El congelamiento de la tasa de cambio informal luce como un respiro para los cubanos y un éxito para el Gobierno. Pero, ¿y si lo fuera solo sobre el papel?
Los niveles de pobreza tan elevados que ha generado el régimen hacen inestable el poder político mismo. ¿Por qué el castrismo se aferra a una estrategia económica que le hace daño?
Entre la pérdida de control, la desconexión de los militares del resto del aparato y la corrupción imparable, al castrismo le es cada vez más difícil esconder su descomposición.
'La receta oficial antinflacionaria en Cuba gira en torno a la reducción de los salarios y pensiones reales y el resultante empobrecimiento generalizado', advierte Pedro Monreal.
La ejecución presupuestaria de 2023 estuvo signada por la ralentización económica, desequilibrios financieros, elevada inflación e incumplimiento de ingresos planificados.
No existe otro resultado posible cuando se topan precios como política antiinflacionaria que escasez crónica, proliferación del mercado negro y, finalmente, un repunte de la inflación.
El régimen 'desvía la atención' de lo imprudente 'de haber propuesto el segundo mayor déficit del mundo como parte de un alegado programa de estabilización macroeconómica', dice Pedro Monreal.
El ministro de Finanzas y Precios destaca 'la facultad de los gobiernos locales de establecer precios límites en las ventas', incluso por debajo de los 'centralizadamente aprobados'.
'Hay control popular efectivo si los ciudadanos pueden controlar la política pública cuando los funcionarios se oponen a los intereses de una mayoría', dice un economista.
Eso de hacer la ley para luego hacer la trampa al castrismo le da pereza, así que, para abreviar, y yendo directo al bolsillo de los emprendedores, incluye la trampa en la ley misma.
El Gobierno dice que su medida no pretende acabar con la inflación y que es consciente del alto costo de los productos de primera necesidad para el pueblo.