En la última reunión del Consejo de Ministros del mes, el responsable de la economía cubana, el ministro Alejandro Gil, informó sobre el comportamiento de la misma al cierre del mes de abril, periodo calificado como de "mucha complejidad para el país", en un artículo de Granma titulado, "Trabajar con responsabilidad y profundidad el Plan de la Economía y el Presupuesto para 2023", en el que se da cuenta de estas informaciones.
Es curioso que el ministro presente a sus colegas datos de la economía del primer cuatrimestre, cuando todavía a estas alturas de año se desconoce el resultado de las cuentas nacionales en 2021, y ni siquiera se han publicado la mitad de los apartados que configuran el anuario estadístico de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI).
Este es un claro ejemplo de información privilegiada que contribuye muy poco a dar credibilidad y confianza a los gestores de la economía, pero que, como dice el refrán, a falta de pan buenas son tortas.
La primera conclusión que cabe extraer es que la economía cubana se encuentra en una situación muy complicada.
Alejandro Gil comenzó su disertación haciendo referencia a la recaudación de los ingresos del Estado que, lógicamente, están por debajo de lo previsto en el plan, lo que refleja el hecho evidente de que la economía no está creciendo al 4% del plan, sino a una cifra mucho menor que el ministro no quiso ofrecer.
Además, si los ingresos crecen menos de lo esperado y los gastos prosiguen su expansión, el agujero de las cuentas públicas se irá agrandando; justo lo contrario de lo que necesita la economía cubana para estabilizar el crecimiento de los precios. El aumento del déficit provoca expansión monetaria, por el sistema de financiación empleado basado en los bonos soberanos que se colocan en los bancos, y eso inyecta dinero a la economía, aumentando la inflación.
Por otra parte, este débil crecimiento está acompañado de un incremento de los precios por encima de lo diseñado, lo mismo que ocurrió el pasado año, y que se concentran en los precios del combustible y los alimentos. Además del impacto de la menor oferta productiva, ahora la inflación se ve empujada por variables que escapan al control de la economía cubana.
El ministro acabó reconociendo que la economía no marcha bien, y que se acumulan los problemas, y declaró al concluir este primer punto, que "ello no implica que estemos renunciando en estos momentos al crecimiento económico que hemos proyectado en el año 2022". Pues habrá que ver cómo lo consigue, porque tras la invasión de Ucrania por el aliado de Cuba, Putin, la situación de la economía mundial ha ido a peor, y todos los países se preparan para adoptar políticas monetarias restrictivas que van a cambiar el actual escenario internacional.
Alejandro Gil debe realizar un ejercicio de realismo y tratar de adaptar el plan al nuevo entorno internacional cuanto antes. Cuba no escapará a ese entorno más depresivo e inflacionista a nivel global, así que el ministro debería asumir que, si en el primer cuatrimestre la economía cubana no va bien, conforme avance el año irá a peor. Esto significa que, aunque el coste sea elevado, hay que ir adoptando medidas de política económica cuanto antes.
Seguidamente, Gil pasó a analizar el desarrollo de la actividad turística y destacó que "si bien en los primeros cuatro meses del año habían arribado al país 447.714 visitantes, lo que representa un 71,3% del plan, de manera particular en el mes de abril llegaron 133.226 visitantes y el plan alcanzó el 100,7%". Los datos del plan para este año se han elaborado con niveles de actividad que se sitúan un 40% por debajo del máximo alcanzado en 2019 antes de la pandemia.
Mientras que otros destinos del Caribe, como República Dominicana ya han recuperado los niveles anteriores, el régimen comunista cubano planifica unas cifras mediocres de actividad turística que, después, ni se cumplen. Y concluyó al respecto que, a pesar de las complejidades, "no renunciamos a la cifra de 2,5 millones de visitantes en el año".
El problema, una vez más, es cómo lo va a conseguir, con un clima económico global menos expansivo conforme avance el año, acompañado de una pérdida de competitividad precio de la economía cubana, como está dejando el balance del IPC mensual de la ONEI, que sitúa a hoteles y restaurantes como uno de los componentes más inflacionistas de la economía.
Además, Cuba avanza a partir de ahora hacia la temporada baja del turismo del Caribe cuando compite contra otros destinos internacionales, de modo que las llegadas se van a estabilizar. Alcanzar los 2,5 millones no está garantizado, incluso con la suavización del contencioso con EEUU aprobada por la Administración Biden.
A continuación, Alejandro Gil explicó "los incumplimientos que se manifiestan en la entrega de diferentes productos al balance nacional, como es el caso del arroz, la carne bovina y el huevo", alimentos que siguen sin alcanzar niveles de oferta suficientes para atender las necesidades de la población y provocar una moderación de los precios.
