La devastación de la industria en Cuba es peor aún que la catástrofe agropecuaria, alertó el economista Pedro Monreal, quien tomó datos oficiales recientes publicados por la Oficina Nacional de Información y Estadísticas (ONEI) para ilustrar el desastre.
"La recién concluida sesión del Parlamento no abordó con rigor el tema de la industria, una de las mayores 'zonas de desastre' del panorama económico cubano, seguramente porque no tienen soluciones efectivas que proponer o aprobar", dijo Monreal en X.
"Cuando se piense que la catástrofe agropecuaria cubana es muy grave, sería suficiente revisar el capítulo 'industria' del Anuario Estadístico 2023 publicado hace unos días para comprender que la devastación industrial es mucho más espinosa", señaló.
La crisis actual de la industria cubana es más aguda que la que tuvo lugar en los peores momentos del llamado 'Periodo Especial' de los años 90. En la actualidad, no solamente el índice general de la industria es inferior al de 1993 y 1994, sino que "la debacle es atroz en varias áreas".
Un componente clave como la producción industrial de alimentos no solamente exhibe un índice de volumen físico que es hoy la quinta parte del existente en 1990, sino que es la mitad del nivel registrado en el peor momento del Periodo Especial. Del 42,8% registrado entonces, ahora se ubica en el 20,4%.
Para el economista, "probablemente la producción azucarera sea el caso más conocido de crisis de una actividad industrial en Cuba, resultado de un 'redimensionamiento' que se fue de control, pero la 'evaporación' de la industria de fertilizantes es aún más espectacular".
La industria azucarera registró en el peor momento de la crisis de los 90 un índice de volumen físico de 42,8% y en 2023 este se ubicó en un 4,6. La fabricación de fertilizantes pasó de 15,6% a un 0,3% en 2023.
El Ministerio de la Industria Alimentaria (MINAL) admitió ante la Asamblea Nacional del Poder Popular que la mayoría de las producciones han decrecido en lo que va de 2024, aún más de lo que ya habían decrecido en años anteriores y esto se debe, según Ramón Osmany Aguilar Betancourt, presidente de la Comisión Agroalimentaria y encargado de presentar el informe, a "factores como el incremento de los precios de las materias primas, dificultades para adquirir materias primas e insumos secos, el incumplimiento de las entregas de melaza para producción por la industria azucarera y la poca autonomía financiera que determina altos volúmenes de pagos retenidos y deudas comerciales con socios foráneos".
"La desolación industrial de Cuba es una crisis estructural profunda que requiere resolver su descapitalización, retraso tecnológico, sistema empresarial ineficaz, y cuestionable esquema de planificación, pero no parece existir una estrategia para eso", criticó Monreal.
"Probablemente se decidió que es menos complicado hacer informes ministeriales, parlotear en el Parlamento, hacer ferias internacionales de industria, organizar recorridos, y crear un ejército de inspectores para multar MIPYMES, que emprender una reforma industrial", resumió.
Mi papá que fue jefe de ventas de Crusellas y Cia ( Colgate Palmolive) antes de la “nacionalización “de esta industria y se mantuvo trabajando en ella hasta su jubilación en 1984, me comentaba que si por arte de magia la fábrica le fuera devuelta a sus dueños originales y vieran el gran deterioro de la misma, optarían por dejarla y establecerse en otro sitio y estamos hablando de más de 40 años atrás.
Es que lo único que queda en Cuba son ruinas.
El día que alguien pueda coger el relevo van a pasar más de 20 años reconstruyendo el país para que se pueda parecer a algo habitable.
El problema va a ser que si los trabajadores son "nacionales" igual esos 20 años se convierten en 200 años, vista la animosidad de esos trabajadores.
Toda la escasa industria y agricultura socialista, aún en sus mejores momentos del subsidio soviético, fueron incomparablemente menos productivas que durante la etapa republicana.
La ruina absoluta de ese campo de concentración devenido en un gran basurero social y económico, es el resultado del (des)control totalitario, al que no le ha quedado otra opción que tratar de producir y repartir las migajas a la población esclava con sus propios recursos y sin los regalos billonarios de la URSS y Venezuela.