La Asamblea de Cineastas cubanos desnuda las mentiras oficiales en torno a la censura de 'La Habana de Fito'

La Asamblea de Cineastas Cubanos, que repudió la exhibición manipulada y sin autorización de su autores en la televisión oficial del documental La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar, y exigió explicaciones a las autoridades, dio a conocer una relatoría de ese acto de censura que deja en entredicho la versión oficial.

En un extenso documento hecho público el viernes, el colectivo concluyó que "altos funcionarios del Ministerio de Cultura y del Instituto de Información y Comunicación Social (antes ICRT)" cometieron "violaciones legales, éticas y morales que afectan al realizador Juan Vilar" y al resto de autores de la película, dado que esta fue exhibida en un canal de alcance nacional "con asuntos legales pendientes de licencia y con desperfectos en la imagen y sonido". 

"Cuando el MINCULT le pide al ICAIC una copia de trabajo para visionarla internamente sabe que hay compromisos y leyes que deben respetar. El ICAIC, como institución subordinada al anterior, accede, recordándole que la obra está sujeta a protecciones legales. Tal aviso no fue escuchado y las autoridades culturales, violentando sus propias disposiciones, deciden difundir (la copia inconclusa entregada al Fondo) en televisión. Tales procedimientos nos parecen inaceptables", indican.

Asimismo, en referencia a la censura previa a la exhibición publica de La Habana de Fito en la sede habanera del grupo teatral El Ciervo Encantado, la Asamblea la califica como "un deliberado acto de control institucional sobre una obra artística. Luego, se intenta convencer a su autor para que elimine dos escenas y cuando éste no accede se articula un nuevo acto de conspiración y violencia institucional que decide exhibirlo apresurada y públicamente sin su debido permiso".

Recuerda el informe que dos vicepresidentes de la oficialista UNEAC (Magda Resik y Pedro de la Hoz) "participaron de forma directa en el improvisado programa de televisión (conducido por la primera) donde fue expuesto el filme. De la Hoz comenta que Vilar manipula a Fito y tergiversa los hechos, dando pie a una narrativa de criminalización hacia el autor que irá creciendo en días posteriores".

Subraya el colectivo de creadores que "varios artistas han sido aquí agraviados por autoridades y funcionarios culturales cubanos de alta jerarquía que fueron, desde la soberbia y el abuso de poder, cometiendo una torpeza tras otra. Como si no fuera suficiente, se mofaron del artista y el documental, legitimando en redes sociales sus acciones. Los directivos de la televisión cubana y de la UNEAC permitiendo las violaciones o callando, resultaron también cómplices de las violaciones".

La Asamblea considera que "urge una reparación institucional hacia todos los creadores afectados, en un espacio público tal y como ocurrió la utilización del filme. Nadie debe ser atacado, mucho menos utilizando plataformas y medios oficiales, sin sufrir las consecuencias. Todo ciudadano debe, además, tener derecho a réplica".

"¿De dónde partió la idea de todo esto? ¿Quién, qué grupo o autoridad considera que debe estar por encima de las leyes y acuerdos pre establecidos con los artistas? Cuestiones subjetivas, personales o de carácter ideológico no pueden seguir contaminando o cercenando las libertades de expresión y creación en el país", subrayan.

"La censura no es el camino, pues solo genera irritación y desconfianza. Su aplicación sistemática termina por enrarecer la ya compleja relación entre los artistas y el poder. En esencia, solo muestra la enorme debilidad o miedo del que lo aplica, figura temerosa que, agazapada, ejerce su pequeña dosis de autoridad maltratando obras y autores. Cada vez que ella aparece, la cultura de una nación muere", finalizan.

En reunión con autoridades del MINCULT en junio último, el viceministro Fernando Rojas y el ministro Alpidio Alonso habían asegurado que no hubo censura en El Ciervo Encantado, sino un mal procedimiento de la directora, la dramaturga Nelda Castillo, a la hora de informar el programa a las autoridades culturales, por lo que se suspendió la exhibición.

Asimismo, insistieron en que el pase televisivo de La Habana de Fito no violaba el derecho de autor, pues se realizó en un canal que tiene una función educativa y didáctica y, según su interpretación de la ley, ello es lícito.

Sin embargo, según la relatoría de la Asamblea, que consultó a los creadores implicados, Nelda Castillo entregó a mediados de abril el programa de la muestra audiovisual a exhibirse en la sede teatral al Consejo de las Artes Escénicas, pero no es hasta que se hace público que la entidad avisa que no puede mostrar el filme de Vilar, el corto El encargado, de Ricardo Figueredo, y Existen, de Fernando Fraguela y Yulier Rodríguez. Otro programa de cortos de estudiantes de cine sí es admitido.

Recuerda también la Asamblea que funcionarios como Abel Prieto, presidente de Casa de las Américas, y los viceministros de cultura Fernando Rojas y Fernando León Jacomino, celebraron la exhibición en televisión del documental de Vilar, mientras el primero desacreditó las presuntas "turbias intenciones del realizador".

También el medio digital del MINCULT La Jiribilla, plataforma desde donde se agrede y difama a los artistas críticos e incómodos para el régimen, publicó dos textos de otros funcionarios oficiales atacando a Vilar y a su película.

La respuesta oficial se complementa a fines de julio, cuando el sitio oficial Cubadebate y los diputados a la Asamblea Nacional y músicos oficialistas Raúl Torres y Arnaldo Rodríguez arremetieron contra Fito Páez, quien criticó la censura del documental y cuestionó las violaciones de derechos humanos en Cuba.

La Asamblea de Cineastas indica al finalizar la relatoría que el informe será enviada a Inés María Chapman, viceprimera ministra del Gobierno, a Rogelio Polanco, jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y compartida con el gremio de cineastas por los canales de comunicación propios del gremio.

"En el centro de los problemas que acompañan al cine y la cultura nacional, está esa obsesión del poder por controlar y supervisar los temas o contenidos que abordan los artistas en sus creaciones. Un poema, una canción, una obra plástica, una representación teatral o un filme, devienen para algunos en un acto diabólico que debe ser coartado y silenciado", subrayan.