Raúl Castro debe responder por el azote dramático del Covid-19 en Cuba

Los cubanos no solo sufren hoy la peor ola represiva de toda su historia republicana, sino que con la pandemia del Covid-19 sin control padecen una crisis sanitaria que apunta a una tragedia humanitaria sin precedentes.

Cada día se rompen récords de contagiados y de fallecidos. El 28 de julio el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) reportó 9.323 nuevos contagios y 68 muertes. Dos días antes había reportado 83 muertes. Desde marzo de 2020 se han contagiado 358.378 personas y han muerto 2.560, para un promedio que oscila entre 67 y 83 muertes diarias.

Y ya sabemos que el régimen reduce las verdaderas cifras de enfermos de Covid-19 para no dañar la imagen de la "potencia médica". Seguramente se contagian más de 15.000 personas cada día y ya han muerto de 6.000 o 7.000 pacientes, pero muchos son reportados como fallecidos por otras causas.

El número de hospitalizados ya raya los 90.000, la inmensa mayoría de ellos en centros de aislamiento que la población llama "campos de concentración", porque están fuertemente militarizados y prácticamente no hay atención médica alguna.

En Santiago de Cuba se ven camiones cargados de cadáveres que "se entierran en fosas comunes en los cementerios de Siboney, El Cobre, Juan González y El Cristo". En Guantánamo dos médicos declararon que carecen de algo tan fundamental como el oxígeno. "Nos estamos muriendo poco a poco. Aquí, en Guantánamo, estamos cayendo como moscas”. Son estos testimonios llegados desde Cuba y divulgados por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, con sede en Madrid.

La provincia más golpeada actualmente es Ciego de Ávila, debido a que a las playas avileñas siguen llegando turistas. La mafia militar propietaria de los hoteles se niega a tenerlos vacíos. Todos los hospitales de esa provincia están colapsados hace tres meses. Según los últimos reportes del MINSAP, en Ciego de Ávila mueren el doble de pacientes que en La Habana y se triplica la cifra de Matanzas, que era la más afectada a causa del turismo ruso masivo en Varadero.

Avileños: sin balón de oxígeno, sin medicamentos y sin médicos

Y precisamente de Ciego de Ávila hace unos días me llegó la muy triste noticia de que una prima hermana mía muy querida, Nieves Cruz Quiñones, y su esposo, Alejo Martí, murieron de Covid-19 en esa ciudad sin recibir ninguna atención médica.

Nieves y su esposo, destacados profesores retirados de la Universidad de Ciego de Ávila, fueron internados en el edificio militarizado de la escuela EIDE (Educación Física) en las afueras de la ciudad. Allí no había ni oxígeno para aliviar siquiera la asfixia de los 96 enfermos de Covid-19 recluidos. Había un balón de oxígeno, pero inutilizable porque carecía de la boquilla para inhalar.

Según me relató conmocionada su única hija, Patricia, en ese centro había un solo médico para casi un centenar de pacientes en grave estado, y no había antibióticos ni medicamentos de ningún tipo, ni equipos médicos de ningún tipo. Familiares del matrimonio contactaron a médicos amigos dispuestos a ir asistirlos, a ellos y otros pacientes, pero las autoridades no lo permitieron.

Tampoco los militares a cargo de la EIDE permitieron que Nieves y Alejo regresaran a su casa para que los médicos amigos los asistieran y aplicaran ciertos medicamentos conseguidos. Ninguno de ellos dos estaba vacunado, porque el Partido Comunista (PCC) en la ciudad es el que decide quiénes y cuándo se pueden vacunar. A mi prima y su esposo le habían fijado su vacunación para una fecha que resultó ser para una semana después de sus fallecimientos. Alejo murió 48 horas antes que Nieves.

"Tú tienes una gripe muy mala"

Unos días antes de Nieves fallecer le dijeron que ella ya no tenía coronavirus, que la última prueba había dado negativa. "Lo que tú tienes es una gripe muy mala", le comunicaron. Y muy bajito, ya casi sin poder hablar por la asfixia que tenía, así se lo dijo mi prima a su hija por teléfono.

