Las cifras de la inflación interanual en Cuba, recién publicadas por la estatal Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), y el poco peso que en ella muestra el incremento sostenido del precio de los alimentos confirman el diagnóstico que varios expertos hicieron para DIARIO DE CUBA en las pasadas semanas.
Así lo aseveró el economista cubano Pedro Monreal, quien tras analizar la cifra de 30,12% de la inflación interanual del mercado formal cubano en agosto, ligeramente inferior a la de junio y julio, señaló que tales número confirman dos tendencias visibles desde antes "y revelan una anomalía: la reducción del efecto del precio de los alimentos en la variación mensual de la inflación general".
Al evaluar los datos del índice de precios al consumidor (IPC), que muestran una caída sostenida desde el pico de marzo y abril pasados, el experto advirtió en un hilo en su perfil de X que "la gran 'sorpresa' que trae la estadística oficial de agosto de 2024 es el dato inédito de un bajísimo efecto del aumento del precio de los alimentos en la inflación mensual".
"A diferencia de la situación típica de crecimiento general de precios oficiales 'halados' mensualmente por el precio de los 'alimentos y bebidas no alcohólicas', en agosto de 2024 se identifican otras seis divisiones que tuvieron un efecto mayor en la inflación general mensual".
Añade Monreal que "la reducción del incremento mensual del precio de los alimentos desde julio de 2024 ha sido un factor importante en la reducción del efecto del precio de los alimentos en la inflación general".
"El promedio del aumento mensual del precio de los alimentos en el primer semestre de 2024 (3,27%) fue considerablemente mayor que los aumentos de julio (0,51%) y de agosto (0,02%), pero todavía el dato interanual de agosto (34,9%) se mantiene elevado", señala.
Para finalizar, se pregunta: "¿Es este cambio reciente en la dinámica del precio de los alimentos un 'bache' ocasional o estaría expresando un proceso más complicado?"
El economista remite a un análisis anterior suyo, en el que advirtió: "La 'normalización' de una pobreza masiva relacionada con la compresión del peso de la remuneración del trabajo como por ciento del PIB establece limitaciones al gasto familiar y pudiera estar moderando la demanda efectiva de alimentos".
O sea, el frenazo de la inflación en Cuba obedece a un empobrecimiento general y a la depresión inevitable del consumo de las familias pobres, que son más del 90% de los habitantes de la Isla.
En términos similares describió el problema la economista Rafaela Cruz: "Está habiendo una contención de la inflación en Cuba en este momento, pero es una contención insana. Una contención sana de la inflación sucede desde el lado de la oferta, cuando un aumento de bienes y servicios a una misma cantidad de dinero circulante habla de una economía con capacidad de respuesta para el poder de compra existente; pero cuando la inflación se reduce mediante mecanismos monetarios, como la reducción del circulante, algo que en Cuba es obvio (solo hay que mirar las colas en los cajeros), o reduciendo el poder de compra de los salarios, lo que también está sucediendo en Cuba desde hace varios años, significa que la inflación se está reduciendo porque la gente, al ser más pobre, demanda menos", señaló para DIARIO DE CUBA.
De lo anterior deriva la lectura de fondo de la actual situación: "Hay un intercambio de inflación por hambre", enfatizó la economista.
"Si contener la inflación en Cuba fuese verdadero objetivo del Gobierno, ya se conocería el plan de reducción del gasto estatal que tal propósito necesita. Sin embargo, aunque se invoca ese plan en cada aquelarre castrista, ni se conocen detalles del mismo, ni se ha tomado medida alguna verdaderamente antinflacionaria", consideró la analista en otro artículo publicado en DIARIO DE CUBA.
"Al castrismo le encanta la inflación, la adora, porque actúa como un impuesto y, como tal, transfiere recursos desde los ciudadanos hacia el Estado. Además, siendo el Gobierno el mayor propietario del país, le beneficia que la inflación licue el salario real para así mantener las empresas estatales contablemente rentables, mientras los recursos extraídos al pueblo son invertidos en aquello que de verdad le interesa a quienes gobiernan: el turismo", opinó.