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Cultura

La cultura, controlada por el régimen y cada vez más lejos del alcance de los cubanos

Al reprimir a artistas e intelectuales contestatarios y prohibir la libre circulación de sus obras y pensamiento, el régimen también viola el derecho de los cubanos de acceder libremente a la cultura.

La Habana
Ilustración.
Ilustración. Diario de Cuba

Uno de los "logros de la Revolución cubana" que suele enarbolar el régimen es la garantía del acceso del pueblo a la cultura. La propaganda oficial y los voceros fuera y dentro de la Isla suelen afirmar que Cuba es el país más culto del mundo, como prueba del éxito de la política cultural del régimen. La realidad es que los cubanos solo pueden acceder a la parte de la cultura que conviene al poder —que no está interesado en que la ciudadanía sea libre como resultado de ser culta, según sostenía José Martí—, y que acceder incluso a esa parte de la cultura que no incomoda al poder es cada día más difícil.

En Ministerio de Cultura enuncia en su página web, entre otros, los siguientes postulados básicos de la política cultural cubana: el fomento y estímulo a la creación artística y literaria; el respeto y apoyo al protagonismo y creatividad de las comunidades en la conducción de sus procesos socioculturales; el reconocimiento al papel de la cultura en el impulso y orientación de los procesos socioeconómicos.

La prueba de cuánto valora el régimen el papel de la cultura en el impulso y orientación de los procesos socioeconómicos está en la censura y la persecución a que somete a todos aquellos artistas e intelectuales que no responden a sus intereses. Ejemplos sobran. Entre los más recientes está escritor, periodista y humorista Jorge Fernández Era, quien ha sufrido varias detenciones y la prohibición de salir del país, además de arresto domiciliario, como represalia por satirizar la realidad cubana.

La única creación artística y literaria "digna" de fomento y estímulo en Cuba es aquella que se subordina al poder y ensalza a la Revolución.

Al reprimir a artistas e intelectuales contestatarios y prohibir la libre circulación de sus obras y pensamiento, el régimen también viola el derecho de los cubanos de acceder libremente a la cultura.

¿Se puede ser culto y, por ende, libre cuando el poder controla tu acceso a la información y determina qué ofertas culturales puedes consumir?

El mismo régimen que se ufana —recientemente a través del exministro de Cultura Abel Prieto— de haber impreso y difundido El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, como una de las primeras acciones de la Revolución cubana, es el mismo que por décadas ha censurado libros, películas, obras de teatro y producción musical, así como a sus creadores.

Durante décadas, el régimen ha presumido de que los cubanos podían disfrutar, por precios casi irrisorios, de espectáculos de teatro y ballet, de conciertos, películas y libros —obviamente aquellos que no cuestionaban al poder—. Pero el presente se parece cada vez menos a aquellos tiempos remotos. Para los cubanos, todas esas ofertas culturales resultan cada vez más inalcanzables.

"Los bienes y servicios culturales constituyen uno de los sectores más dinámicos de la economía mundial, y en Cuba, junto a los deportes, alcanzó como promedio de los últimos seis años el 4,1 % del PIB cubano", resaltaba un artículo del medio estatal Cubadebate en 2014.

La inversión estatal en el sector no ha variado mucho, de acuerdo a las cifras que publica la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), sin embargo, las opciones culturales cada día son más reducidas.

Cuba cuenta con varios programas específicos aprobados por el Ministerio de Cultura: el Programa Nacional de Desarrollo de la Música, el Programa Nacional de Desarrollo de la Enseñanza Artística, el Programa Nacional de la Memoria Histórica, el Programa Nacional de la Lectura, el Programa Nacional de Informatización de los Procesos Culturales, y el Programa Nacional de Desarrollo de Casas de Cultura.

Muy poco resulta palpable para la población que, con la Tarea Ordenamiento, vio incrementarse los precios, tanto de la comida como de las ofertas culturales.

En 2022, Cubadebate destacaba, sobre la XXX Feria Internacional del Libro de La Habana, que "en medio de muy complejas circunstancias, tanto económicas como epidemiológicas, el evento cultural más masivo de Cuba puede catalogarse como un éxito ante la adversidad".

No hizo referencia a la percepción de los cubanos sobre los precios de los libros, que en algunos casos rondaban los 1.000 pesos. ¿Qué libro puede adquirir el proletariado en el paraíso socialista cubano, donde el salario mínimo de los trabajadores estatales es de 2.100 pesos?

Ante la escasez y los altos precios de la comida, en contraste con los escuálidos salarios, comprar un libro, por bueno que sea, ni siquiera es una opción para buena parte de los cubanos.

Los precios de las entradas para el cine, el teatro y los espectáculos musicales se incrementaron cinco veces en 2021. Ese aumento se vería reflejado en el mejoramiento de los locales, según Irinka Cordoví, directora del Proyecto 23, de La Habana.

"Este aumento de los precios implica un mejor funcionamiento dentro de las salas y cines", aseguró Cordoví "representa un compromiso que se reflejará en elementos como la higiene y la ambientación, la calidad de la programación, así como en un trato de excelencia a los asistentes".

Sin embargo, el panorama que exhiben hoy los cines y teatros de Cuba es de franca destrucción. Basta mirar las salas de La Habana, de las que cada vez hay menos en funcionamiento.

La precariedad en que ha sumido el Gobierno al país, además de la censura, no solo limita el acceso de los cubanos a la cultura, sino que incluso hace que la releguen al sótano de sus prioridades.

Una encuesta sobre el ocio de los cubanos, realizada por el proyecto Cubadata entre el 9 y el 31 de diciembre de 2022 a lo largo del territorio nacional y en la que participaron 1.773 personas, mostró que el 39,4% no había disfrutado en lo absoluto de la lectura durante los 30 días previos a la encuesta. El 20,4% no había podido disfrutar ni siquiera de ver series, documentales y películas en la televisión, lo que probablemente está relacionado con los apagones que han golpeado al país en los últimos años y han llegado a provocar protestas ciudadanas.

Un 5,9% de los encuestados aseguró que su disfrute de actividades culturales como la lectura y el teatro se habían visto afectadas por la situación que atraviesa Cuba, y un 6,2% dijo que esa situación había afectado la capacidad de divertirse mediante películas y series.

Pero también las horas que tienen que emplear los cubanos en hacer colas para adquirir alimentos e intentar trasladarse de un lugar a otro, en un país donde transportarse es una odisea, obliga a reducir el tiempo para las actividades que proporcionan placer, entre ellas las culturales.

Un 38,9% de esos cubanos encuestados dijo que no tuvo tiempo libre para emplear en actividades de su gusto a lo largo del mes. Un 12,4% lo tuvo solo una vez en ese periodo; un 10,9% dos veces al mes; un 20,2% al menos una vez por semana, y un afortunado 17,6%, casi a diario.

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5 comentarios

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Profile picture for user Pedro Benitez

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Por un momento pensé que el de la foto era Otaola.

Diario de Cuba debe editar este texto...

Profile picture for user Weston

Es que la cultura esta controlada. Jajajaja!!!

Profile picture for user Amadeus

El régimen vive en un contante eufemismo. Nada de las bondades que proclama o venden existen Es una realidad paralela en la viven. Mientras tanto en la realidad real del mundo mundial, los cubanos se escapan en masas.