Alina Bárbara López Hernández: 'Hay que defender los pocos espacios que tenemos porque nos van a aplastar a todos'

El 18 de junio, como viene haciendo los días 18 de cada mes, la intelectual cubana Alina Bárbara López Hernández salió al espacio público a protestar de manera pacífica, en lo que ella nombra un "compromiso de conciencia cívica". Desde Matanzas salió hacia el Parque Central de La Habana, junto a la también intelectual Jenny Pantoja Torres, y poco antes de llegar al puente de Bacunayagua, es decir, a poco de abandonar el territorio matancero, fueron detenidas, golpeadas y encarceladas por agentes de la Policía política. Algunas horas después salieron de la estación de Policía de la Playa y, a partir de este suceso, DIARIO DE CUBA conversa telefónicamente con López Hernández.

Lo primero, por supuesto, mientras los tímidos ladridos de su perro chihuahua se cuelan en la entrevista, es conocer su estado de salud. "Estoy realmente muy adolorida ―dice―, porque fue una proyección que yo no me esperaba. Caí de espaldas sin poder protegerme, y el cuerpo me duele más hoy que el primer día, porque todas las secuelas van saliendo. Me duelen mucho las articulaciones, los antebrazos, los pies, los muslos, y los mareos persisten, porque no solo fueron los golpes que me di en la cabeza al caer, fueron también los movimientos tan bruscos que me hacían en el cuello, que yo sentí temor en ese momento, pensé que me iban a fracturar el cuello, que lo que querían era hacer eso".

"Si hago cualquier movimiento brusco, me caigo, tengo que incorporarme, pararme bien y comenzar a caminar cuando ya tengo una estabilidad. No puedo virar la cabeza de pronto, me dicen que eso en unos días se va mejorando, espero que sea así porque realmente es bien incómodo, me provoca un poco de sensación de náusea".

En cuanto a las secuelas que las agresiones policiales causaron a Pantoja Torres, López Hernández sostiene que ella "recibió menos golpes, todavía tiene adolorida toda la parte del diafragma, para respirar le cuesta un poco porque la agente se le encimó, afincó sus rodillas sobre el diafragma de Jenny. Una sensación de ahogo tremendo. Fue un momento realmente muy desesperante, sentirla gritando que no podía respirar".

López Hernández enfatiza, luego de que tocara "la mensajera para dejarle los mandados", que la Seguridad del Estado tiene mucho interés en mantenerla "encerrada dentro de Matanzas". "Ellos tratan siempre de que no llegue nadie al parque [Parque de la Libertad, en el centro de Matanzas, donde cada día 18 hace su acto de protesta cívica], amenazan a todas las personas que han estado alguna vez cercanas a mí, evitan que de La Habana venga alguien a sumarse. Pero si yo estoy sentada sola, que es algo que ellos saben que no voy a dejar de hacer, no había ningún tipo de represión, más allá de la vigilancia, de la molestia; pero el hecho de que yo haya intentado ir a La Habana, eso los descolocó totalmente".

"Ellos imaginaron quizás que yo me iba a constreñir a quedarme acá y yo, simplemente, tengo derecho a hacer una acción de protesta pacífica, una manifestación, en cualquier lugar de mi país. Además, yo les pregunto siempre, lo pregunté en abril cuando me golpearon y lo volví a preguntar esta vez: '¿Es un delito la manifestación pacífica?'. No, con muy mala cara, pero dicen que no. '¿Yo estoy impedida de moverme dentro del país?', No".

"Siempre me dicen que lo que quieren es conversar, pero esa no es la forma de querer conversar conmigo, les digo. Lo que me han dicho otras veces es que temen que se pueda formar un disturbio donde yo esté, que vayan personas y que ocurran actos de violencia o de vandalismo, y yo les he pedido que me vayan a proteger allí, que vayan a proteger el área donde yo estoy para que esos actos no ocurran, que esa es la función de la Policía en cualquier país donde hay una manifestación: evitar que se produzcan acciones violentas contra los manifestantes o de los manifestantes contra las instituciones".

