El reconocido censor cultural Roberto Smith fue incluido recientemente en el equipo de programadores del Festival Internacional de Cine de La Habana. Smith, quien se desempeñó como presidente de Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC) entre 2012 y 2017, tiene un largo expediente como comisario político.
Esta decisión refuerza la censura que acompaña al festival en los últimos años y, según comentarios de miembros del gremio, abre la puerta a un mayor control institucional sobre el evento, así como a una estrategia gubernamental para que ninguna película "conflictiva" llegue a las pantallas de los cines cubanos.
En su etapa al frente del ICAIC, Smith fue uno de los principales artífices de la censura de la película Santa y Andrés, de Carlos Lechuga, así como del filme Quiero hacer una película, de Yimit Ramírez. Los enfrentamientos y coerciones durante su mandato fueron algo constante y tuvo un papel preponderante en los actos de censura que se vivieron en la Muestra de Cine Joven.
Otro de los elementos a destacar en la biografía de Smith, que ha trabajado en el ICAIC durante más de 40 años sin ningún aspecto destacable en su hacer y sin méritos artísticos conocidos, fue su desprecio a las reuniones de cineastas que, conocidas con el nombre de G-20, iniciaron en 2013 y fueron el antecedente de la actual Asamblea de Cineastas Cubanos.
Smith desoyó los reclamos del gremio, que pedía una ley de cine y que la censura dejase de marcar al cine cubano, y sus acciones más bien contribuyeron a reforzar los recelos entre la institución y los cineastas.
El Festival de Cine de La Habana es presidido actualmente por Tania Delgado, quien trabajara en el ICAIC desde 2002 y fue vicepresidenta de Relaciones Internacionales. El control sobre las actividades del evento, así como de las películas exhibidas, se ha convertido en una prioridad del Ministerio de Cultura, que cada año genera polémicas alrededor de la cita cinematográfica de diciembre, al censurar películas cubanas por su contenido político.
En la edición de 2023, fueron excluidas las películas La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar, y Llamadas desde Moscú, de Luis Alejandro Yero. "Amparadas en cuestiones de interés ideológico, circunstancias contextuales o prejuicios hacia el ejercicio crítico de nuestros cineastas, estas políticas de control no solo afectan a los creadores y sus obras, sino también a los ciudadanos, cuyo derecho a pensar por sí mismos es mutilado", dijeron en Facebook los miembros de la Asamblea de Cineastas Cubanos.
"Las películas censuradas son, en su mayoría, obras que, desde la crítica y el apego a la realidad, indagan no solo en el deterioro multisistémico de la sociedad cubana, sino que buscan, de diferentes formas, contar la Cuba que no sale en el Granma. Es harto conocido que, ante este panorama, ante las palabras y las imágenes que no se amoldan a sus intereses, las autoridades solo saben censurar", escribió el periodista de DIARIO DE CUBA Diego Santana en un artículo reciente. La inclusión de Roberto Smith como programador del Festival de Cine de La Habana solo contribuye a elevar la censura y la crispación en el tenso panorama del cine cubano actual.
Me imagino, que cuando el dado se ponga malo,muchos de estos empiecen a coger aviones...