El cubano Andrés Mir vive con su esposa en las afueras de Moscú, una ciudad de casi 13 millones de habitantes que decretó desde el lunes 30 de marzo el aislamiento en domicilio, después de que el número oficial de casos en la ciudad superara los 1.000. Los moscovitas solo tienen permitido salir a comprar alimentos o medicamentos en la tienda más cercana, recibir tratamiento médico urgente, pasear al perro o sacar la basura.
Rusia es de los países europeos menos afectados, pero los casos han aumentado en los últimos días con alrededor de 3.548 infectados y una treintena de muertes. El presidente Vladímir Putin instó a tomarse la cuarentena "con la máxima seriedad y responsabilidad". Advirtió que quien se lo tome a la ligera podría incurrir en "negligencia criminal". El propio Putin estaría bajo sospecha de haber contraído el virus tras haberse reunido con Denis Protsenko, el médico jefe del hospital especializado en el tratamiento del Covid-19, que ha dado positivo por coronavirus.
Este 2 de abril el gobernante ruso ha decretado todo el mes como no laborable para el personal no esencial, manteniendo los trabajadores el salario íntegro. Esta medida fue ya adoptada por el jefe del Kremlin el pasado 25 de marzo en relación con la semana del 30 de marzo al 5 de abril, con lo que supone ahora una ampliación, algo que las empresas consideran "inasudible". Asimismo, deja una relativa independencia a las regiones del país para que sus autoridades adopten las medidas que mejor se adapten a su situación frente al Covid-19. En Moscú, la ciudad más afectada, hay 2.475 infectados y 19 muertos.
Andrés tiene 53 años, es ingeniero mecánico y poeta. Actualmente trabaja como corresponsal de EFE en Moscú. En un par de meses cumplirá diez años en Rusia, país donde nació y del que es ciudadano: "tuve luz larga en 1989 y pedí la ciudadanía soviética. Luego heredé la rusa. Y eso me ha ayudado mucho", confiesa, pero me advierte: "No tengo ningún componente étnico ruso. Mi padre es cubano y mi madre española, de los niños de la guerra", dice.
¿Cómo llevas el confinamiento?
Esta semana fue decretada como "vacaciones", se ha llamado a la gente a mantenerse en las casas e incluso se están tomando medidas para que no salgan. De momento, la policía se limita a advertir, pero ya se amenaza con multas. Casi todos los centros de trabajo donde es posible han pasado al teletrabajo, todas las tiendas que no sean de alimentos o farmacias están cerradas. En general, por ahora una semana de descanso, ya veremos.
Moscú ha sido la ciudad donde se han impuesto las mayores restricciones. Llevo ya dos semanas trabajando desde la casa, por suerte para mí, lo mío marcha con internet.
¿Cuánto llevas sin salir de casa?
Menos de una semana, el viernes pasado fui hasta el trabajo en coche, a recoger una laptop y las mascarillas que me dejaron los colegas. Por lo demás, aquí no salgo. Todavía tengo el refrigerador surtido. Aunque vivo fuera de Moscú, la tienda está a 10 minutos en carro, es ir y volver.
En algunos supermercados de España estamos teniendo carencias puntuales de ciertos productos por acaparamiento, ¿cómo es la situación allí?
Aquí no hay desabastecimiento, al menos de lo principal. Hubo un pico, la semana pasada, en el que la gente se lanzó a comprar granos y pastas, pero la oferta fue mayor que la demanda. La gente se calmó rápido, en las tiendas hay lo mismo de siempre, no es la misma variedad que en Europa, pero sí hay variedad y si vas al estante de las cervezas, quizás haya más variedad incluso que en algunos países europeos.
Cuéntame un día tuyo de confinamiento.
Bueno, vivo en una casa que estoy construyendo. Así que imagínate. Tengo un horario de trabajo, que es "sagrado", y el resto del tiempo lo dedico a labores de albañilería. Hasta que por la noche ya no me quedan fuerzas y me tiro en un chaise longe a mirar una serie.
Qué es lo peor y lo mejor de estar confinado en casa.
Lo peor: menos movimiento. El otro día comenzaron a hinchárseme los tobillos de estar sentado tanto tiempo frente a la computadora. Tuve que obligarme a levantarme a hacer ejercicios, limitar la sal y tomar diuréticos. Lo mejor es que tengo demasiadas cosas que hacer aquí y no me aburro. Aunque sí me canso un poco.
