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Opinión

La Cumbre de Buenos Aires deja al desnudo una CELAC sin fuelle y sin liderazgo reunificador

Las ausencias de Nicolás Maduro y de Daniel Ortega en la cumbre fueron útiles a la dictadura de Cuba.

Caracas
VII Cumbre de la CELAC, Buenos Aires.
VII Cumbre de la CELAC, Buenos Aires. Reuters

La VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se realizó en Buenos Aires, pero dejó al desnudo la falta de fuelle para colocar a esta instancia como el principal foro de integración regional y también evidenció diferencias entre los presidentes que intentan liderarlo.

La cumbre, que fue organizada y financiada por Argentina, concluyó con una extensa declaración final de 28 páginas, cargada de buenos deseos y en algunos casos de posiciones contrapuestas, todas forzadas a estar en un mismo texto, una señal de que no hubo consenso para elaborar un documento sintético y de consenso.

Es un contrasentido, por ejemplo, que una declaración que fue suscrita por las tres dictaduras de la región (Cuba, Nicaragua y Venezuela) sostenga lo siguiente: "la democracia es una conquista de la región que no admite interrupciones, de conformidad con el ordenamiento jurídico de los Estados, ni retrocesos, y reiteramos en ese sentido nuestro más firme compromiso con la preservación de los valores democráticos y con la vigencia plena e irrestricta de las instituciones y del Estado de Derecho en la región".

Los 33 países de la CELAC "remarcamos nuestro compromiso con la democracia, la promoción, protección y respeto de los Derechos Humanos, la cooperación internacional, el Estado de Derecho", reza el documento y de seguidas le hace un guiño a una posición usual de los regímenes autoritarios: también se ratifica el respeto a "la no intervención en los asuntos internos de los Estados, y la defensa de la soberanía".

Junto a estas posiciones, que en el fondo no velan por la vida de millones de latinoamericanos que día a día no gozan de derechos humanos y libertades básicas, tales como el derecho a elegir libremente, tampoco se manifestó en Buenos Aires el compromiso para darle fortaleza institucional a este ente constituido oficialmente en Caracas en 2011, cuando Hugo Chávez gobernaba Venezuela y la capital venezolana era sede de muchos foros internacionales.

En aquel momento, presentar a la CELAC como nuevo organismo latinoamericano y caribeño, con lo cual se excluía a EEUU y Canadá, tenía como objetivo congénito darle cabida a la dictadura cubana en la región.

La falta de fuelle, esa carencia de fuerza en los intentos de relanzar la CELAC, sigue estando en que no se alcanzan acuerdos para financiar un equipo permanente, por ejemplo, o una sede fija. Muchos de los actuales gobiernos latinoamericanos, coincidentes en un discurso antiestadounidense, cuestionan a la septuagenaria Organización de Estados Americanos (OEA), con sede en Washington.

Efectivamente es clave el peso de EEUU en el seno de la OEA, pero ello más allá de razones geopolíticas se logra porque es una instancia que se sostiene, en materia de infraestructura y burocracia, en buena medida por aportes estadounidenses. En el caso de la CELAC, salvo en sus orígenes cuando la chequera del chavismo aún estaba abultada, ningún país decide asumir el financiamiento de oficinas permanentes y personal diplomático dedicado de forma cotidiana al organismo.

Por otro lado, mediáticamente se destacó la ausencia del gobernante de Venezuela, Nicolás Maduro, pero la ausencia que debilitó a la CELAC como tal fue la del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien en los últimos dos años apostó por reflotar a la CELAC y en esta iniciativa se alió con Argentina.

"La propuesta es, ni más ni menos, que construir algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, nuestra realidad y a nuestras identidades. En ese espíritu, no debe descartarse la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie", manifestó el mandatario mexicano en julio de 2021.

Aunque la Cancillería de México se esforzó en señalar que no había diferencias en el seno de la CELAC, la ausencia de López Obrador reveló que pese a las afinidades ideológicas que puedan tener los gobiernos de los tres países de la región, con peso específico en la geopolítica, como son Argentina, Brasil y México, en el fondo subsiste una vieja rivalidad por el liderazgo regional.

Con un presidente argentino agobiado por la crisis económica interna y las rencillas dentro del peronismo, como es el caso de Alberto Fernández en Argentina, y un Brasil gobernado por un conservador díscolo como Jair Bolsonaro, resultaba claro en 2021 o 2022 que la voz progresista latinoamericana tenía como claro protagonista a López Obrador.

2023 se inició con la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva a su tercer mandato en Brasil. El septuagenario referente de la izquierda latinoamericana enfatizó en su discurso de toma de posesión que la política exterior sería una prioridad de su Gobierno, para recomponer la imagen internacional y los lazos diplomáticos que se vieron afectados —a su juicio— por la errática presidencia de Bolsonaro.

Finalmente, con las ausencias de Maduro y de Daniel Ortega (Nicaragua), la cumbre de Argentina le fue útil a la dictadura cubana, no solo por la presencia de Miguel Díaz-Canel en Buenos Aires. Ha sido para el gobernante castrista su primera reunión de jefes de Estado y de Gobierno desde que asumió el poder en 2019.

La declaración final incluyó algunas de las banderas tradicionales de la Cancillería cubana, como la no intervención y veladas críticas a EEUU, y un párrafo específico para cuestionar "el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba".

Ha sido, pues, una buena cumbre para la longeva dictadura, pues en el foro público nadie más, salvo el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, le hizo cuestionamientos a la falta de libertades en la Isla.

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2 comentarios

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El único con vergüenza es el presidente de Uruguay los demás son puras rameras corruptas

Qué rabia tengo, mirando la foto del artículo. Los demás presidentes electos por su pueblo democráticamente aceptan a un puesto a dedo de una dictadura que tienes más de 60 años en el poder. Nosotros los cubanos no tenemos suerte.