"Lola es una actriz con un talento, inteligencia y sensibilidad extraordinarias", escribió sobre ella, sobre Lola Amores, sobre la protagonista de La mujer salvaje, sobre la ganadora de la Biznaga de Plata a la Mejor Actriz en la edición 27 del Festival de Cine de Málaga, la productora Claudia Calviño en su perfil de Facebook.
Amores, quien fue integrante del grupo de teatro El Ciervo Encantado, es uno de los rostros protagónicos del cine cubano independiente, aunque el gran público la conozca ahora, luego del estreno en el Festival de Cine de La Habana de La mujer salvaje, de Alan González, y Una noche con los Rolling Stone, de Patricia Ramos, en las que asume roles diametrales al desarrollo de ambas historias.
Al conversar con DIARIO DE CUBA sobre el trabajo en La mujer salvaje, película por la cual está nominada al Premio Platino a Mejor Actriz, dijo que "el rodaje fue muy intenso, porque estábamos todavía en pandemia y había muchas regulaciones. A las 7:00PM no podías estar por la calle y eso hacía que el rodaje fuera bien complejo, además de lo difícil que siempre es hacer un rodaje en cualquier lugar del mundo y en Cuba. Hubo falta de combustible y pasaron todas las cosas técnicas que podían pasar. Además de eso, mi mamá tuvo Covid en Villa Clara y tuve que parar el rodaje en una ocasión. Se paró en dos ocasiones, pero coincidió que una de las veces que yo tuve que ir también habían parado por falta de combustible".
Sobre las complicaciones asociadas al proceso de filmación, que está siempre marcado por tensiones, Amores subrayó que "era un estrés muy fuerte". "Recuerdo que tuvimos que detener una fiesta a mitad de la escena. Y bueno, después pasó todo lo de mi mamá y tuvimos que retomar aquello donde lo habíamos dejado. Recuerdo que el cake lo habían guardado diez días en un refrigerador, los diez días que estuve allá, porque no había cómo hacer otro. Y aquello era una piedra. Así muchos detalles. Coordinar con todos los extras, con toda la figuración, que volvieran, persuadirlos para que estuvieran ahí", dijo en conversación telefónica con DIARIO DE CUBA desde su casa en La Habana.
"Recuerdo que el director cogió dengue. Hubo un ciclón, el Irma, y recuerdo que estábamos filmando una escena, que era una escena importante, con el niño. Una escena fuerte en la que yo le reclamo si se quiere quedar con la abuela o si se quiere quedar conmigo. Y la tormenta venía y el niño no podía ni estar ahí y todos pendientes de que no me mojara. No se pudo hacer ni un making ni nada porque todos estábamos pendientes de eso. Y no lo podíamos ni repetir casi porque no teníamos tiempo", relató.
Sobre su personaje en La mujer salvaje, que tantos elogios le ha valido, dijo que "Yolanda es fuerte y vulnerable, y eso se une en una sola línea. Es difícil de explicar porque son sensaciones. Cada quien va con su historia, que es lo bueno también, porque yo siento que eso tiene la película. Como que plantea el personaje tal como es, sin juzgarlo, y lo mismo a veces la odias, que la quieres, que no sabes qué pasa, y eso es bonito también".
"Es un personaje que voy a adorar mucho, como el personaje de Santa en Santa y Andrés, porque son personajes que están muy bien escritos, como que llevan un peso, como que lo tiene claro. Nuri y Alan [Nuri Duarte y Alan González], cuando escribieron a Yolanda, le dieron toda esa cantidad de matices, toda esa cantidad de situaciones por las que pasa, todos los otros personajes que se encuentra, y a veces me lo han planteado como si fuera un reto, pero yo lo veo como un goce. Porque eso es algo rico para un actor, sobre todo cuando uno encuentra el centro del personaje, lo que lo mueve".
En cuanto a los métodos para apropiarse del texto afirma que no le gusta verlo como un resultado, sino como una investigación desde adentro. "Creo que es muy íntimo. Desde adentro sale todo. Desde ese punto de introspección y silencio voy encontrando conexiones", dijo.
Un rostro protagónico del cine cubano independiente
La mujer salvaje, Santa y Andrés, Terranova, Agosto, La nube: su trabajo en el cine independiente cubano, ese que Amores asume como lo normal, como su medio, en el que entiende "todo por cómo va, cómo es", es imprescindible para describir su carrera.
