Ocho recién nacidos han muerto en lo que va de enero en el Hospital Ginecobstétrico de Diez de Octubre, La Habana, conocido como Hijas de Galicia, informó el Ministerio de Salud Pública en una breve nota replicada por la prensa oficial y en la que ofrece pocos detalles.
El texto señala que "lamentablemente han fallecido ocho recién nacidos con bajo peso al nacer y prematuridad", que "cuatro de esos niños fallecieron a partir del pasado día 11 con signos presuntivos de sepsis y los demás por otras causas relacionadas con su delicado estado de salud".
"En dicho centro se han adoptado medidas para hacer frente a esa situación y se cuenta con los recursos necesarios para atender a los recién nacidos", dice el Ministerio de Salud Pública.
Para concluir, añadió que actualmente una Comisión Nacional "investiga las causas del hecho y acorde con los resultados se aplicarán las medidas pertinentes".
Los cubanos se quejan constantemente por las condiciones insalubres de los hospitales cubanos. Hijas de Galicias se ha ganado mala fama, además de por el precario estado de sus instalaciones, por las denuncias de mujeres que han sufrido violencia obstétrica o han perdido embarazos.
El Ministerio de Salud Pública (MINSAP) de Cuba reportó en 2022 una tasa de mortalidad infantil de 7,5 por cada 1.000 nacidos vivos, lo que equivale a 39 fallecidos menos que en 2021, cuando ese indicador fue de 7,6, el más alto en dos décadas, y un aumento del 55% con respecto a 2020.
Si bien el incremento en 2021 fue achacado a los efectos de la pandemia de Covid-19, en esta ocasión las autoridades se limitan a señalar que "a pesar de los esfuerzos del personal sanitario, el Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) no alcanzó los resultados deseados".
El Gobierno cubano admitió "problemas" con el PAMI, que han impedido el control de la mortalidad infantil, pero los atribuyó a la falta de dirigentes y otros funcionarios encargados de atender a madres y recién nacidos.
Sobre el bajo índice de mortalidad infantil del que tanto se ufana el régimen, la periodista de DIARIO DE CUBA Rafaela Cruz explicó que antes de 1959 ya traía un mejoramiento sostenido y estaba entre los primeros del continente. Cruz centró la atención en la investigación de los economistas Vincent Geloso y Benjamin Powell junto al médico Gilbert Berdine, quienes han encontrado medidores objetivos que cuestionan la fiabilidad de las estadísticas que provee el Gobierno cubano.
El índice de mortalidad infantil recoge las muertes acaecidas durante el primer año de vida, mientras el menos publicitado índice de mortalidad fetal contabiliza los fallecimientos sucedidos entre la semana 20 de gestación y el momento antes del parto.
Estos investigadores han encontrado que, sin justificación alguna, la correlación entre el índice de mortalidad fetal y el índice de mortalidad infantil en Cuba duplica la encontrada a nivel mundial, lo que los lleva a la fuerte sospecha de que en la Isla se clasifican sistemáticamente las muertes neonatales —ocurridas hasta una semana después del parto— como muertes fetales, disminuyendo así, mediante amaño estadístico, el índice de mortalidad infantil.
¡Qué penita, por Dios! Pobres bebés y pobres padres. Pero siendo objetivos, es una locura intentar traer hijos al mundo en Cuba, entre la falta de alimentos, la falta de higiene y el estrés que pasan esas madres durante y después del embarazo, es difícil estar preparado para atender a un bebé en las condiciones que se requiere.
Nada que hacer. Mala suerte, o si acaso el "bloqueo," pero la "potencia médica" no tiene culpa alguna.