La alimentación ha sido otro de los componentes más expansivos del IPC. El ministro no ofreció datos de los incumplimientos en los alimentos, por lo que es de suponer que sean muy elevados. El fracaso de las 63 medidas de la agricultura pide un ejercicio de responsabilidades políticas por los dirigentes, y un cambio urgente de rumbo, viendo que este tipo de programas no sirven para producir más en el surco. Los guajiros, de forma acertada, han dado la espalda a las 63 medidas.
Especialmente grave ha sido el incumplimiento en otro sector clave de la economía nacional, la construcción de viviendas, de lo que el ministro informó que hasta abril se finalizaron 1.983 hogares, "un cumplimiento del 63% de lo previsto para ese mes". Y una de las cifras más bajas de construcción de viviendas que se recuerdan en Cuba, con lo que ello implica de desatención a una acuciante necesidad social y no saber aprovechar los efectos benéficos de la construcción como motor de empleo y de actividad económica.
En este punto, el ministro Alejandro Gil lanzó un mensaje a sus colegas. "Nos queda mucho todavía para trabajar en 2022, en función de alcanzar las principales metas que hemos previsto en el plan de la economía", y por ello es que nos preguntamos, tal vez, viendo esas dificultades ¿no sería mejor olvidarse de algo que no funciona, que no se cumple y que lo que consigue es frenar el dinamismo de los actores económicos? ¿No sería más razonable olvidarse del plan?
Ni una sola palabra al respecto. El ministro a continuación abordó el asunto del "comportamiento de la empresa estatal y los principales impactos que han significado las transformaciones acometidas, así como nuevas propuestas para continuar avanzando en su fortalecimiento". Todo muy general y sin datos que avalasen las afirmaciones.
Según afirmó ante sus colegas, "este es un asunto de elevada prioridad para el Gobierno cubano, teniendo en cuenta el papel que corresponde desempeñar a la empresa estatal socialista, principal actor de la economía". Y en este punto, sin ofrecer datos que corroborasen sus afirmaciones, señaló que "se aprecia un impacto positivo con las medidas aplicadas, aunque se continúa la evaluación constante de cada una de ellas".
Insisto. Ni un solo dato para evaluar qué medidas han tenido este impacto positivo y de qué modo. Lo último que se sabe de las empresas estatales es que casi medio millar se encontraban en situación de insolvencia, próxima a la quiebra, el pasado mes de marzo. Habría que conocer cómo han evolucionado estas empresas, pero Alejandro Gil no ofreció información al respecto.
Eso sí, el ministro insistió de nuevo en la prédica comunista de que "todavía queda mucho por hacer para realmente convertir a la empresa estatal en actor fundamental de la economía, de ahí la necesidad de trabajar más aceleradamente, con transformaciones más profundas". Es decir, una de cal y otra de arena, por lo que se acaba obteniendo la conclusión de que los comunistas cubanos no saben qué hacer con las empresas estatales. Mal asunto.
Tras la intervención de Alejandro Gil, el Consejo de Ministros abordó la aprobación de los planes de ordenamiento urbano de los sectores C, D y F de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, y del marco legal de las actividades productivas, de servicios y de comercialización de un estrambótico "Ejército Juvenil del Trabajo", que por lo visto se crea "en interés del desarrollo económico-social del país". También se evaluaron las acciones desarrolladas como parte de la "operación Lucha contra coleros y las propuestas para su fortalecimiento". Todo ello muy propio del Consejo de Ministros de una nación, y cuestiones, sin duda, de gran relevancia para la economía cubana. Hay que ver. Ni una sola medida de política monetaria, fiscal o cambiaria. Así les va. Al final, Miguel Díaz-Canel se refirió a la compleja situación electro energética nacional, pero este es otro asunto.
Como nos tiene acostumbrados, el compatriota Elías Amor hace un excelente análisis de la calamitosa situación en la que está sumida la economía cubana, así como del inmovilismo contumaz de los "mayimbes" que padecemos en nuestra Cubita bella.
Sólo me parece oportuno recalcar (pues al leer ese pasaje me pareció entender otra cosa) que el "Ejército Juvenil del Trabajo" es un engendro castrista que existe desde hace decenios.
Terminarán privatizando el mercado eléctrico y de las comunicaciones, que representan a futuro enormes tajadas para capitales foráneos, donde la Junta Militar tendrá sus lascas, como en Rusia. Aunque primero tendrán que hacer una enorme inversión, dada la ruina actual. La empresa estatal no le interesa a la Junta Militar, salvo como moneda de cambio.
Gracias por el resumen