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Nicaragua

Al estilo de las 'Brigadas de Respuesta Rápida', el parlamento nicaragüense avala la creación de un cuerpo parapolicial

Organismos humanitarios y opositores denuncian que se trata de civiles armados que ya operan, con la aquiescencia del Estado, para neutralizar las manifestaciones subversivas.

Managua
Juramentación de policías voluntarios en Nicaragua.
Juramentación de policías voluntarios en Nicaragua. Policía Nacional de Nicaragua

La Asamblea Nacional de Nicaragua, controlada por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, aprobó este martes una reforma a la Constitución Política del país para crear las "fuerzas militares de reserva patriótica" y la "policía voluntaria", informó la agencia EFE. Ambos cuerpos, formados supuestamente por efectivos desmovilizados del ejército, serían, en la práctica, fuerzas parapoliciales y paramilitares que reforzarían la represión del régimen sandinista, según opinaron varios opositores.

La enmienda constitucional, que fue propuesta por Ortega y aprobada de manera unánime en la segunda y definitiva votación del parlamento, detalla que las fuerzas militares de reserva patriótica "estarán integradas voluntariamente por oficiales, funcionarios, suboficiales, clase, soldados y marineros que han pasado a la honrosa condición de retiro o licenciamiento".

Estas fuerzas de reserva también podrán estar integradas por "cualquier ciudadano o ciudadana que desee participar en la defensa armada de la nación, para garantizar la estabilidad, la seguridad y la paz", añadió el texto.

Además, la reforma constitucional aporta validez jurídica a la policía voluntaria, un cuerpo que ya existía en la práctica, adscrito a la Policía Nacional y que, según dijo Ortega en 2022, fue decisivo en el enfrentamiento a la revuelta popular que estalló en el país en abril de 2018, dejando cientos de muertos. Así, las leyes nicaragüenses ya legitiman las actuaciones parapoliciales y paramilitares y ofrecen una patente de corso para la represión.

En tal sentido, organismos humanitarios y opositores, resaltaron que los civiles armados que conforman estos grupos actuaron con la aquiescencia del Estado en la denominada "Operación Limpieza", con la que el régimen neutralizó las manifestaciones subversivas.

La reforma establece, además, que Ortega podrá ordenar la intervención del Ejército en apoyo a la Policía Nacional "cuando la estabilidad de la República lo requiera", algo que refuerza el sentido militar del Gobierno nicaragüense.

Sin embargo, el texto legal destaca que no habrá servicio militar obligatorio y que se prohíbe toda forma de reclutamiento forzoso para integrar el Ejército, la Policía Nacional y el Ministerio del Interior.

Un hecho que demuestra que la policía voluntaria ya existía, pero ahora tiene cuerpo legal, es que la semana pasada, unos 2.500 civiles fueron juramentados por las autoridades de Nicaragua como parte de dicha fuerza parapolicial. Los juramentos se produjeron en las norteñas provincias de Estelí y Madriz, con los efectivos con los rostros cubiertos con capuchas negras.

Al respecto, la escritora nicaragüense exiliada Gioconda Belli escribió en su perfil de X: "Sin ningún escrúpulo, Ortega y Murillo hacen jurarles lealtad a 2.500 paramilitares con los rostros cubiertos por pasamontañas. Un ejército sin ley, represivo al que le han dado rango constitucional".

Esta policía voluntaria, que recuerda a las Brigadas de Respuesta Rápida del régimen cubano, forma parte de una polémica y más amplia reforma constitucional impulsada por Ortega que, entre otros elementos, extiende el mandato presidencial de cinco a seis años, y confirma el poder que ya tiene su esposa Rosario Murillo, pues eleva su rango de vicepresidenta a "copresidenta".

"El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo sigue dando muestras de su más absoluta intransigencia ante cualquier forma de disenso", editorializó el diario argentino La Nación en agosto, tras el cierre de cientos de ONG en Nicaragua el país centroamericano.

Ortega es un residuo tóxico de lo que una vez fue calificado como la izquierda latinoamericana, cuya presencia en cumbres de presidentes de la región es cada vez más incómoda. En el citado editorial crítico del sistema sandinista, La Nación expuso que "el régimen de Ortega y Rosario Murillo no es una dictadura tradicional, sino un sistema de castas vinculado al entramado de corrupción y nepotismo organizado desde el poder. La autocracia ha secuestrado por completo el país, reprimiendo cualquier atisbo de disidencia".

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2 comentarios

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Se jodieron los nicas. Lo único que tienen es jama y cuidado si esa también desaparece.

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Estado Terrorista.