"Ellos dicen que ellos no están para eso, que ellos están para cuidar la tranquilidad ciudadana", narra la historiadora y sostiene que "eso es un raro concepto, porque si en la Constitución está que la manifestación pacífica es un derecho, entonces cuidar que no ocurra nada contra un manifestante o contra varios es una manera de cuidar la tranquilidad ciudadana, pero lo que pasa es que no existen argumentos".

"El argumento real, que no es el que sale a la luz, pero es el que está normando todo esto, es que en Cuba no se pueden ejercitar los derechos mínimos. Libertad de expresión, de manifestación pacífica, mucho menos de asociación, eso no es posible".

Antecedentes: varios años de hostigamiento

"A mí me está persiguiendo Contrainteligencia desde antes de que yo hubiera hecho jamás en mi vida una acción de manifestación pacífica. El 25 de octubre del 2022 ellos me citaron y yo lo único que había hecho en mi vida era escribir con toda honestidad, dando los argumentos que yo creo sobre la situación de mi país, haciendo análisis de contexto, análisis histórico. Ese es mi derecho y mi obligación profesional incluso, y mi deber como científica social que soy. Y ellos no quieren que eso ocurra, por eso me empezaron a perseguir la primera vez que lo hicieron. No pueden justificar con que yo soy peligrosa, yo solo voy a manifestarme".

"La primera vez que lo hicieron, yo no había utilizado nunca esta vía, y si lo estoy haciendo también es porque comprendí en ese momento que ya habíamos llegado a un punto en el que hay que defender los pocos espacios que tenemos porque nos van a aplastar a todos. Es lo que quiere el Estado, de una manera opresiva, utilizando bajo cualquier condición lazos prácticamente mafiosos, porque todo está conjugado, o sea, nadie puede decir que no sabe que esto está pasando".

Sobre su caso, y el hostigamiento policial sostenido contra ella, López Hernández afirma que, al ser "una intelectual con conocimiento, con prestigio, y con cierta trascendencia dentro y fuera de Cuba (...), ellos están arriesgándose a una cosa tan grave como esta, casi a un intento de... yo estuve a punto de morir, en el sentido de que, si a mí me vieran dos veces más el cuello, me lo podían fracturar y yo no estuviera hablando hoy aquí".

"Ellos están tomándose esos riesgos porque están desesperados ―enfatiza―, porque están en un momento en que saben que tienen una debilidad extrema, porque no logran que el país avance económicamente, no existe la menor posibilidad de diálogo social, no habilitan los derechos constitucionales que la Constitución obligaba a hacerlo en 18 meses después de su entrada en vigor, y entró en vigor el 10 de abril de 2019".

Su objetivo: reforzar la conciencia cívica

Es la participación popular uno de los eslabones fundamentales de esa toma de conciencia cívica a la que se refiere López Hernández, quien destaca que "a nosotros, como ciudadanía, nos han excluido desde el día cero de este proceso que fue la Revolución Cubana. Esto no es nada nuevo, la diferencia ahora es que nosotros podemos interpelar al Estado porque tenemos voz para eso, existen plataformas, existen medios alternativos, existe la propia voz de la ciudadanía, las redes sociales, todo eso existe y ya no es posible conjugarlo con un sistema de partido único, de ideología de Estado, dogmático, excluyente. Hay una contradicción fatal en este modelo y la estamos viviendo, y qué pasa, está en un momento de franco deterioro, yo diría de fase terminal, tiene que cambiar obligatoriamente".

No hay pausas ni toques a la puerta ni ladridos del chihuahua cuando López Hernández habla del cambio, ese que, está segura y lo dice con vehemencia, "sí tiene que existir, porque ni siquiera existe base económica para esto. Ya no tienen cómo sostenerse". 

