Intensa ha sido en las últimas semanas la propaganda oficial sobre el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), como si en esa cita se fueran a tomar decisiones vitales para el país. Sin embargo, la expectativa popular sobre este evento es casi nula, principalmente en el campo, donde se produce la mayor parte de los insuficientes alimentos que recibe el pueblo en medio de la actual crisis.
"El Congreso del PCC es algo ajeno, no se va allí resolver ahí ninguno de nuestros problemas", opinó Fernando, un campesino de Mayarí. "Los mismos que están en el Gobierno dirigiendo a todos los niveles son los que veremos en el Congreso, así que no habrá nada nuevo".
"Son la misma gente que puso la Tarea Ordenamiento y terminó de desgraciar esto que parecía que no se podía poner peor. Es la misma cosa, siempre la misma muela, y el que trabaja no va a dejar de estar jodido con estos precios altísimos de los insumos. ¡Un saco de abono en 843 pesos y un metro de manguera de aniego en 100 pesos! ¿Quién lo aguanta?", cuestionó.
Juan Rodríguez, agricultor que lleva décadas trabajando en el valle, tampoco le ve relevancia al Congreso del PCC, que se realizará del 16 al 19 de abril. "De ninguna reunión de esas ha salido nunca algo bueno para el campesino", dijo.
"A las asambleas de la cooperativa a veces vienen cuadros del Partido y lo único que hacen es exigir cumplimientos de entrega con Acopio. Que si hay que dar el paso al frente, que si el enemigo nos quiere perjudicar… Pero lo que uno ve y siente que le está haciendo daño es lo que hacen aquí mismo; ellos mismos son los que nos afectan", añadió.
"Te exigen que cumplas la entrega, pero ellos (las empresas estatales intermediarias obligatorias) no cumplen con lo que tienen que suministrarte y no pasa nada. Ponen el precio que quieren por lo que uno produce y te imponen también los precios que les da la gana por los insumos que te venden, sin importar si te da negocio o no. Es un abuso, no hay otro calificativo".
"Un saco de fertilizante cuesta 843 pesos y alcanza para fertilizar mil plantas de maíz; la mazorca la pagan a dos pesos si es de primera, pero con los impuestos queda en menos. Al final, la mitad del maíz, si hay suerte y se da bueno, es para pagar el abono. Pero hay más gastos: roturación, la siembra, la semilla, la limpia, el aporque, la recogida y el riego, si tienes posibilidades", enumeró Rodríguez.
"Lo que ganas con la producción se va al piso y el costo de la vida sube semana tras semana. Eso no hay quien lo aguante, no se puede echar fertilizante y entonces hay menos producción. Los que dirigen este país, o están 'perdidos en un campo de lechugas' o son unos abusadores. Y parece que estas cosas no tienen solución. Viven en reuniones y son siempre la misma gente. Tal vez ahí mismo esté el problema. Hablan muy bonito, pero en la concreta todo lo que inventan es para joder, nunca para ayudar", aseveró.
Las opiniones en el campo contrastan con el discurso oficial edulcorado, según el cual el PCC es la vanguardia de toda la sociedad cubana y la garantía de su progreso, solo entorpecido por el fantasma del "enemigo".
El Partido Comunista es el único legal en Cuba, y la Constitución le da un papel "rector" en la sociedad que, en la práctica, lo sitúa por encima de la propia Carta Magna y del pueblo, que queda como un soberano meramente nominal.
Lo entiendan o lo intuyan, los cubanos no creen en el mito de que "el PCC es la vanguardia de la clase trabajadora", ni que "en el Congreso está la vanguardia del PCC". Mucho menos creen ya en la vetusta y ficticia "alianza obrero-campesina".
Es en los campos cubanos donde el PCC tiene su menor índice de militantes y estos están principalmente donde menos independientes son los agricultores, algo que dice mucho sobre sus métodos de selección.
"En las CPA (Cooperativas de Producción Agropecuarias) y las UBPC (Unidades Básicas de Producción Cooperativa), siempre logramos tener un núcleo del Partido funcionando, pero en las CCS (Cooperativas de Créditos y Servicios), donde los campesinos son dueños de sus tierras y están más por su cuenta, es raro un núcleo propio", comentó a DIARIO DE CUBA una exfuncionaria de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en Mayarí, bajo condición de anonimato.
"Normalmente, en las CCS los militantes son aquellos campesinos que ya fueron obreros de empresas estatales y allí fueron integrados a la organización política, o los mismos cuadros directivos de la cooperativa", afirma la todavía funcionaria pública, aunque ahora en otro ramo.
"Se hace realmente difícil que alguien acepte comenzar 'el proceso' y mucho menos los jóvenes, que ponen miles de excusas para no aceptar pertenecer a la UJC (Unión de Jóvenes Comunistas), el camino natural para llegar al PCC. Entonces, como son pocos, los militantes se ubican en el núcleo de jubilados del Consejo Popular donde radican o en el de alguna empresa estatal cercana", explicó.
Teniendo en cuenta que, de las 4.824 cooperativas agropecuarias del país, el 51% son CSS, se puede inferir que en más de la mitad del campesinado cubano el Partido Comunista tiene poca influencia, más allá de su control sobre toda la sociedad. No en vano el poco impacto popular del anuncio de un nuevo Congreso, en medio de la mayor crisis económica y política de las últimas décadas.