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Cubanos aislados por el mundo

Un empresario cubano en Eslovaquia: 'No ha habido un confinamiento como tal'

Para Juan Ramón Hernández-Soublet 'el alto nivel de disciplina cívica' es una de las claves del éxito centroeuropeo en el manejo de la crisis del Covid-19.

Madrid
El empresario cubano Juan Ramón Hernández-Soublet junto a su esposa e hija, antes de la pandemia.
El empresario cubano Juan Ramón Hernández-Soublet junto a su esposa e hija, antes de la pandemia. DDC

Con una población de algo más de 5.5 millones de habitantes, en Eslovaquia se han detectado un total de 1.531 casos de Covid-19 y ha habido apenas 28 fallecidos (hasta este 11 de junio). Para el empresario cubano Juan Ramón Hernández-Soublet, residente en la ciudad de Trenčín, "los resultados son bastante verídicos" dada la cantidad de pruebas realizadas a la población. 

Mientras varios países de Europa occidental han sido fuertemente golpeados por la pandemia, sus vecinos excomunistas han podido esquivar el desastre. Uno de los factores que ha jugado a favor es el tiempo: en Italia, Reino Unido y España el primer caso de Covid-19 se detectó en enero, mientras que en República Checa, Hungría, Polonia o Eslovaquia, el virus no llegó hasta marzo.

Otro factor determinante fueron las rápidas medidas, el cierre de fronteras, y la disciplina social para acatar las restricciones.

Hernández-Soublet tiene varias empresas en Eslovaquia y República Checa. Es accionista y presidente de una sociedad que posee un centro comercial en Bratislava. También es accionista minoritario y expresidente de la empresa propietaria y operadora del puerto fluvial de transporte de pasajeros de la capital eslovaca.

Asimismo, coopera con el canal de noticias eslovaco TA3, donde comenta temas económicos y políticos de la actualidad internacional.
 
Hernández-Soublet tiene 49 años y vive con su esposa eslovaca y la hija  de ambos, de 21 años, estudiante de segundo año de Relaciones Económicas Internacionales.

¿Cómo ha sido el confinamiento en Eslovaquia?

La crisis del coronavirus tomó a Eslovaquia en un momento de cambio de gobierno. Las elecciones generales se llevaron a cabo el 29 de febrero, cuando ya el virus estaba en Europa aunque no había comenzado a azotar a Eslovaquia. Se llegó a pensar en posponer o suspender temporalmente las elecciones. Por suerte, se llegaron a realizar en la fecha señalada, unos días antes de que el Gobierno cerrara las fronteras y toda la actividad económica del país. 

El 29 de marzo el nuevo Gobierno asumió el poder. El Gobierno saliente, que había sido criticado por temas de corrupción, sin embargo, había adoptado medidas muy positivas en cuanto a la lucha contra el virus. Por lo que el nuevo Gobierno no tuvo que hacer ningún tipo de ajustes, sino más bien continuó las medidas que había tomado el ejecutivo anterior, ampliándolas y reforzándolas. 

Eslovaquia no ha llegado a aplicar en ningún momento una cuarentena total como España o Italia, no ha habido un confinamiento como tal, con excepción de la Semana Santa, donde estuvo prohibido salir de los municipios de residencia. Todo el tiempo ha estado permitido salir, pero siempre usando mascarillas y manteniendo la distancia de dos metros como mínimo.

Desde el principio el Gobierno impidió tanto la salida como la entrada al país, de nacionales y extranjeros. Poco después, se aplicó una medida que permitió el retorno de los nacionales, pero con la obligación de pasar por una cuarentena en centros estatales destinados a este fin. Luego de someterse al test del coronavirus y a la cuarentena, podían marchar a sus hogares. 

También estuvieron suspendidas todas las actividades económicas, se mantuvieron funcionando solamente las tiendas de víveres, las farmacias y los centros de telecomunicaciones. A finales de abril se reabrió el comercio minorista y desde el 6 de mayo los centros comerciales y las terrazas de los restaurantes.

Las medidas adoptadas por los gobiernos eslovacos, tanto el entrante como el saliente, han dado resultados positivos. Eslovaquia está hoy al frente de Europa en cuanto a estadísticas del coronavirus, seguida muy de cerca por su hermana gemela, la República Checa. Ambos países siguen manteniendo una relación muy estrecha y siguen funcionando como si existiese todavía la República Checoslovaca. 

¿Cuál es el principal reto del nuevo Gobierno?

