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Educación

La otra cara de la enseñanza en Cuba: final

Los 11 análisis precedentes, encabezados con el título genérico 'La otra cara de la enseñanza en Cuba', brindan una visión diferente a la divulgada por las autoridades cubanas.

La Habana
Valla de propaganda política en La Habana.
Valla de propaganda política en La Habana. EFE

En la República (1902-1958), los gobiernos, desde Tomás Estrada Palma hasta Fulgencio Batista, le imprimieron un notable avance a la enseñanza.

La creación de centros educacionales, la reducción del analfabetismo del 57% al 23,6%, la matrícula de unos 90.000 alumnos en la enseñanza privada, que aliviaba los gastos del Estado y permitía a los padres con posibilidades económicas elegir el tipo de educación para sus hijos, y la formación de miles de maestros en las Escuelas Normales, explica por qué Fidel Castro, en su alegato de defensa en el juicio por el asalto al cuartel Moncada, no incluyó la enseñanza entre los principales problemas a resolver. Tales antecedentes indican que la posterior movilización de más de 300.000 cubanos durante la Campaña de Alfabetización de 1961 fue posible gracias al personal preparado antes del poder revolucionario.

No todo fue perfecto. Hubo fallos en el mal manejo de los fondos públicos y una pobre atención a las zonas rurales: dos males perfectibles, pero cuya solución no requería, sin embargo, de una revolución.

A partir de 1959, erradicada la división de los poderes públicos, disuelta la sociedad civil y concentrado el poder en una persona, comenzó el control sobre la esfera educativa. En diciembre de ese año la Ley de Reforma Integral de la Enseñanza declaró al Estado como único organismo con capacidad legal para crear centros de estudios oficiales en cualquiera de sus niveles. En junio de 1961 se aprobó la Ley de Nacionalización General y Gratuita de la Enseñanza, una normativa innecesaria pues la enseñanza en Cuba no era extranjera. En ese mismo año Fidel Castro pronunció "Palabras a los Intelectuales", donde marcó los límites permitidos: "dentro de la revolución todo, contra la revolución nada". Y en enero de 1962 la Ley de Reforma de la Enseñanza Superior colocó a las universidades bajo el control del Estado y eliminó la autonomía universitaria.

En febrero de 1961 las escuelas normales fueron clausuradas y sustituidas por otras para formar maestros revolucionarios. Desde ese momento la creciente carencia de personal docente obligó a la improvisación, proceso que condujo a la graduación de "maestros integrales" para impartir casi todas las asignaturas, un proyecto cuyo fracaso confirmó la máxima del padre Félix Varela: "Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo".

La Cartilla y el Manual empleados en la Campaña de Alfabetización de 1961 fueron dos instrumentos diseñados para enseñar a leer y adoctrinar.

La enseñanza se empleó para fines ajenos a la educación. Para mejorar las relaciones con la Unión Soviética, dañadas por la exportación de la revolución a otros países, Cuba, en 1968, apoyó la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia, y en 1970 en el aniversario del nacimiento de Vladimir Lenin, Fidel Castro elogió al líder ruso. Ante tal acercamiento, un grupo de intelectuales opuestos a la ortodoxia soviética se alzaron como obstáculo. La respuesta fue convertir el Congreso de Educación de 1971 en Congreso de Educación y Cultura, donde el líder de la revolución llamó a los maestros a ocupar el lugar de los incómodos intelectuales.

La Batalla de Ideas, emergida del litigio por el niño balsero Elián González Brotons a partir de 1999, fue utilizada para levantar el desánimo generado por el derrumbe de la Unión Soviética. También se retomó la enseñanza: se inauguraron miles de salas de televisión, se adquirieron nuevas y modernas imprentas, se compró un millón de televisores a China, se construyeron miles de obras de educación, se crearon nuevos canales educativos, y se estableció el súper ministerio de la Batalla de Ideas.

En la actualidad

La prohibición de las escuelas privadas, la "nacionalización" de la enseñanza, la eliminación de la autonomía universitaria, complementadas con la sentencia "dentro de la revolución todo, contra la Revolución nada", condicionó el terreno para el control monopólico de la enseñanza, que comenzó, según vimos, con la sustitución de la Escuela Normal por la formación improvisada de maestros, la Campaña de Alfabetización y el adoctrinamiento ideológico, a la vez que el ejército de maestros-soldados se utilizó en disímiles fines, como ocurrió en 1971 en el Congreso de Educación y Cultura para desplazar a los intelectuales opuestos a la ortodoxia soviética.

