Alán González es guionista, realizador y director de fotografía. Graduado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de las Artes (ISA) y en la especialidad de Guion en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV). Como director de fotografía trabajó en los largometrajes La rosa y la espina de Serguéi Svoboda y El techo de Patricia Ramos.
Sus cortometrajes La profesora de inglés y El hormiguero han sido premiados internacionalmente y seleccionados por la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica como Mejor Cortometraje de Ficción exhibido en Cuba en 2015 y 2017, respectivamente.
Actualmente coordina la Cátedra de Guion de la EICTV, donde se desempeña como docente y asesor de proyectos. En estos momentos, según me comentó, dedica casi toda su energía en sacar a la luz La mujer salvaje, su ópera prima.
¿Qué es lo primero qué escribes cuando comienzas con un guion?
Siempre es algo distinto. Pero seguramente comienzo por una situación donde creo que afloran los nervios del relato. Comienzo con algo que me estimule mucho. Y luego lo visto.
Antes de adentrarnos en el guion de La mujer salvaje, quisiera que me hablaras de los orígenes de la historia. ¿Cómo se te ocurrió?
Yo estoy lleno de cuentos de las tristezas y el horror callejero, que siempre vienen a morir a mí por una razón u otra. Me suceden cosas extrañas o contables todo el tiempo y a veces no me suceden, pero yo creo que sí. Esta historia nació de una suma de hechos que sucedieron cerca de mí, y que me tocaron. Seguramente, el que más, el video de una mujer ardiendo que me sobrecogió. Pero a la vez Nuri Duarte, con quién trabajé el guion, estaba llena de historias de este tipo que la habían marcado.
Yo había visto, por ejemplo, a un hombre que había cometido un crimen atroz ser salvajemente golpeado. Y me había sentido en su piel. Entonces, la película nace de esa sensación de que vivimos en una sociedad que busca culpables en vez de responsables. Donde las personas se sienten lejos de sus desgracias al presenciar o generar las ajenas. Donde el deseo de castigo genera la violencia. Entonces, para mí no había manera de generar un personaje que mereciera esos castigos que me sobrecogen. Nadie lo merece. Por eso quiero hacer una película que aborde tanto al ser castigado como al que castiga, para entender de dónde viene eso.
¿Qué historia nos contará La mujer salvaje?
Es una película casi en tiempo real sobre una madre que sobrevive a un crimen pasional y tiene que recorrer la ciudad para encontrar a su hijo de 12 años y huir con él, pero debe enfrentarse a todos los que la juzgan por lo que pasó y por quién ella es, a un video viral del hecho que la pone en el centro de atención y de los chismes, y a su propio sentimiento de culpa que la sociedad le ha inoculado.
Para mí es muy importante la complejidad de esa protagonista porque no se trata de la típica víctima. Es una madre compleja. Pero por el solo hecho de que ella y su hijo se amen, da igual si ella no es la madre que otros esperan que sea, o lo que sucedió en el crimen, o lo que se ve en el vídeo, nadie tiene derecho de separarlos.
Me gustaría que me hablaras de ese extraño desplazamiento que hacen los guionistas para habitar el cuerpo de sus personajes. ¿Cómo lo haces? ¿Qué experimentas cuando te sitúas en la piel de la protagonista de La mujer salvaje?
El guionista debe tener un gran entrenamiento para meterse en el cuerpo de otros. O más bien para ser habitado por otros. Dejarse poseer. Abrirse para que los personajes entren y salgan. Yo, por ejemplo, creo que soy poseído. Es algo que ocurre naturalmente y con lo que de hecho uno carga en su vida todo el resto del tiempo que no está escribiendo, porque por un lado uno diseña y escribe mientras va por la calle, en cualquier momento, y por otras llegas a aceptar que pareces un loco a veces.
Más difícil que dejarte poseer es hacer que esos cuerpos dejen de moverse en tu interior para dejarte dormir. En cuanto al hecho de que sea mujer... Bueno, puede haber personajes mujeres que me son mucho más cercanas que otros personajes. Claro que trabajar con Nuri Duarte, una coguionista mujer, te ayuda a observar, jugar, investigar, a definir el personaje. Pero si ese personaje no te ve por dentro a tí, no va a dejar que lo expreses bien. Como dice el maestro Senel Paz, que ha sido de hecho un asesor clave en este proyecto: las películas tardan en madurar lo que el personaje en manifestarse.
¿Qué experimentas cuando estás poseído? ¿Te resulta angustioso, placentero?
Normalmente la angustia dura poco. La combato mucho porque casi no puedo dormir si "al menos por hoy" todo no me parece maravilloso. Si todo no encaja hoy doy mucho pico y pala y sostengo con Nuri Duarte largas conversaciones. Ella, que es una lumbrera, me ha enseñado mucho a esperar porque yo soy muy desesperado a veces. Pero una pieza que me parezca chamusqueada, metida a la fuerza, demasiado engrasada, aunque todavía no sepa expresarlo o ella tampoco pueda, me molesta como una basura entre los dientes.
