Héctor Velázquez Sangabino era uno de los residentes del llamado 'Edificio Piñeiro', de Caibarién, vencido por el tiempo y los huracanes. Como la mayoría de sus vecinos, hoy no tiene casa.
Entre la desidia del Gobierno, la imposibilidad de levantar una casa con recursos propios y la condena a vivir en condiciones precarias en un albergue: así viven aquellos que lo perdieron todo.
En estas condiciones llevan seis años en el muelle Aracelio Iglesias varias familias que perdieron sus viviendas por derrumbes.
Las autoridades de La Habana aducen falta de presupuesto para la terminación y dejan las viviendas destinadas a diez familias solo con las paredes levantadas.
'He ido al Gobierno de Playa, a la Dirección Municipal de Vivienda y a la Asamblea Nacional del Poder Popular, pero nadie nos hace caso', denuncia una albergada.
'Los vecinos estamos ayudando como podemos, pero es criminal lo que están sufriendo esas familias', dice un vecino de La Habana Vieja a DIARIO DE CUBA.
'Aquí conviven hoteles de lujo con edificios al borde del colapso, en un claro proceso de gentrificación auspiciado por el propio Gobierno', refiere el diario inglés.
En esta semana las madres salieron dos veces a cortar el tráfico vehicular y peatonal con sus muebles y pertenencias.
Las personas que protestan serían cubanos albergados que exigen respuesta de las autoridades ante su situación.
'Dicen que es temporalmente, pero a las muchachas que están aquí les dijeron lo mismo y ya va a hacer un año', denuncia la afectada.
'No vinieron a hacer nada, solo anotar y anotar', dice una de ellas sobre la visita de funcionarios al albergue en el que malviven.
'He dormido en la mesa de una pizzería, no tengo absolutamente nada. Solo exigimos una vivienda digna', dice una de ellas.
Ernesto Mata Viera, de 23 años, armó su muestra 'Atlantis' para los residentes en 'La Aldea', un albergue estatal de La Habana.
'Niños en peligro', se lee en los carteles desplegados en plena carretera, según los videos de los sucesos.
'El agua está contaminada y los baños no sirven para nada, aquí hay muchos niños y esto es inaguantable', dice una madre.
Casi la mitad de los habitantes del albergue son niños. La mayoría se ha contagiado de sarna.
'Si vemos que no se cumplen, volveremos a reclamar', advierten afectados que llevan décadas hacinados.
'Estamos cansados de ir a todos los lugares posibles y al final nunca nos resuelven', dice una madre de cinco hijos que lleva 18 años en el albergue.
Solo en La Habana Vieja, al menos seis centros laborales han tenido que acoger familias. Mientras, en ese mismo municipio, los militares siguen levantando hoteles.
Una de ellas, con solo 16 años de edad y un bebé de un año, está embarazada.
