Alina Bárbara López Hernández, en pulso con el aparato represivo cubano

La persecución del régimen contra intelectuales cubanos supuso un pulso entre la sociedad civil independiente de la Isla y el aparato represivo en 2023. Uno de los casos más conocidos es el la profesora Alina Bárbara López Hernández. 

Las protestas pacíficas de la matancera en el Parque de la Libertad de su ciudad los días 18 de cada mes, a partir de abril de 2023, constituyen el punto cúspide de un disentimiento que se hizo público cuando López Hernández firmaba en el medio oficialista La Joven Cuba.

Con su presencia en el parque de su ciudad, la profesora reclama la convocatoria a una Asamblea Constituyente y el fin de las prácticas de segregación por razones políticas en Cuba.

En respuesta, la Seguridad del Estado inventó un delito común contra López Hernández, a quien condenó a reclusión domiciliaria en junio y sometió a juicio en noviembre. En ese proceso, fue hallada culpable por el Tribunal Municipal de Matanzas por oponerse a asistir a citaciones ilegales de la policía política.

Usted ha denunciado en múltiples ocasiones el acoso de la Seguridad del Estado. ¿Cómo es un día en la vida de Alina Bárbara?

Realmente un día normal en mi vida no lo impone la Seguridad del Estado. Como mi pretensión no es irme de Cuba, yo necesito que mi vida normal no esté supeditada a ellos. Por esa razón, trato siempre de enfrentarlos utilizando las vías legales, las físicas y la denuncia pública en las redes sociales; y eso me ha permitido lidiar con esta situación. Mi vida normal es la de cualquier persona que viva en Cuba. Como soy intelectual, le dedico tiempo importante en el día a escribir y editar textos, coordinar, que es parte de mi función en Cuba por Cuba, y a su vez atender las redes sociales, leer noticias, informarme. También, por supuesto, tengo responsabilidades domésticas como cocinar, limpiar, lavar, las cosas que hace cualquier persona. Yo vivo en un apartamento en un reparto de los años 70 que se filtra, y tengo que buscar a veces un plomero, un albañil... mi vida normal es esa.

La Seguridad del Estado funciona como los típicos matones de barrio de toda la vida de cualquier sistema y en cualquier país. Son prepotentes y son abusadores, y al mismo tiempo son cobardes. Por esa razón, por ejemplo, ellos prefieren tener detrás de mí —ellos le dicen paparazzi, lo son de hecho— personas que van y cuando entro a una tienda me retratan como si fuera un delito comprar algo en las tiendas de GAESA, que además son las únicas que hay. Sin embargo, cuando fui y me paré frente a la sede de operaciones de Seguridad del Estado con mi cartel y me manifesté no se atrevieron a salir, como no se atreven a impedirme estar en el Parque de la Libertad los días 18 u otros días. Entonces, han adoptado estas estrategias un poco sórdidas, pero patéticas. Y hay que verlos así. Ellos son patéticos, ellos son abusadores, ellos son poco inteligentes. No obstante, es molesto. 

Aunque no con regularidad, usted ha publicado fotos en sus redes sociales de su familia. ¿Cómo afecta la dinámica familiar volverse un objetivo de la Seguridad del Estado?

Mi familia está compuesta por mis dos hijas, una de ellas está fuera de Cuba y la otra estudia sexto año de Medicina; también mi hermana y mis sobrinos. El resto de los miembros reside fuera de Cuba. Entonces, yo he criado a mis hijas de manera tal que ellas saben defenderse y saben establecer límites. Por eso cuando Seguridad del Estado, por ejemplo, trató de secuestrarme el 6 de abril, mi hija mayor puso su cuerpo para defenderme y después fue seguida. Lo principal es no tenerles miedo. Ellos cuentan siempre con el miedo que podamos tenerles y cuando eso no está en la ecuación empiezan a debilitarse. Un día se atrevieron a ir al hospital donde mi hija menor estaba de guardia. El agente de la Seguridad del Estado la amenazó con que me iban a condenar a prisión por lo menos por 25 años por mercenarismo y por escribir en medios enemigos. Ella le dijo que entonces lo que le tocaba como hija era empezar a comprar leche en polvo en grandes cantidades para que no me fuera a faltar nunca en una de las visitas. Al día siguiente, salió de la guardia y fue para la Fiscalía y puso una queja por acoso de ese oficial. La queja jamás ha tenido respuesta, pero nunca más han ido a molestarla otra vez.