El Gobierno ha estado sometido a fuertes críticas por parte de la oposición, los medios y la opinión pública, que piden abrir totalmente la economía del país y las fronteras, ya que la situación epidemiológica es positiva. Sería realmente una pena que tuviésemos que sufrir los avatares de una crisis a raíz de las medidas tan drásticas que se han aplicado, y que han dado resultado en lo epidemiológico, pero que pudiesen afectar fuertemente la economía.

El nuevo Gobierno ha llegado al poder para luchar contra la corrupción. Eslovaquia ha dado grandes pasos en ese sentido, pero quedaba la sensación de que el problema no se había eliminado del todo. Esa sensación se fortaleció hace dos años, cuando un joven periodista fue asesinado, al parecer por la mafia. 

A pesar de que el proceso judicial en parte se ha cerrado, porque los asesinos han sido condenados, todavía continuan los procesos judiciales contra los posibles autores intelectuales. Se cree que tienen vínculos con miembros del Gobierno anterior, o con personas con influencia en el partido de la socialdemocracia.

Esto ha radicalizado las posiciones en el país. La derecha ha crecido. La izquierda aquí se asocia más al pasado comunista. Es por ello que cualquier tipo de escándalo relacionado con un partido de izquierda tiene mayor relevancia, porque se renuevan los miedos y el odio al pasado comunista del país. Esto ha llevado al poder a cuatro partidos de derecha, uno de ellos liberal, y los otros tres conservadores, que forman el actual Gobierno. 

La muerte de un periodista es muy sensible en cualquier democracia. En Eslovaquia hay niveles de libertad de expresión muy altos. Luego de la muerte del periodista Jan Kuciak, la sensación en el país es de que la libertad de expresión ha sido fuertemente atacada. 

Veremos qué hace el nuevo Gobierno, pero lo que exige la ciudadanía es un proceso de transformación que tenga que ver, sobre todo, con el poder judicial.

¿Qué factores han influido en el éxito para controlar la pandemia?

Las sociedades de Europa central están caracterizadas, entre otras cosas, por el alto nivel de disciplina cívica. Esto lo vemos en la población eslovaca. Desde los primeros días de la crisis hubo recomendaciones que fueron acatadas por la población como si fueran obligatorias. Por ejemplo, el uso de mascarillas. Desde el primer día toda la población empezó a usar mascarillas, y esto lo vemos hasta el día de hoy. 

Como empresario, ¿qué te preocupa de esta crisis?

Una vez que la pandemia está bajo control, a lo que más temo personalmente, lo mismo que la inmensa mayoría de los empresarios, es al impacto económico que pueda haber en el país.

En una primera fase consideramos las medidas como necesarias, la salud debe primar por encima de otras cosas. Pero una vez que vemos indices más positivos en la lucha contra la pandemia, esperamos una apertura más rápida en la economía.

Eslovaquia es el país más industrializado de Europa. Es un trío formado por Eslovaquia, República Checa y Alemania. Estas tres economías exportan parte de su producto interno bruto, son economías totalmente abiertas, muy liberales, son países exportadores, lo que nos ha llevado a ver drásticamente reducida la actividad comercial por el cierre de fronteras, por la caída de los mercados, sobre todo los asiáticos, que son los mayores consumidores de la industria automotriz.

Eslovaquia es hoy en día el mayor productor per cápita de automóviles en el mundo. Hay cuatro plantas finalizadoras, es decir, productoras del coche como tal, una de ellas es la Volkswagen radicada en Bratislava, en la cual se produce la alta gama del grupo Volkswagen. La otra fábrica importante es la Peugeot Citroën; la tercera es Kia, en el norte del país, y también está Jaguar Land Rover, en la ciudad de Nitra. Esto da un fuerte peso a la industria automotriz aquí. Hay un triángulo formado por Bratislava, en Eslovaquia; Brno, en la República Checa, y Viena, en Austria, donde se concentra la mayor potencia de la industria automotriz en el mundo. 

Son empresas muy vinculadas las unas a las otras. Entre la capital eslovaca y la austriaca hay solo 55 kilómetros. Es una distancia que por carretera se cubre en menos de media hora. Lo mismo ocurre con las otras capitales vecinas. Tener que cerrar fronteras y limitar el tráfico de personas y productos crea un impacto muy drástico en la economía. 

De momento, aunque solo se han abierto las fronteras con República Checa y Austria para residentes, por una ida y vuelta de no más de 48 horas, es un gran alivio para los temas de trabajo y negocios.

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