El tema agrícola ha perdido visibilidad en la agenda gubernamental en Cuba, así como en los medios de comunicación. Apenas se menciona en la prensa oficialista, más allá de la replicación puntual de un par mensajes del presidente designado Miguel Díaz-Canel en Twiter, en lo que va de año, exhortando a producir más alimentos.
Sobre la campaña "de frío" recién concluida, por ejemplo, no se ha divulgado dato alguno, ni tampoco sobre la producción en el año fiscal 2022. Al parecer, se han puesto de acuerdo todos los medios de todas las provincias, junto con los de alcance nacional, para no tocar el tema. O, lo más probable, les han "orientado" no hacerlo.
Si revisamos en Google encontramos abundante material de años anteriores, hasta el primer semestre de 2022, siempre ponderando los "esfuerzos" y enfocando las cifras de manera positivista, aunque terminasen con las tradicionales muletillas de "aún se logra satisfacer la demanda del pueblo" o "a pesar del bloqueo imperialista". Pero de este año, ¡nada!
La causa más plausible del mutis generalizado ha de estar relacionada con la debacle del sector, con una repercusión más acentuada en el último año, dejando poco que exhibir por los medios de propaganda del Gobierno y en los discursos políticos. La jugada maestra del gobernante Díaz-Canel fue la implementación de las 63 medidas, tan publicitadas, y ha sido un rotundo fracaso, hundiendo más el agro cubano y diezmando las pocas fortalezas con que todavía se contaba, entre la que destaca el recurso humano.
Los emprendedores agrícolas han abandonado los campos ante el exceso de control estatal, el incremento de robos, los efectos de la inflación, los precios topados, la falta de combustibles, de insumos y de semillas, ante lo que Díaz-Canel recomendó como solución "sembrar el doble". Pero la agricultura sin condiciones no es un buen negocio y sembrar el doble significa arriesgar el doble y, lo más probable, perder el doble. El camino ha sido migrar hacia el extranjero o hacia otro tipo de emprendimientos: las MPYMES.
"Tuve que renunciar a sembrar bastante. Yo vendía boniato, yuca y plátano, por camiones, a Acopio y a los particulares también. Pero ya no se puede, hay muchos ladrones, y Acopio, desesperado porque nadie produce, al que siembra algo le quiere recoger todo y no da la cuenta con ellos. Sembré un conuco de caña y abrí una guarapera en el pueblo, con eso salgo mejor que volviéndome loco con tantos problemas", cuenta Rolando, un campesino holguinero.
Andrés, ya anciano, apenas puede sembrar para su autoconsumo: "Tengo seis hectáreas y hace tres o cuatro años nos parecía poco, hubiésemos querido que fuera una caballería. Mis tres hijos sembraban de todo conmigo —tabaco, viandas, frijoles— y hasta teníamos una pequeña cochiquera para 30 puercos y dos reproductoras. Pero todo se fue poniendo malo, tuvimos que abandonar la cría de puercos, me quedé con una vaca porque me robaron la mitad de las reses y dejó de aparecer el producto (abono, plaguicidas)".
"Mis hijos, decepcionados, se fueron por Nicaragua para EEUU. Vendieron todo lo que tenían, hasta el sistema de riego, para irse. Hicieron bien, porque como bien dijeron, ya esto se jodió. Ahora me mandan un dinerito, el combo de comida y todo lo que necesito. Siembro un poquito porque me gusta, no puedo estar sin hacer nada, pero me da tristeza ver cómo todo se va destruyendo. Nada funciona y le quitan a uno las ganas de trabajar. Estoy bien así, pero estaba mejor con mis hijos trabajando conmigo, enamorados de la tierra", contó Andrés.
El escenario de desencanto y abandono es generalizado. La producción de viandas, frijoles, tabaco y leche está visiblemente en descenso. Holguín acaba de culminar, además, "la peor campaña tabacalera de los últimos 15 años", según una fuente bajo anonimato en la dirección provincial de TABACUBA.
"Los datos están resguardados, pero se sabe que hay un retroceso de cerca del 20% con respecto al año anterior y apenas representan el 50% de los niveles productivos previos a la crisis por la pandemia y la Tarea Ordenamiento. Incluso se valora eliminar o fusionar algunas UEB (Unidad Económica de Base), como la de Sagua de Tánamo y Mayarí, porque los campesinos han abandonado en masa el cultivo", confirmó dicha fuente.
Paradójicamente, es precisamente en este contexto que el Gobierno aprobó una Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria, en vigor desde octubre de 2022. Y el propio Díaz Canel admitió ante el Parlamento que "tenemos una Ley de Soberanía Alimentaria y no tenemos alimentos".