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Música

'La censura ha convertido la historia de la música cubana en un Frankenstein'

DIARIO DE CUBA conversa con la musicógrafa Rosa Marquetti sobre Celia Cruz, su vida, su obra, su música y su legado, de la censura y la necesidad de contarlo todo.

Córdoba
La musicógrafa Rosa Marquetii junto a su libro en la tumba de Celia Cruz.
La musicógrafa Rosa Marquetii junto a su libro en la tumba de Celia Cruz. R. Marquetti / Facebook

La entrevista será sobre Celia Cruz, es lo que hemos pactado, sobre su vida, su obra, su música y su legado, sobre la censura y la necesidad de contarlo todo, de poner, negro sobre blanco, la historia de la Reina de la Salsa, pero ha muerto Marta Valdés. Poco antes de que la musicógrafa Rosa Marquetti, autora del libro Celia en Cuba. 1925-1962, atienda desde Madrid la llamada de DIARIO DE CUBA, falleció Valdés en La Habana y el primer pensamiento es para ella, mientras Rosa baja el volumen de una de sus canciones en la voz de Pablo Milanés.

"Yo le debo mucho a ella en el plano intelectual. Y hablaba mucho con ella y fue muy importante en toda mi obra. Ahora me queda un sentimiento de pesar", dice y entonces sí, después de insistir en la necesidad de seguir siempre escuchando a Marta Valdés, íntima, discreta y muy personal, hablamos de Celia Cruz, universal y guarachera, performer y un símbolo de la cubanía, pero también íntima, discreta y muy personal.

"Celia en vida recibió las más altas distinciones culturales que otorga el Gobierno de EEUU. La nación, no el Gobierno, sino la nación, que es más importante. Recibió la Medalla Nacional de las Artes de manos del entonces presidente Bill Clinton. Y recibió otras distinciones muy altas, sobre todo de la ciudad de Nueva York. Porque hay que tener en cuenta que los primeros reconocimientos a Celia fueron en la ciudad que la acogió, la ciudad donde ella decidió vivir", apunta Marquetti como si esbozara un panegírico.

El rostro de Celia Cruz está desde hace pocos meses en una moneda que puso en circulación la Casa de la Moneda de EEUU, como parte del American Women Quarters Program y, sobre todo, como "una de las pruebas más evidentes de que Celia trascendió los límites de una cultura local o de una cultura nacional para convertirse también en un símbolo de la cultura del país que la acogió y donde ella pudo desarrollar todas sus facultades y convertirlas en triunfo", indicó Marquetti.

En tal sentido, dijo que "hay todo un camino de reconocimientos que no es otra cosa que un camino reactivo a la medida en que Celia y su arte musical fueron calando en las comunidades latinas, y en las no latinas también, de EEUU, al punto de que instituciones de esa nación hayan decidido reconocer ese aporte y ese legado de ella en vida. Ya después tuvo otros muchos reconocimientos hasta llegar al Museo Nacional de la Historia de la Mujer y el Museo de Historia y Cultura Afroamericana, y al que quizás pueda ser el más tangible, que es la moneda".

Mientras la Reina de la Salsa es homenajeada una y otra vez por las más importantes instituciones políticas y culturales de EEUU, mientras su legado crece y va mucho más allá de ser patrimonio exclusivo del exilio cubano, el Gobierno de la Isla persiste en un silencio vergonzoso y en mantener a Celia fuera del lugar que, por antonomasia, le corresponde en el tronco raigal de la cultura cubana.

"Celia trascendió con mucho las amarras de la censura, ha llegado al mundo y ha llevado la música cubana al mundo. El hecho de que haya una censura y un ninguneo y un no reconocimiento en nuestro país ya a ella no le afecta. Ya no afecta a su legado, ya no afecta a su memoria", afirma Marquetti y matiza: "Nos afectó a las tres generaciones de cubanos que crecimos sin Celia, vamos por cuatro casi, sin que Celia tuviera presencia en los medios de difusión, sin que Celia estuviera y siga sin estar en los planes de estudio de las escuelas como lo que es, uno de los pilares de la cultura cubana".

"La censura ha sido absolutamente inoperante en ese sentido, porque a la larga, aun cuando crecimos sin tener a Celia en los medios, sin un conocimiento cabal de los triunfos que estaba conquistando, hoy no hay un joven que salga de Cuba y que la nostalgia o la curiosidad no lo haga ir tras la búsqueda de las raíces de su cultura. Ahí está triunfo de Celia".

