringir la capacidad de las mujeres para participar plenamente en la vida pública, incluyendo la política.
El estudio de Cubadata revela que las mujeres son más propensas a protestar por razones humanitarias que políticas. Para el autor, esto puede ser reflejo de pobreza o precariedad, y también puede indicar el compromiso de ellas con los temas de bienestar social y derechos humanos.
En torno a la efectividad de las protestas y su habilidad para generar un cambio político, las mujeres cubanas son más pesimistas que los hombres. Mientras que el 47,7% de los hombres cree que las protestas pueden cambiar muchas cosas, solo el 36,3% de las mujeres comparte esta visión.
De los más de mil presos políticos que dejaron las históricas protestas antigubernamentales del 11 de julio de 2021, la plataforma opositora Justicia 11J registró 87 presas políticas, cuyas condenas se extienden hasta los 15 años de privación de libertad.
En manifestaciones anteriores y posteriores al 11J, madres que sufren por las condiciones de vida de sus hijos han salido a exigir responsabilidades a las autoridades por razones puntuales como apagones, escasez de agua, gas o falta de vivienda. En sentido general, la manera de protestar ha sido plantarse en la calle, ante los gobiernos municipales u ocupando locales estatales.
Escasez de alimentos y coacción política
El 42,8% de las mujeres encuestadas por Cubadata informa que diariamente se ha reducido la variedad de alimentos en el hogar, en contraste con el 32,1% de los hombres. Además, el 22,7% de las mujeres afirma que se quedan sin alimentos debido a falta de dinero o porque no los pudieron conseguir, mientras que solo el 8,8% de los hombres reporta esta situación.
Las mujeres que sufren una falta más severa de comida tienden a estar más involucradas en empleos de servicio al turismo y otros trabajos informales que otras mujeres en mejor situación, e incluso más que los hombres. Esto podría evidenciar que las mujeres son empujadas hacia trabajos más precarios o inestables debido a la ausencia de seguridad alimentaria.
En términos de coacción política, las mujeres en Cuba reportan mayores niveles que los hombres, incluyendo presión para votar de cierta manera y promesas de regalías o beneficios.
La violencia sexual, una de las formas más extremas de violencia machista, parece estar siendo utilizada como un mecanismo de coacción para la obtención de alimentos. Un alarmante 25,3% de las mujeres consultadas reportan haber sido chantajeadas sexualmente a cambio de alimentos todos los días.
De acuerdo con el estudio de Cubadata, el panorama actual revela un patrón de manipulación política que podría dificultar más la participación de las mujeres, y ello erosiona su autonomía y capacidad para ejercer plenamente sus derechos políticos.
A más de 60 años del triunfo de una revolución que les prometió emancipación e igualdad, las mujeres cubanas están atrapadas entre una sociedad machista que las reduce a roles tradicionales, la propaganda gubernamental que se atribuye lo logrado por ellas y políticas económicas fracasadas, más un régimen que reprime a opositoras y silencia gran parte de las críticas relacionadas con los problemas de género.
Las mujeres cubanas siguen sin contar con representación efectiva, sin poder organizarse libremente para exigir sus derechos y divulgar sus propuestas sin ser perseguidas y criminalizadas, como actualmente sucede con las plataformas feministas independientes.