Los gobernantes cubanos no cesan de entonar loas al sistema educativo que implantaron a partir de 1959. Que si llevaron la educación hasta los más apartados rincones de la Isla; que si se eliminó el analfabetismo en 1961; que si todos los niños tienen maestros y todos los maestros tienen aulas para trabajar… En ese contexto también apuntan como un logro el hecho de que todos los graduados de noveno grado cuentan con alguna oportunidad para continuar sus estudios en el nivel medio superior.
Como es lógico suponer dadas las características apologéticas de la prensa castrista, nunca se ofrece información acerca de las deserciones de educandos que experimenta el referido sistema educativo en sus diferentes niveles. Incluso se muestra una imagen color de rosa, como si el engranaje educativo funcionase a las mil maravillas, y todos los niños y jóvenes que matricularon en determinado tipo de enseñanza, terminaran con éxito sus estudios.
Sin embargo, en ocasiones, y de una manera poco convencional, salen a flote las fisuras que posee la educación cubana, a veces expresadas por los propios personeros del régimen. Precisamente, eso fue lo que ocurrió el pasado 26 de julio, cuando el mandatario Miguel Díaz-Canel participó en una jornada de trabajo voluntario con un grupo de jóvenes partidarios del Gobierno.
Después de palear algún puñado de tierra, el señor Díaz-Canel se sentó a conversar con los jóvenes, y como es lógico suponer, el tema de los acontecimientos del 11 de julio se tornó protagónico.
El mandatario, al señalar las causas internas que hubiesen incidido en los disturbios —para el castrismo la mayor responsabilidad recayó en el imperialismo yanqui—, abogó por "trabajar para que los niños no deserten de la escuela, y para que los jóvenes desvinculados del estudio y del trabajo no se conviertan en delincuentes".
Tras escuchar esas palabras del benjamín del poder, se impone la tarea de buscar alguna información que, al menos de un modo indirecto, refleje la deserción escolar en Cuba. Y esa información la encontramos en el Anuario Estadístico de Cuba 2019, emitido por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
Según las cifras aportadas en el acápite "Empleo y Salarios", un total de 193.000 cubanos económicamente activos, es decir, personas en edad laboral sin ningún impedimento para incorporarse al trabajo, poseían un nivel escolar de enseñanza primaria en el referido 2019. Eso significa otras tantas personas que desertaron de la escuela con un nivel de sexto grado, e incluso sin llegar a ese peldaño.
También reportan las cifras que 987.000 cubanos económicamente activos poseían un nivel escolar de secundaria básica. O sea, personas que abandonaron los estudios sin acceder a esa posibilidad que anuncian las autoridades para alcanzar un nivel medio superior.
Lo que no les dijo el señor Díaz-Canel a sus jóvenes es la cuota de responsabilidad que le asiste al Gobierno de la Isla por el abandono de los estudios por parte de niños y jóvenes.
En primer término tendríamos que remontarnos a los años 90, en pleno "Periodo Especial", cuando no pocas familias, abrumadas por la medida gubernamental de comercializar en una moneda diferente a la que pagaban a sus empleados, instaban a sus vástagos a dedicarse a actividades emergentes (porteros de hoteles, cantineros y otras) que posibilitaban chocar con los dólares o los pesos cubanos convertibles. Todo bajo el precepto de que los estudios no proporcionaban utilidad alguna.
Y más para acá en el tiempo, la tozudez gubernamental de obligar a muchos jóvenes a matricular especialidades de obrero calificado o técnico de nivel medio, privándolos de la posibilidad de cursar estudios preuniversitarios, ha hecho que infinidad de jóvenes decidan no continuar estudiando.
Entonces, y a pesar de lo expresado por el presidente, todo indica que hasta que las personas no puedan vivir del resultado de su trabajo, y mientras persistan las trabas gubernamentales en el otorgamiento de las plazas a los graduados de secundaria básica, continuarán las deserciones en el sistema educativo cubano.
Antes de la "robolución", Cuba era el país más alfabetizado de América Latina. Había escuelas nocturnas para quienes trabajaban de día. Las universidades eras gratuitas y accesibles para todos, independiente de su ideología política; solo era necesaria la vocación. Una vez graduado, el exestudiante podía ejercer su profesión donde quisiera, dentro o fuera del país. Hoy para estudiar en la universidad hay que ser un incondicional militante del Partido Comunista. Cuando se gradúa pasa a ser un simple objeto que puede ser alquilado a otro país. El dinero por sus servicios lo recibe el gobierno y a él o ella le dejan la migaja del 10% de lo que el gobierno cobra. Hoy Cuba es el territorio esclavo de América.
Ahora entiendo porque escriben vaca con b, hoy sin h y otras burradas garrafales en los blog.Otro logro más de la revolución. Por cierto en la beca me eché de enemiga acerrima a la profesora del pedagógico por señalarle un error ortográfico y gracias a eso me pasaba sus clases en el pasillo o la dirección.
Bueno, parece que usted después resultó ser maestro emergente.
La dictadura cubana es perversa en todos los sentidos y eso se ha reflejado de modo particular, en el sistema educativo cubano. Por ahí va el artículo, haciendo hincapié en las deserciones de alumnos en los niveles no universitarios. Hay deserciones no sólo de alumnos, sino también de maestros y profesores del sistema en general de enseñanza. Esa realidad no va a cambiar, en tanto no se transforme toda la estructura política, social y económica del país. Cuando eso ocurra -que no parece muy lejos-, los cubanos no vamos a renunciar a las disposiciones de la Constitución de 1940, que garantizaba la enseñanza pública -incluida la artística- gratuita a todos los niveles. Sí, la universitaria también para las personas pobres. Cuba bajo un clima social y político diferente, va a revertir toda esta cultura equivocada de mover la formación del pueblo en función de los intereses de la dictadura. Las personas deben estudiar lo que les exija su vocación y el Estado debe ayudar a eso. No torcerlo.