"Esto no quita que la censura sea vergonzosa para un Gobierno que no es capaz de aparcar el odio, porque la censura es una muestra de odio, y reconocer la grandeza de esta mujer afrocubana, de una extracción absolutamente humilde, que logró convertirse en la cubana más universal", dice Marquetti y agrega: "Lo digno sería reconocer el error, reconocer el agravio que motivó la postura política de Celia y reconocer su grandeza dentro de la cultura cubana".

"A Celia se le demonizó, como se demonizó a tantos otros. Pero en su caso hay un componente que es a mi juicio ineludible en ciertos enfoques cuando se trata de intelectuales y artistas negros. Presuponen algunos que nosotros tenemos que estar agradecidos a la Revolución. Eso es un pensamiento racista de plantación colonialista. Presupone siempre una inferioridad en nosotros. Eso se lo aplicaron a Celia", recalca Marquetti e insiste: "Pero fue tan inteligente que supo separar muy bien los conceptos de Gobierno, a un lado, y patria, nación, país, de otro". En tal sentido, la musicógrafa recuerda que "en cada uno de los álbumes que Celia hizo después de su salida de la Isla hay como mínimo una canción dedicada a Cuba y a la nostalgia del exiliado, a la lejanía".

La censura en la música cubana, en la cultura de la nación, es tan dañina y vergonzante como lo fue en el caso de Celia Cruz, y la estrategia de silenciar, de olvidar, de condenar a decenas de artistas y sus obras a esa Siberia que definió Guillermo Cabrera Infante, sigue siendo un lamentable elemento medular de las instituciones culturales del régimen de la Isla. "El problema es que la censura ha convertido la historia de la música cubana en un Frankenstein. Porque quitas por aquí, pegas un parche por acá y le das a uno cierta jerarquía que no tiene que tener artísticamente", apunta.

Celia en Cuba. 1925-1962

El libro sobre la vida en la Isla de la Reina de la Salsa, publicado recientemente por la Editorial Planeta, "es el recorrido más completo por esa etapa de la carrera de Celia de la que muy poco se conocía", indica un texto promocional y agrega que "ya está disponible en EEUU y Puerto Rico, y recupera el legado, los inicios y el desarrollo de una de las cantantes cubanas más veneradas".

Sobre el proceso que culmina con este libro, que es la primera parte de un trabajo mayor que ya prepara Marquetti, que aborda el largo e intenso exilio de Celia Cruz, la autora dijo a DIARIO DE CUBA: "Yo comencé a investigar su vida viviendo en Cuba, sentía vergüenza al ver que Celia tenía varios libros y ninguno había sido escrito por un cubano. Yo me di la tarea, me la asigné".

"Basé mi investigación en fuentes primarias: la prensa de la época, testimonios de coetáneos de Celia, declaraciones suyas en diferentes entrevistas, en su propia autobiografía y auxiliándome además de valiosos documentos que conserva el Celia Cruz Estate, que, en la persona de Omer Pardillo, me dio amplio acceso a ellos, colaborando decididamente en mi proyecto", dice Marquetti sobre el amplio proceso de documentación que tiene en el libro su resultado palpable.

"Pretendo mostrar a Celia en la progresión de su carrera, en las diferentes facetas artísticas, incluidas sus incursiones en el teatro vernáculo y lírico, la radio y la televisión, el cine, e incluso como actriz en una radionovela, todo esto situándola en los diferentes contextos culturales, sociales y políticos, e incluyendo su presencia e impacto en otros países. Trato de aportar la mayor cantidad de datos y análisis posibles porque hay mucho de la etapa de Celia en Cuba que se desconoce o no ha sido justipreciado. En este sentido, agradezco a Planeta la sensibilidad al decidir publicar mi libro y hacerlo con un sentido popular, interesado en llegar a la mayor cantidad de lectores hispanohablantes", detalla.

El legado de Celia Cruz

"Cuando ella se va, en Tropicana el vacío fue enorme. Porque Celia ―esto muy poca gente lo sabe― era la primera figura de los shows de invierno de Tropicana, que eran los shows más importantes", comenta Marquetti.

"Y la prensa norteamericana de entonces no se equivocaba, porque empezaron enseguida a decir 'la Ella Fitzgerald latina', 'la Sarah Vaughan latina'. Ella era el gran clásico femenino en la interpretación de esos géneros cubanos, y siempre hubo personas que trataron de hacer lo que ella hacía. Yo tengo más de seis declaraciones de ella en entrevistas donde les decía, 'Yo el consejo que doy es que no imiten a nadie, que traten de ser ustedes mismas. Porque ahí es donde está el verdadero valor'".

