La toma de posesión de Gabriel Boric, pautada en Chile para el próximo 11 de marzo, dejará en claro el rechazo del nuevo gobierno de izquierda en relación a las dictaduras de Nicaragua y Venezuela, pero no se desmarcará del régimen de Cuba, que encabeza Miguel Díaz-Canel, de acuerdo con diplomáticos consultados por DIARIO DE CUBA.
Las invitaciones a la toma de posesión de Boric se han convertido, desde ya, en una suerte de cartografía política, dando señales claras de cuál será la posición del nuevo inquilino de La Moneda en política exterior. El presidente electo dispone de 26 invitaciones que puede girarle a quien desee, sin cumplir con un protocolo diplomático para ello.
Los escritores nicaragüenses Sergio Ramírez y Gioconda Belli, ambos exiliados en la actualidad y referentes intelectuales de la naciente Revolución Sandinista, a partir de 1979, han sido invitados por el nuevo presidente. Ambos residen en España tras sufrir persecución y acoso en Nicaragua.
Diplomáticos residenciados en Chile aseguraron a DIARIO DE CUBA que con tales invitaciones el nuevo gobierno enviará un mensaje claro y contundente, tendrá en la mirilla a la Nicaragua bajo el régimen de la pareja presidencial y sentimental que forman Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Por razones de protocolo, el Gobierno saliente que encabeza el conservador Sebastián Piñera, debe invitar a todos los países con los cuales Chile tiene relaciones diplomáticas. Cada país decide qué nivel darle a su representación en la toma de posesión, se esperan varios presidentes latinoamericanos y un grupo nutrido de cancilleres.
Tras la invitación, que los escritores Ramírez y Belli además hicieron pública, se descarta la presencia de Ortega y Murillo en Chile. Ambos países mantienen relaciones diplomáticas.
Un caso distinto es Venezuela. Piñera en 2019 desconoció al régimen de Nicolás Maduro, en la ola de euforia que arropó a la comunidad internacional y le dio estatus de "presidente interino" a Juan Guaidó.
Como ha ocurrido con otros países europeos y americanos, Chile quedó entrampado en aquella posición y optó por bajarle el tono al tema de la crisis en Venezuela y al mismo tiempo bajarle rango diplomático, que nunca fue del todo formal, a representantes en Santiago que había designado Guaidó.
Para la toma de posesión, entonces, Chile no está en la obligación de invitar a Maduro y en el contexto actual tampoco a Guaidó. Por su parte, Boric no hizo uso de sus invitaciones personales para invitar a referentes políticos de Venezuela, ni del chavismo ni de la oposición prodemocracia.
Boric ha sido crítico abierto de las derivas autoritarias en Nicaragua y Venezuela, una vez que resultó electo, tal como lo fue en la campaña. Con relación a Cuba ha optado por guardar un silencio discreto, una vez alcanzó el triunfo electoral.
Por las razones de protocolo ya mencionadas, el régimen castrista que encabeza Díaz-Canel sí está invitado. Chile y Cuba mantienen relaciones diplomáticas. Estas fueron reanudadas en 1995, luego de que fuesen abruptamente interrumpidas tras el golpe militar contra el Gobierno izquierdista de Salvador Allende en 1973.
Se desconoce qué nivel tendrá la representación de Cuba, pero se da por descontado que no ocurrirá ningún desplante para los delegados de la dictadura caribeña. Boric se cuidó de no invitar a ningún opositor cubano.
El tema de Cuba, según un diplomático consultado por DIARIO DE CUBA desde Santiago de Chile, constituye un tópico que tensa la discusión en el seno del Gobierno electo. Es factor determinante el peso que tiene el Partido Comunista Chileno (PCCh) en la coalición que pasará a ser gobierno el 11 de marzo. Los comunistas chilenos han sido abiertos admiradores y aliados del castrismo, incluso tras la cruda represión del 11J en Cuba.
El PCCh jugó un papel clave en la visita de tres semanas que hizo Fidel Castro a Chile, en 1971, rompiendo con todos los protocolos y formalidades, ya que fue un actor político actuando en suelo extranjero. Aquella visita, según diversos analistas, fue determinante en la radicalización que vivieron varios actores en el seno del Gobierno de Allende.
El presidente electo, por otro lado, marcó agenda propia que lo distancia de dos gobiernos conservadores, Colombia y Brasil, pero donde las encuestas proyectan triunfos de la izquierda en las elecciones presidenciales que tendrán lugar en mayo y octubre, respectivamente.
El presidente colombiano Iván Duque se excusó de asistir, así como el mandatario brasileño Jair Bolsonaro. Analistas creen que más que problemas de agenda, en realidad ninguno de estos jefes de Estado quiere cruzarse con los referentes políticos de izquierda a quienes Boric invitó: Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva.
Se prevé que Boric, en su discurso de toma de posesión, aproveche la presencia de algunos de sus invitados internacionales para apuntar líneas de lo que será su política exterior, la cual estará a cargo de la abogada simpatizante del Partido Socialista Antonia Urrejola, quien hasta hace poco presidió la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Escasamente importa lo que haga este sujeto con respecto a Cuba. Los letrinamericanos son como un perro que regresa a su propio vómito, como ha hecho Chile. Sencillamente no son respetables.