"Los deseos de cambio son muy antiguos, pero las posibilidades reales de cambio no lo son tanto. Son dos cosas diferentes que hay que ver cuando se habla de esto; entonces qué opciones tenemos que no sea la del compromiso cívico. ¿La lucha armada?, en un país destruido como Cuba, ¿una guerra civil?, o una guerra peor que eso, de extinción sería, porque no hay condiciones de la ciudadanía, ni aquí la gente está armada, ni creo que la mayoría de la gente quiera violencia. Además, es una ciudadanía desmovilizada, condicionada por años y años de conformación de un modelo de actuación ajeno a la política, inoculada a través de la escuela, de los medios, del discurso político. Es una desmovilización total, sin la participación ciudadana, sin la toma de conciencia del cambio".

"El compromiso cívico para mí es fundamental, porque eso es lo que puede obligar al Gobierno a tomar conciencia de que tiene que establecer un diálogo nacional, de que tiene que escuchar. A lo mejor yo soy ilusa", sostiene y es rotunda al afirmar que "no estaría de acuerdo con una intervención armada, yo lucharía contra eso".

López Hernández, quien subraya que no salió a hacer vida política disfrutándolo, sino que ve "en esto una necesidad y es lo que estoy haciendo", afirma que continuarán sus manifestaciones de los días 18. Serán en Matanzas, dice, en el Parque de la Libertad, "porque tengo que respetar el hecho de que yo estoy en un proceso legal, del cual me voy a defender, obviamente, pero donde tengo puesta una cláusula de restricción de movimiento. Yo estoy de nuevo en reclusión domiciliaria y, por tanto, no puedo salir de la ciudad. Ni siquiera lo voy a intentar, porque ahí sí me lo van a impedir y sí tienen elementos legales. No quiero decir que los elementos sean justos, de hecho, no son legítimos, pero son legales y yo respeto eso".

¿Cómo lograr el cambio? 

Se trata de la defensa "de una ciudadanía de cualquier aspecto político, opinión política, concepción ideológica, que está imposibilitada de ejercer sus derechos", dice y destaca que "el problema en Cuba ya dejó de ser ideológico. No se trata de izquierda contra derecha, no se trata de conservadores contra liberales, capitalistas contra socialistas. Es un problema cívico".

Ahora la lucha tiene que ser de todos juntos, dice, sin importar el color político. "Yo estoy de acuerdo con todo el mundo que quiera optar por un camino cívico de compromiso en Cuba, de participación, que acepte que el diálogo es una vía, una salida y que sea pacífico lo que hacemos. Yo no tengo ningún problema con lidiar con eso y lidiar con diferencias ideológicas. Ahora, en el futuro, cuando Cuba sea verdaderamente un país plural, respetuoso de todas las opiniones políticas, bueno, yo no voy a formar partidos con personas cuyas posiciones para el futuro político del país no sean las que yo considero que a mí me satisfacen. Pero eso es en el futuro, ahora mismo la condición es otra. La condición es la supervivencia de una ciudadanía aplastada sobre la cual se están utilizando métodos terroristas de Estado, métodos mafiosos para impedir el ejercicio de los derechos".

"Yo siento mucho que hay tantas personas que pasaron por esto y que muchos de nosotros no creíamos posible que cosas como esta que me pasaron a mí pudieran ocurrir y que evidentemente sí estaban pasando y esas personas estaban solas. También porque eran otras épocas, no había internet, no sabíamos mucho, ignorábamos demasiadas cosas. Por tanto, yo me siento mal sabiendo que hubo gente que ha pasado por esto sin acompañamiento y sin solidaridad, o por lo menos sin una solidaridad evidente".

En tal sentido, la historiadora opina que, como ciudadanía, "estamos aprendiendo, estamos dándole un valor al respeto de la dignidad humana, al respeto de los criterios políticos, de las opiniones políticas y así debería ser ahora y en el futuro. Esa es la Cuba por la que yo estoy tratando de hacer algo mínimo, porque yo tampoco soy pretenciosa, yo sé que soy solo una persona. Nunca me he considerado salvadora de nadie, no me gusta el histrionismo público, yo estoy deseosa de que mi país cambie, lo he dicho otras veces, para poder hacer lo que a mí me gusta: escribir, investigar, tener artículos, libros, hacer un poco más de vida académica. Esto es un complemento, creo, porque la intelectualidad tiene que comprometerse, y la manera de yo demostrar eso es comprometiéndome yo también".