El proyecto del "hombre nuevo", experimento de ingeniería social "teorizado" por Ernesto "Che" Guevara, dirigido a transformar las conductas "heroicas" en acciones cotidianas de las masas —del cual formó parte la Escuela en el Campo en las décadas del 70 al 90 para separar a los adolescentes y jóvenes de la influencia familiar y utilizarlos como trabajadores agrícolas—, junto con la Batalla de Ideas inaugurada en 1999, fracasaron.

Hoy, la enseñanza pública, única permitida en el país, no es ni gratuita ni de calidad. Sus gastos se deducen de los descuentos del salario de los trabajadores y de los gastos que los padres asumen para meriendas, zapatos, uniformes y repasadores privados, mientras algunas escuelas funcionan gracias a las contribuciones de los familiares destinadas a adquirir ventiladores, pintar las aulas, comprar cloro y detergente para limpiar los baños, conseguir papel de escribir y bolígrafos, y bajar de internet contenidos de estudio destinados a profesores y alumnos. Todo lo cual indica que ya la escuela cubana no es solamente estatal, aunque sea el Estado quien dicte sus pautas.

En cuanto al déficit de maestros, en el curso 2022-2023 nada variará. En Sancti Spíritus faltan 923 profesores en los distintos niveles de enseñanza; en Las Tunas, 263, la mayoría de ellos en la enseñanza secundaria básica; en Granma, estudiantes universitarios fungirán como maestros en el curso que se iniciará el 2 de noviembre; y 1.825 maestros provenientes de ocho provincias serán trasladados a La Habana con el consiguiente aumento de gastos en transporte, alojamiento y avituallamiento. La causa principal de déficit: ausencia de libertades, falta de incentivos y bajos salarios.

Más recientemente, el diario Juventud Rebelde del pasado 19 de noviembre reprodujo las palabras de la ministro del ramo, quien reconoció que "La Habana tiene una cobertura de 89%, por lo que se requiere unos 3.000 maestros de otras provincias y profesores contratados de otros organismos". La ministra también reconoció que la industria no ha podido preparar todos los uniformes para el inicio del período lectivo, que "se dará un 50% de las libretas, y el resto se irá entregando durante el curso", que "no se imprimirán nuevos libros y que habrá textos que tendrán que compartirse". Y añadió: "Por muchos propósitos que nos hagamos para elevar la calidad sería imposible si no contamos con el personal requerido".

A manera de conclusiones

Entre las causas de los daños ocasionados a la enseñanza  en Cuba están los de miles de maestros alquilados por el Gobierno a otros países, mientras otros miles de graduados han abandonado la docencia en busca de mejor remuneración salarial o para emigrar del país. Está también la eliminación de la libertad académica, un derecho fundamental que consiste en la libertad de enseñar y debatir sin limitaciones ideológicas, investigar, difundir y publicar los resultados. Una eliminación ratificada por la viceministra primera de Educación Superior, Martha Mesa Valenciano, cuando dijo: "El que no se sienta activista de la política revolucionaria de nuestro Partido, un defensor de nuestra ideología, de nuestra moral, de nuestras convicciones políticas, debe renunciar a ser profesor universitario". Las víctimas de esa política están documentadas por el Observatorio de Libertad Académica en sus informes mensuales.

Sin restarle mérito a uno que otro resultado positivo, el balance se inclina hacia el lado negativo. La obra revolucionaria en la enseñanza tiene más manchas que luces por el daño antropológico causado a cuatro generaciones de cubanos. Una prueba irrefutable de que el control totalitario lo puede todo, a la vez que lo destruye todo.

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1 comentario

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A veces pienso que el envilecimiento del pueblo cubano por la "revolución" ha sido tal que escasamente tiene remedio, a no ser que desaparezca todo el aparato castrista y la gente contaminada, con el tiempo, sea reemplazada por gente nueva y limpia de tanta mierda.