"El legado de Celia vive gracias a que hay una persona que llegó a su vida, quizás en el segmento final, pero que supo interpretar la grandeza de Celia, supo establecer unas relaciones muy especiales con ella y se ha dedicado a cumplir con lo que le prometió: que su legado no muriera. Esa persona es Omer Pardillo, presidente de la Fundación Celia Cruz".

"Él ha hecho mucho desde sus posibilidades, desde su cercanía extraordinaria a Celia, para que ese legado permanezca de la mejor manera posible. Aparte de eso, yo creo que la propia conciencia que tiene Omer del impacto de Celia en la cultura popular estadounidense ha servido mucho para utilizar los mecanismos necesarios e idóneos para que ese legado esté permanentemente a la altura de los tiempos, con las nuevas tecnologías, con las nuevas formas de comunicarse y con las maneras que tienen los jóvenes de informarse".

"De la etapa que ella vivió, donde tenías solamente un medio que era comprar un disco y oír lo que te daba la televisión, lo que te daba la radio, pasamos a lo que tenemos hoy, que cada cual elige lo que quiere consumir. Y no hay trabas para eso. Entonces, ahí hay una venganza dulce".

"Cuando yo me paré en la Quinta Avenida de Nueva York, frente a la Catedral de San Patricio, y vi la magnificencia de la catedral y de aquella avenida, que es quizás la más famosa del mundo, pensé que una tarde lluviosa todo eso se detuvo para velar los restos de Celia Cruz y que saliera el cortejo fúnebre por toda la Quinta Avenida. Por una negra cubana nacida en las más precarias condiciones. Eso es muy fuerte. Solo así puede entenderse su dimensión real, su profundo calado en la cultura popular de EEUU y su extraordinario legado".

La conservación de los archivos y la desmemoria inducida

"Una cosa a la que le doy mucha importancia es a los archivos. Porque si algo sufrió los desmanes de la censura fueron los muchos discos que se botaron, se mandaron a quemar y a triturar. Los nacionalismos estrechos no funcionan a la hora de conservar lo que documenta nuestra cultura, sus huellas materiales. Por suerte, todos los archivos de la música cubana no están solo en Cuba".

"Gracias a que muchas cosas pueden ser conservadas fuera de Cuba es que hoy las tenemos, y hay una memoria dispersa, sí, pero existe una memoria además de lo que hay en las instituciones en Cuba. A ellas les correspondería tener todo ese legado, pero en nuestro país existen prioridades y también carencias.  Y los archivos precisan de condiciones materiales concretas y avanzadas para su correcta conservación y algo muy importante: la posibilidad de expandir su disponibilidad y socialización mediante la digitalización, que es una forma importante de conservación".

"La única manera de rescatar el legado de esos olvidados, de esos censurados, es trabajar desde todos los frentes posibles, eso lo aprendí de mis maestros Leonardo Acosta, Radamés Giro, Cristóbal Díaz Ayala, Marta Valdés y otros", apunta desde Madrid la musicógrafa y reconoce, acto seguido, el trabajo de sus colegas: "Yo no soy ni la primera ni la única que ha escrito ni que ahora decidió defender la música cubana. Hay mucha gente que lleva mucho tiempo en condiciones muy precarias haciendo un trabajo muy meritorio, con sus propios recursos".

"Y no me gusta politizar este tema ni ninguno de los temas que tienen que ver con la historia de la música cubana, pero no queda otro remedio. Yo no le puedo decir al Gobierno cubano cuáles deben ser sus prioridades, pero Cuba es uno de los tres países que le hicieron la música al mundo. Los otros dos son EEUU y Brasil. Entonces nosotros tenemos una responsabilidad con eso".

Es un viernes por la tarde, falta poco para que empiece en Madrid un concierto de Haydée Milanés y al otro lado de la línea telefónica, con la voz amable y la certeza de que pudiera hablar muchas más horas sobre este tema, Rosa Marquetti se despide con una frase en la que caben Marta Valdés, Celia Cruz y tantas y tantos otros: "No estamos en un momento feliz, pero yo siempre albergo la esperanza de que haya una luz y un poco más de lucidez. La cultura es lo que puede salvarnos".

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