Por otro lado, el placer, en su variante más intensa, dura poco también. Lo gozo pero lo mantengo a raya porque puede cegarte haciéndote creer que la maquinaria funciona a la perfección. Si Hitchcock dijo que para hacer una buena película necesitas tres cosas: el guion, el guion y el guion, [John] Cassavetes me recuerda cada día que el guion niega la libertad y consigue menos donde se podría sacar más. Por eso es importante respetar e irrespetar el proceso y el texto a la vez. Es un equilibrio raro. La cuerda floja en la debo permanecer.
En La mujer salvaje, Yolanda, me hace más ligera esa permanencia porque ella es un ser que está dentro de mí. Hoy me parece que me va a costar sacármela de adentro y quizás voy a terminar pidiéndole permiso para que conviva con otros. Pero ella no me da guerra. Es salvaje con todos, pero conmigo y con Nuri Duarte se entiende ya. Nos susurra todo. Y si yo no estoy de acuerdo con lo que Yolanda pide, llegamos a un acuerdo. Ahora mismo no sé si te respondí lo de la posesión. Pero es como hablar de la antimateria. Existe. Se ha demostrado.
¿Qué hay de ti en ella? ¿Qué tiene Yolanda que ha hecho que te entregues a ella casi como un simple interlocutor de su historia? Mencionaste que era salvaje con todos, pero contigo y la coguionista Nuri Duarte se entiende ya. ¿A qué se debe esta última afirmación?
Ah, "se entiende" porque ella no te da oportunidad, te da chance. Ella es instintiva, del momento. Impulsiva. Ella establece un pacto conmigo y con Nuri, pero uno debe andar con delicadeza porque si no ella simplemente se revela. Se pone "fula". Uno no es el que le da la oportunidad de que su historia se cuente. Ella le da el chance a uno, la ilusión de que la entendemos. Pero ella es resbaladiza.
Lo que hay de mí en ella son cosas que a veces quisiera hacer y no hago, pero que son su cotidiano. Su esencia. Ella soy yo, y a la vez no es en absoluto. Ella es lo que escondo y yo lo que ella no pudiera ser.
Ella actúa con la pulsión que a veces yo quisiera, y yo con la razón que ella ni espera. Su cabeza y la mía tienen los mismos cables sueltos, pero nos electrocutamos de manera distinta. En el fondo quizás ella goza de que yo crea que ella me posee. Pero entonces me contradigo con lo que te dije antes de que me será difícil encontrar más espacio en mí después, porque tal vez siendo ella el espíritu libre que es, por esencia, no puede habitarme tanto tiempo.
¿Qué miedos te produce —si fuese el caso— escribir en estos tiempos un personaje femenino?
No me produce miedo escribir un personaje femenino. Trato de hacerlo con responsabilidad, como escribiría cualquier otro. A veces sí me detengo a pensar en cómo será visto, si me equivoco en algo, no te lo niego. Pero eso es algo positivo en todo caso, un logro que la gente reflexione más (no que se limite, eso nunca) para expresarse a través de una mujer o de alguien que aparentemente no le es cercano en experiencia.
¿Qué aporta la guionista Nuri Duarte al proceso de escritura de La mujer salvaje?
Esta creo que he ido tratando de responderla en las demás preguntas. Pero ella es mi complemento. Un tesoro. Pura inteligencia e intuición. Juntos somos un gran equipo. No estoy solo y además en este caso me acompañan con mucha entrega, Nuri Duarte, Claudia Calviño como productora, y varias mujeres agudas. Se supone que parte importante de nuestra tarea es hacer tan cercanos a los personajes como a fragmentos de nosotros mismos. Pero incluso mantener una distancia razonable.
Comentaste que la película nace de esa sensación de que vivimos en una sociedad que busca culpables en vez de responsables. Esto me huele a una fuerte premisa con la que supongo que te será más fácil trazar el recorrido del personaje. Sin embargo, más allá de la premisa, que nos suele servir como herramienta, como brújula narrativa, ¿qué me puedes contar tú de su aplicación?
Aunque cada proyecto es distinto y agarra a uno en un punto distinto del ser, del cineasta y del guionista que es, e incluso uno mismo cambia ligeramente entre el inicio y el final de un proceso, creo nunca me aferro tanto a la premisa a la hora de escribir la escena. A la hora de analizar el todo sí. Por suerte, porque la libertad es lo más importante.
Al menos en las primeras fases de la escritura trato de dejarme sorprender, y me esfuerzo, aunque me cueste a veces, por sentir esa fase como una exploración. En definitiva, el tiempo y la constancia deberían llevarme a buen puerto si estoy siendo sincero.
Pienso más en el asunto en general, en el valor en juego. Quizás porque yo soy muy estructurado y analítico, mis mayores esfuerzos los despliego en liberarme de las ataduras del tema y la premisa. A esa la respeto después. Y solo en ese después, y en función de ella, puedo reforzar un elemento dramático o temático en la escena.
¿Por qué lo titularon La mujer salvaje?
La mujer salvaje... creo que el título se lo puso Nuri. De esos títulos que caen por su propio peso y te das cuenta de que llegó para quedarse. Ella es buena titulando. Yo no. Pero prefiero no ahondar en ello, porque mejor no desnudarlo todo.