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Opinión

El régimen reconoce que debe recortar su previsión de crecimiento económico. ¿Qué hay detrás?

'Que sea un directivo de la Cámara de Comercio de Cuba el encargado de dar esta mala noticia tiene dos lecturas que es conveniente situar'.

Valencia
Manuel Marrero (izq.) y Migue Díaz-Canel inaugurando FIHAV 2022.
Manuel Marrero (izq.) y Migue Díaz-Canel inaugurando FIHAV 2022. Estudios Revolución

Inaudito. Cuando el pasado lunes el régimen cubano reconoció que debe recortar su previsión original de crecimiento para 2022, la autoridad encargada de anunciar la noticia fue el jefe de la Cámara de Comercio, Antonio Carricarte. Nadie de los ministerios o del Banco Central ha salido a dar explicaciones y a reconocer el fracaso del plan que, inicialmente, había establecido el crecimiento del PIB en un 4%. Finalmente, no ha habido más remedio que reconocer lo inalcanzable del dato, y se ha rebajado a la mitad, un 2%, en línea con la previsión ofrecida por la CEPAL en un reciente informe.

Que sea un directivo de la Cámara de Comercio el encargado de dar la mala noticia tiene dos lecturas.

Primera, que nadie del aparato político quiere pagar el precio de un cálculo desafortunado por parte de burócratas que, año tras año, fracasan en sus previsiones. La política queda así al margen de este dato, que es muy negativo, porque viene a confirmar que la economía se encuentra francamente mal, y que el despertar del primer trimestre de 2022, con un 10,9% de crecimiento del PIB, seguido de un 1,7% en el segundo trimestre, no podría haber tenido continuidad, de ahí la rebaja.

Segunda, que sea la Cámara de Comercio, una entidad empresarial, la que salga a dar el pésimo dato significa que el régimen ha decidido trasladar a los empresarios la responsabilidad, y sitúa el fracaso del plan económico en las empresas estatales y no estatales, en los trabajadores por cuenta propia, cooperativas, MIPYMES y demás. La política queda al margen, y es el mundo empresarial quien debe asumir el mal dato.

Es una novedad respecto al pasado, que puede indicar cierto cansancio en la cúpula dirigente. Son tres años, desde el segundo semestre de 2019, de recesión y bajo crecimiento, y el coste político de este balance es importante. No es extraño que este cambio en la portavocía pueda tener que ver con una crisis de gobierno, lo que puede ocurrir en cualquier momento.

Que la previsión del plan se rebaje a la mitad crea un montón de complicaciones económicas y presupuestarias en una economía de planificación central como la cubana. Todos los cálculos y magnitudes iniciales del presupuesto y de la actividad económica estatal se tienen que revisar y adaptar a las nuevas cifras, por lo que algunos o casi todos los programas se tendrán que modificar también. Incluso ser eliminados.

De todos modos, situar la nueva previsión de crecimiento de la economía cubana en un 2% del PIB para este año puede quedar por encima de la realidad, teniendo en cuenta que el tercer trimestre no ha sido especialmente positivo y que en el cuarto el turismo no acabará recuperándose, conforme la crisis internacional avance. Por otro lado, el régimen no puede estimular de forma artificial el crecimiento gastando más en el sector presupuestado. El círculo vicioso no da para más. Y la economía cubana deberá esperar a 2023 o incluso a 2024 para recuperar los niveles perdidos de 2019 como consecuencia de la pandemia de Covid-19.

De modo que el régimen comunista, ante la debacle que anuncia esta revisión a la mitad del crecimiento, adopta la decisión política que le parece más conveniente y se alinea con la previsión de la CEPAL, realizada en el informe del pasado mes de octubre.

La cifra, además, ha sido ofrecida durante la inauguración de la Feria Internacional de La Habana (FIHAV) y ha caído como un jarro de agua fría, conforme Díaz-Canel y Marrero hablaban del "mercado cubano" y de Cuba como "isla de oportunidades para el capital extranjero". Que el directivo de la Cámara de Comercio haya sido el elegido para dar la estimación del 2%, la mitad de lo previsto, tiene mucho que ver con el pésimo ejercicio registrado por el turismo, que se ha quedado a un 70% del nivel alcanzado en 2019, cuando República Dominicana, por ejemplo, ya ha rebasado ampliamente la cifra de aquel ejercicio. El directivo de la Cámara de Comercio lo ha reconocido en un alarde de optimismo: "son tiempos difíciles, pero esperamos crecer la cifra".

Lo cierto es que a estas alturas de año no es fácil la remontada. Básicamente, porque todos los huevos están puestos en la cesta del turismo, termómetro de la economía cubana, que irá a peor en los próximos meses por la extensión de una crisis económica mundial que golpeará a los mercados de procedencia del turismo. Los comunistas cubanos ya preparan el argumentario para defenderse de tal declive, y lo achacan a los efectos de la pandemia del Covid-19, y a las sanciones de EEUU. En realidad, es mucho más grave, porque no han sido capaces de potenciar otras actividades, como la agropecuaria, el azúcar, la construcción, la vivienda o la industria manufacturera, que siguen inertes, frenadas por el verdadero bloqueo/embargo interno que atenaza a la economía.

Tanto en referencia al Covid-19 como al embargo de EEUU, los dirigentes faltan a la verdad, tanto si se comparan los datos con otros países de la zona, como dentro de la composición de los viajeros que llegan a la Isla. De los 2,5 millones del plan de 2022 se rebajó la cifra a 1,7 millones, pero hay dudas que se alcance igualmente. Y mientras, los ingresos caen en picada. Las empresas hoteleras internacionales han dado muestras de cansancio y los procedimientos de adjudicación que emplea el régimen de negocios en los cayos del sur, han provocado malestar. Nadie está dispuesto a llegar a un lustro sin rentabilidad mínima.

Interesa saber por qué la rebaja del crecimiento del PIB del 4% al 2% no ha sorprendido a nadie, ni a ciudadanos, ni a empresas, ni a analistas internacionales, que observan que en Cuba los apagones diarios siguen, la emigración a EEUU es masiva, los productos escasean, la inflación no baja y los cubanos empiezan no solo a mostrar inconformidad con la situación, sino la disposición a protestar abiertamente. Cuando la economía se deteriora, la sociedad se mueve. No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Los cubanos están viendo que el vaso está a punto de rebosar. La gota final puede llegar en cualquier momento.

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1 comentario

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El único parámetro real para medir un crecimiento en la economía de Cuba es la existencia del boniato. Si no hay boniato, no puede haber crecimiento. Para que haya un crecimiento de 10% habría tanto boniato que tendría que exportarse