¿Cómo percibes que se toman los rusos la pandemia?
No sé cómo se lo tomará todo el mundo, pero la media se lo ha tomado hasta ahora bastante relajadamente. La última vez que salí eran pocos los que usaban mascarillas. Sin embargo, hay una serie de sectores que están histéricos con todo esto, en especial el turismo y los servicios, encabezados por la gastronomía. Para ellos esto no solo significa que no ganan, sino que están enfrentando gravísimas pérdidas. Podrían arruinarse alrededor de tres millones de pymes, según leí.
¿Entre tus vecinos y conocidos, ha cambiado el trato social?
Como vivo fuera de la ciudad, entre vecinos no nos visitamos demasiado asiduamente. La vida entre vecinos de Cuba y la vida entre vecinos de Rusia son muy diferentes. Aquí tenemos muy buena relación con los vecinos de atrás, y a cada rato hablamos a través de la cerca, esporádicamente los visitamos a ellos o ellos a nosotros. pero no más.
Existe un sector de la juventud ya acostumbrada a los clubes y a los paseos por cafeterías y pubs, a esa gente sí debe afectarlos. Yo llegué con 43 años y tenía un objetivo: afianzarme aquí y luchar para sobrevivir. No tenía tiempo para pasear por clubes.
¿Qué es lo que más te preocupa de esta situación?
Lo que más me preocupa es que comprendí que a esta humanidad no la van a joder ni las guerras, ni las enfermedades, ni los meteoritos, ciclones o tsunamis, la va a joder la histeria global. Yo creí que lo había visto todo el 11 de septiembre de 2001, pero la vida vuelve a sorprenderme.
Trabajo en una agencia de noticias, el 99 por ciento de las noticias que leo hoy en día son sobre ese bicho, te imaginas que estoy harto del coronavirus desde que era un brote en un pueblo desconocido de Hubei. Ahora es casi imposible encontrar noticias que, de un modo u otro, no estén vinculadas a esto.
Rusia ha mandado un avión militar con material sanitario a EEUU, ¿crees que están preparados los hospitales rusos para enfrentar una expansión de la pandemia?
Si no están preparados deben estar preparándose, porque todos los cabezones ya han advertido que esto solo es el comienzo. En las afueras de Moscú están construyendo un complejo hospitalario especialmente con estos fines. No tan rápido como en China, que lo hicieron en una semana.... Aquí lo terminan en un mes.
Con la sombra de lo ocurrido en Chernóbil y teniendo en cuenta que las cifras de casos son bajas en relación con la población del país, ¿creen los rusos en las cifras que da el Gobierno?
Mira, al respecto hay de todo. Hay quien cree, hay quien no. Yo pienso que la veracidad o no de las cifras no depende hoy tanto de una voluntad política como de una capacidad de recabar esas estadísticas.
Hablabas de la histeria social, expandida por el mundo, pero como escritor, ¿crees que esta pandemia también inspirará a los creadores?
Supongo que sí, no ella en sí misma, sino la forma en que ha mostrado de pronto lo frágiles que somos como sociedad. El mundo criticó a Rusia cuando cerró la frontera con China, ahora el Schengen está al borde del colapso, Trump decía que el coronavirus no les afectaría y ya tienen más enfermos que en el resto del mundo y sobrepasó en muertos a China. Derechos que se consideraban básicos, como el derecho al libre movimiento, se ponen en entredicho. Hay toques de queda en muchos países. Estas cosas no pasan sin dejar huella.
¿Qué es lo primero que te gustaría hacer cuando acabe el confinamiento?
En mi caso personal, este confinamiento no es tan grave. Grave es que yo quería que mis padres se mudaran conmigo a fines de abril, porque ya están mayores, me necesitan y los necesito. Ahora con todo esto, no tengo ni la más peregrina idea de cuándo se abrirán las fronteras y se podrán hacer los trámites para sacarlos de Cuba y traerlos para acá. Todo lo demás para mí es secundario. Eso es lo único que quiero.
Nosotros todos somos más allá de la piel. Quiero decir, hay lazos que salen de nosotros hacia otras partes, y muchos de esos lazos están enganchados a Cuba. Eso es inevitable.
Me pareció muy irresponsable que sin conocer la naturaleza de la enfermedad se llamase a los turistas a "curarse" del coronavirus con el sol cubano. Parece que tenía que ir un italiano a morirse a la Isla para que se dieran cuenta de que estaban comiendo catibía en almíbar.