Yo me he convertido en los últimos tiempos en la hija de mis hijas. Por lo demás su vida trata de ser lo más normal posible. De lo contrario estaríamos aceptando una imposición que puede afectar psicológicamente. Es muy importante que las familias estén unidas. Seguridad del Estado siempre trata de dividir a las familias, mediante el miedo de unos hacia otros, mediante las molestias de cómo puedo afectar en el trabajo a este si el otro hace algo. Han sido capaces de sugerir, por ejemplo, en esos perfiles falsos que tienen, que  estoy actuando de esta manera porque mi reciente divorcio me ha afectado psicológicamente. 

Usted durante mucho tiempo colaboró con La Joven Cuba. Recientemente ha ocurrido su salida y la de otros miembros del medio. ¿Podría explicarnos el motivo de su decisión?

La decisión de salir de La Joven Cuba no fue mía. EL 16 de enero de 2023, Harold Cárdenas me informó que él iba a recuperar la coordinación y la edición de textos, incluso no me invitó a quedarme como articulista. Al final fue algo positivo que yo saliera porque en los últimos tiempos había conflictos bastante ríspidos en torno a lo que es un medio, lo que es la participación y la actitud de las personas frente a los problemas de Cuba. Harold siempre ha concebido a La Joven Cuba como un medio no opositor, así lo ha dicho explícitamente. Él entiende que lo  primordial es la lucha contra el bloqueo porque el bloqueo es el máximo responsable. Y aunque no niega las características autoritarias y antidemocráticas del Estado cubano, considera que son consecuencias de la política de hostilidad norteamericana. Eso nos separaba, obviamente. Habíamos podido lidiar con esa diferencia hasta que ya no pudimos hacerlo más. Él entendía que yo era demasiado confrontativa para los intereses que él tenía con su medio. Y digo "su medio" porque él siempre dejó claro que La Joven Cuba es su creación.

Él me invitó a coordinar el 3 de enero de 2021. ¡Imagínate qué año tan crucial! El año de la Tarea ordenamiento, del estallido social del 11J. Entonces, lógicamente, no solo yo, sino muchísimos autores que escribían para La Joven Cuba, empezaron a tener una actitud mucho más crítica y menos ingenua hacia la política del Estado cubano y hacia lo que estaba ocurriendo dentro de la Isla. Y eso no fue bien visto por él. Harold entiende que toda crítica debe ser moderada. En mi opinión "moderada" quiere decir "no meterse con el poder". Yo para hacer un tipo de crítica que solo vaya a las consecuencias y no a las causas de las cosas y que vea los factores externos y no los internos de los problemas, pido trabajo en Granma o en Con filo. Ni siquiera hablé de esto explícitamente antes porque uno no debe hablar cuando está molesto y la manera en que ocurrió me dolió. Lo que piensa Harold no tiene nada que ver con lo que pienso yo. Si él no me hubiera dicho que me fuera, yo hubiera terminado yéndome.  

Hemos visto una radicalización de su postura respecto al régimen. Desde sus pronunciamientos iniciales en La Joven Cuba hasta el reciente "Yo acuso ante la opinión pública cubana e internacional a los órganos de Seguridad del Estado". Aun así, usted sigue incidiendo en los canales legales del régimen (denunciar en la Fiscalía, acusar a funcionarios del Gobierno)  ¿Tiene fe en un cambio sociopolítico en el país desde adentro?

Tiene que haber cambios porque el sistema, ni siquiera económicamente se puede sostener. No sé la dirección de los cambios, pero evidentemente el Gobierno está haciendo una transición y la quiere hacer sin acompañamiento de la ciudadanía. Eso se le hará cada vez más difícil, el no estar acompañado por nosotros, por nuestras insatisfacciones, nuestras voces, nuestros criterios. Aunque nos falta articulación porque el propio canal represivo del Estado cubano no permite la articulación, de algún modo se está reconfigurando la sociedad cubana. Está emergiendo la sociedad civil cubana. Y yo creo que el Estado no va a lograr un proceso de transición como ocurrió en los países del socialismo europeo, sin un acompañamiento desde abajo. El acompañamiento, les guste o no, lo van a tener. Eso dependerá mucho de nosotros, de nuestra vitalidad como sociedad civil, de nuestra autenticidad, de nuestro derecho y de asumirnos como actores políticos. Eso va a marcar la diferencia.