¡Que alegría! ¡Ya casi estamos en congreso! Y mientras el pueblo emocionado da vivas al inmortal Partido Comunista de Cuba (PCC) se pregunta si estamos regresando al "Periodo Especial". Pero no, los años 80 ya se acabaron. El respiro que nos dió el subsidio soviético no volverá, ese fue el verdadero Periodo Especial. Fuera de esos añitos todo ha sido el periodo normal revolucionario de escasez constante y sacrificios malgastados en una utopía —que ellos saben— es irrealizable.
Los pueblos, como las personas, se acostumbran demasiado rápido a lo bueno, más si un sociópata carismático dice que el futuro luminoso del socialismo se está haciendo realidad. Por ello el horror de los años 90 fue tan sorprendente y traumático; pero, en realidad, los años 60 y los años 70 fueron igualmente calamitosos.
Y si los últimos 20 años dieron cierta esperanza a alguien, debe saberse que fue una ilusión negra como el petróleo venezolano o el infierno. Una esperanza esta vez liderada por un general más egoísta e incapaz, que ni quiso ni pudo mejorar el país y que, al final, prefirió aislarse en sus cotos de caza, y dejarle la finca al yerno millonario y a un fantoche doctorado en la ciencia de la continuidad del cambiar todo para no cambiar nada.
Cuba está empeorando, sí. Es lo que pasa cada vez que el castrismo queda dependiendo de sí mismo: su verdadera naturaleza sale a flote.
La pregunta real es si esta vez llegaremos al patetismo de los años 90: los alumbrones, el pan con frazada de piso y la pizza de condón fundido, la ceguera por déficit vitamínico, los despidos masivos disfrazados de reubicación, los 45 días "voluntarios" en la agricultura o los ahogados escapando del paraíso proletario.
La situación actual es diferente. Aún la mafia que gobierna Venezuela envía suficiente petróleo como para que el transporte funcione y los apagones no sean habituales. El Gobierno se ha hecho de entradas importantes de divisas con sus negocios de trata de médicos y otros semiesclavos; además de exprimir vía remesas a los únicos cubanos productivos, aquellos que viven fuera de Cuba.
Se ha normalizado, si bien a nivel ridículamente básico, que los cubanos comercien entre ellos pudiéndose vender casas, autos, frituras y algunos servicios que dinamizan la sociedad. Estos eran problemas irresolubles en los años 90 por la terquedad ideológica y el pavor de Quién-tú-sabes a perder el control, personaje que siempre priorizó su estatus antes que la necesidad de los 11 millones de miembros de alguna de las organizaciones de masas castrocomunistas.
No obstante, ya hay signos obvios de que las penurias se agudizan. Varias fuentes constatan que el Gobierno se está quedando sin divisas cuando aún Cuba depende de importar casi todo. De ahí las cada vez más tumultuosas colas o la atemorizante falta de medicamentos que comenzó por las farmacias y ya ha llegado a los hospitales.
La crisis del coronavirus está golpeando fuertemente una economía que ha invertido desproporcionadamente en turismo y, por tanto, es muy poco adaptable a otras demandas. El alquiler de mano de obra parece que dejó atrás su mejor momento. Y no se prevé que la industria y agricultura despeguen, pues las políticas que las rigen están diseñadas para mantenerlas paupérrimas; ya que al gobierno nunca le ha interesado desarrollarlas, prefiriendo crecer solo en base a los recursos que maneje directamente él, como los que llegaban de la URSS, de Venezuela o los que consigue GAESA.
De hecho, lo único que lleva el Gobierno al VIII Congreso del PCC es la Tarea Ordenamiento, un enorme movimiento inflacionario con el que las empresas estatales sacarán ventaja en detrimento de los productores autónomos —cuentapropistas y agricultores independientes—, anomalías que el castrismo mastica pero no traga.
A este congreso del PCC se llegará con la misma filosofía económica de siempre: estimular la producción interna "para ir tirando" mientras el Gobierno encuentra una fuente externa con la que financiarse; estando las apuestas centradas en una recuperación de Venezuela, un regreso de Lula al poder, un cambio en la política yanqui, o quizá colonizar Colombia, dónde la izquierda avanza amenazadoramente bajo la orientación de La Habana, experta en usar la democracia para acabar con la democracia.
En fin, el VIII Congreso is coming. Seguramente volveremos a escuchar que el futuro será próspero y sostenible, pero en lo que llega, los cubanos seguirán viviendo este larguísimo Periodo Especial donde a veces la cosa está mala, y a veces peor.
Por supuesto que Sí. Lo anunció el Primer Ministro del DESGOBIERNO cubano.
Lo que ven es que se les han acabado las víctimas a las que parasitar. Ahora se manifiesta su desespero porque ven que Biden no les va a socorrer. La cúpula del régimen sabe que sin el apoyo de Biden están realmente perdidos, sin posibilidad de salida. Cuando los tiranos se ven desesperados es cuando se vuelven peores, más irracionales, más represivos, más ridículos.
¿El Periodo Especial traerá un nuevo Congreso del Partido Comunista de Cuba?
Nuevo? La continuidad de la crisis que.comenzó en el ‘59.
Destruyeron PDVSA ... arruinaron al CAME ... van con esas bendiciones por el mundo ...