Cuba socialista no es país para emprendedores

Hace apenas tres años existen MIPYMES en Cuba y ya les han quitado los mínimos estímulos fiscales con que los dioses castristas las bendijeron en sus inicios.

Tiempo hace que les retiraron los dos incentivos más importantes —objeto social amplio y exención fiscal el primer año—, pero ahora las dejaron incluso sin los muy pocos y reducidos acicates para el emprendimiento que aún tenían:

1. El régimen simplificado de tributación, que facilitaba que pequeños cuentapropistas (zapateros remendones, poncheros, reparadores de misceláneas, jardineros) no tuviesen que contratar un asesor fiscal. Ahora todos se regirán por un único régimen general de tributación para actores económicos no estatales.
2. La exención del pago del impuesto sobre ingresos personales por dividendos obtenidos el primer año de operaciones.
3. La exoneración de pago de impuesto los tres primeros meses para trabajadores por cuenta propia.

Y hasta ahí la lista, porque así de mínimos e insignificantes fueron los estímulos que el castrismo ofreció a los emprendedores nacionales, a quienes mastica pero no traga. Mientras, para los extranjeros la lista de facilidades es, digámoslo suavemente, un pelín más extensa y con dádivas levemente más generosas…

1. Eximidos totalmente del impuesto sobre ingresos personales.
2. Eximidos del impuesto sobre utilidades por un período de ocho años que puede extenderse.
3. Tipo impositivo del 15% sobre la utilidad neta imponible.
4. Eximidas de impuestos la utilidad neta u otros beneficios autorizados a reinvertir
5. Impuesto sobre ventas mayoristas bonificado al 50%
6. Exención de impuestos sobre ventas mayoristas el primer año
7. Impuesto sobre servicios bonificados al 50%
8. Exención de impuestos sobre servicios el primer año
9. Exención de impuestos sobre uso de fuerza laboral
10. Bonificación del 50% durante el período de recuperación de inversión al impuesto por uso o explotación de playas, por vertimientos aprobados de residuales en cuencas hidrográficas, por uso y explotación de bahías, por utilización y explotación de recursos forestales y fauna silvestre, y por derechos de uso de aguas terrestres.
11. Exención de impuestos aduaneros por importaciones de equipos, maquinarias y otros medios durante el proceso inversionista.
12. Exención del pago de la contribución territorial para el desarrollo local hasta recuperar la inversión.
13. La Aduana General puede concederles facilidades especiales en cuanto a formalidades y régimen aduanero
14. El Ministerio de Finanzas y Precios puede concederles exenciones totales o parciales, temporales o permanentes y otorgar otros beneficios fiscales.

A eso súmesele que cualquier extranjero puede emplear a tantos cubanos como necesite y abrir tantas empresas como sea capaz, mientras que un empresario nacional podría dar trabajo hasta un máximo de 100 personas y solo participar en una micro, pequeña o mediana empresa, no más.

Los estímulos a los inversores extranjeros datan de 2014 y siguen vigentes, mientras que los del sector privado no llegaron a tres años y ya desaparecieron, aun cuando la sociedad no ha tenido ni el tiempo ni las condiciones para generar un sector privado musculoso, diversificado y sostenible que la enriquezca.

Alguien podría creer que ya existen un montón de MIPYMES funcionando y poner en valor el alto número de personas trabajando en el sector privado, así como el crecimiento de sus ventas agregadas, pero el mayúsculo impacto de este sector en la sociedad cubana no se debe a su tamaño y calidad, sino a su oportunidad. Como mismo un vaso de agua es poco, pero puede significar no morir en el desierto, algunas MIPYMES han mantenido con vida al país tras el colapso del sistema socialista que convirtió a una Isla feraz en desierto decadente… porque el PCC prefiere reinar en el desierto antes que competir en elecciones democráticas en un país próspero.

Entonces, no debe confundirse el actual tremendo impacto de las MIPYMES en esta destruida Cuba con el verdadero tamaño de un sector privado que es diminuto y renqueante, comparado con sus potencialidades si el Gobierno se dignara a quitarle la bota del pescuezo, que es el verdadero bloqueo.

No hay dudas de que el castrismo prefiere ver desembarcar a la séptima flota estadounidense que ver al pueblo cubano prosperar. Su política ha sido y continúa siendo la de mantener a la población no solo infantilizada, sino en el estado máximo de indefensión en que se haya un neonato con el cordón umbilical enredado alrededor del cuello: si protesta o se mueve mucho, se asfixiaría por el mismo mecanismo que lo mantiene vivo.

El régimen es consciente de que su política fiscal y económica tiene un rol determinante en el volumen y dirección de la inversión privada, por eso es tan ofensivo verlo prostituyendo a la Isla ante empresarios foráneos a quienes ofrece villas y castillas, y aun así no quieren invertir en la traidora meretriz castrista, mientras para los nacionales, que sí quieren emprender en su país, lo único que hay es represión, amenazas, culpabilización, impuestos crecientes, límites absurdos, legiones de inspectores y la posibilidad de perderlo todo en cualquier momento a manos del Gobierno socialista. No extraña que el país se esté quedando vacío.