"Me entiendo mucho con los jóvenes, me han propuesto hacer cosas muy raras. La verdad, me ha tocado experimentar de todo. Tuve que hacer una escena en un nicho, desnuda, entre restos de muertos, con los pies llenos de polvo. Y eso a mí me gusta mucho, porque son mentes jóvenes, alertas, que están buscando, que están experimentando. Y no niego que, por supuesto, me encantaría trabajar con Fernando Pérez algún día, bueno, en su caso seguimos hablando de mentes jóvenes", dice.
Ahora, con el estreno en las salas cubanas de La mujer salvaje y Una noche con los Rolling Stone, dice sentirse descubierta. "Fui al cine a sentarme con el público cubano, a ver las películas, y fue una experiencia muy extraña para mí, porque la gente viene y me dice, '¿Dónde tú estabas?'. Y yo digo 'Sí, yo he trabajado mucho'. Recuerdo a una señora que le dije que yo hice una película que se llama Santa y Andrés, pero bueno, la censuraron, y la mujer siguió caminando rápido. Es una sensación muy particular, esa sensación de no aparecer, siento yo, en el spotlight de las actrices cubanas".
Después de estas películas, dice, sus vecinos le abrieron la puerta. "Me vieron algo durante el Festival y abrieron el balcón y me gritaron, 'Vecina, estamos pendientes de sus premios'. Y yo dije: 'Vale, se acabó la tranquilidad'. Fue cómico".
"Todo lo que ha sucedido durante mi carrera yo no lo he buscado, yo no me siento que tomo una postura u otra, sino que trato de ser consecuente conmigo. En El Ciervo Encantado trabajábamos mucho con escritores que estaban censurados en Cuba, como Reinaldo Arenas, Severo Sarduy, Cabrera Infante, y ahí yo hice una base de formación que me ayudó a pensar, a cuestionar, a uno ir haciendo lo que uno va sintiendo".
"No soy líder de llevar batallas, pero sí me gusta hacer lo que siento a través de mi trabajo. Hacer lo que quiera a través de los personajes, porque es ahí donde yo me siento libre de verdad. Al final uno es muy aburrido y los personajes son más capaces, abiertos, profundos, ricos y variados. Y es ahí donde yo creo que está mi trinchera para decir lo que pienso".
"Nunca he trabajado para tener miles y miles de espectadores, sino que simplemente me gusta hacer lo que hago y presentarlo a quien quiera ver", afirma y es domingo 24 de marzo mientras esta conversación sucede, el Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC) cumple 65 años. Al preguntarle sobre con qué directores de la historia de la institución le hubiese gustado trabajar, dice con vehemencia, antes de que termine de formular la pregunta, que con Tomás Gutiérrez Alea. "A mí me hubiese encantado coincidir con él en Memorias del subdesarrollo y haber hecho el personaje principal. Sergio. Haber hecho Sergio. A mí me encanta ver esa película. Cuando me deprimo, pongo un pedacito, me inspiro y hago algo después".
Como actriz, dijo, siempre ha pensado mucho en Isabel Santos, uno de los rostros más importantes del cine cubano. "También tuve una gran amiga que fue Broselianda Hernández y que me parecía una persona muy inspiradora, encantadora, y sufrí muchísimo cuando falleció".
Entre inspiraciones, nominaciones, premios y elogios, sus proyectos para este año están, como no puede ser de otra forma, vinculados al cine cubano independiente. "Voy a trabajar con Rosa María Rodríguez en su primer largo, que va a estar en prefilmación a finales de año, todavía se demora, pero tengo un personaje que me gusta mucho. Alan [González] también está tratando de hacer un corto que se llama Plaga y está trabajando en sus guiones para los próximos proyectos, en los que quiere que yo trabaje."
La entrevista pudiese terminar aquí, eran las preguntas que estaban concebidas, eran las respuestas que buscaba, pero Amores habla con tal admiración sobre Isabel Santos, Fernando Pérez y Alan González que hay una última pregunta ineludible: ¿Tú crees que pudieras ser para Alan González lo que Isabel Santos ha sido para Fernando Pérez?
"Yo creo que esa pregunta se la tienes que hacer a Alan, porque es él quien te puede decir eso. Ojalá. Ojalá. Nosotros hicimos buena química, porque vamos escuchándonos. Yo llegué a vivir cerca de su casa cuando estábamos en la prefilmación y nos reuníamos a cualquier hora y hablábamos y hablábamos. Es muy rico ver a gente como Alan, que se apasiona mucho por sus cosas y te involucra y lo actúa y abre los ojos y lo vive de tal forma que de pronto ya estás ahí, metida en todo eso".