Sin duda fue una orden "de arriba", pues luego de Nieves fallecer, tristemente asfixiada, escribieron en el certificado de defunción que ella murió de una "trombosis pulmonar", sin mencionar el Covid-19.

Y cuando un familiar mío le preguntó a una de las principales funcionarias del MINSAP provincial si había algún plan urgente de contingencia para detener el avance del Covid-19 en Ciego de Ávila, o recibir ayuda urgente del Gobierno, o desde el extranjero, esta respondió, visiblemente preocupada, que no hay ninguno, y que van a morir muchos más avileños de coronavirus.

También desde Ciego de Ávila dos médicos denunciaron al Observatorio Cubano de Derechos Humanos, con sede en Madrid: "No se hacen leucogramas básicos, no se hacen rayos X, no hay jeringuillas, no hay anticoagulantes, no hay antibióticos, no hay vergüenza (…) hay un solo médico cubriendo tres salas de Covid (…) se está enfermando gente, no importa cuál vacuna cubana recibiera, mueren igual".

Y la culpa de todo cae totalmente sobre la dictadura del terrorista anticubano Raúl Castro Ruz y su asistente Miguel Díaz-Canel. Para empezar, en marzo de 2020, cuando la pandemia ya hacía estragos mundialmente el régimen no cerró las fronteras al turismo y encima lanzó una campaña publicitaria para que turistas de todo el mundo viajasen a disfrutar de las playas cubanas. Solo suspendieron el turismo ya con el virus extendido por el país.

Castro II no aceptó vacunas gratuitas para lucrar con una propia

Tampoco la dictadura aceptó las vacunas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) mediante el Programa COVAX, encargado de distribuir 2.000 millones de vacunas certificadas, y gratuitamente a países pobres. En Latinoamérica COVAX ha entregado millones de vacunas a Argentina, Colombia, El Salvador, Paraguay, Bolivia, República Dominicana, Ecuador, Haití, Honduras, Panamá, Perú y otros países.

Raúl Castro y sus apandillados no las aceptaron porque les importa un comino la salud y la vida de los cubanos. Lo de ellos es enriquecerse como sea. Y decidieron fabricar una vacuna para si resultaba exitosa exportarla al mundo entero y ganar mucho dinero.

Mientras en América Latina la gente recibía vacunas gratuitas y probadamente efectivas, los cubanos no se podían vacunar. Muchos meses después, con el virus atacando por todas partes, fue que comenzaron a ser vacunados con la vacuna Abdala, sin el necesario respaldo científico internacional, lo que explica por qué vacunados en la isla mueren de Covid-19.

Hasta el 7 de julio de 2021 se habían aplicado siete millones de la vacuna Abdala. Pero el periodista independiente Waldo Fernández Cuenca reportó que luego de aplicarse las tres dosis a cientos de miles de personas en Matanzas se produjo la explosión de contagios y muertes.

El MINSAP el 19 de julio reportó unos 4.000 contagiados por cada millón de habitantes durante esa semana, la cifra más alta de todo el hemisferio occidental, y nueve veces superior al promedio mundial. Y eso, con cifras manipuladas y todo.

La dictadura, encima de que causó el agravamiento de la pandemia, ni si siquiera suministra mascarillas a la población.  No hay medicamentos ni en los propios hospitales, que tampoco tienen balones de oxígeno, ni equipos médicos suficientes. Tampoco hay productos de higiene para evitar el contagio. Y si los cubanos salieron en masa a las calles el 11 de julio fue, como decía un cartel, porque "El Gobierno es peor que el virus".

Y aún con el país camino hacia una tragedia humanitaria de grandes proporciones el régimen se niega a aceptar vacunas gratuitas de la OMS y la ayuda humanitaria que ofrecen Washington, la diáspora cubana y la comunidad internacional.

Es ese otro crimen de lesa humanidad a la cuenta de Raúl Castro y sus secuaces.