En sociedades cerradas como la cubana, los congresos y otros eventos organizados por la cúpula gobernante son, por lo general, meras fachadas para dar a conocer directivas ya aprobadas por un reducido número de integrantes de esa casta dirigente. En ese sentido existen indicios de que el próximo VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) no será la excepción, máxime si tenemos en cuenta los editoriales y artículos que ha venido publicando al respecto el periódico Granma, órgano oficial de esa organización política.
Precisamente, uno de esos editoriales trató acerca de la "política de cuadros", calificada por ese diario como "crucial para el destino de la nación". Si todo transcurre como se ha venido prefigurando, este evento certificará el ascenso a los primeros planos de una nueva generación, en reemplazo de los históricos que hasta ahora han dirigido el PCC. Lo anterior podría incluir la salida de Raúl Castro de la jefatura del PCC, y la llegada de Díaz-Canel a esa posición cimera.
Resalta además la anunciada preparación que han recibido algunos cuadros procedentes de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) para ser promovidos a responsabilidades superiores en el PCC. Por ejemplo, el caso de Susely Morfa González, exprimera secretaria de esa organización juvenil, que actualmente cumple funciones partidistas en la provincia de Matanzas.
Sin embargo, no escapan a la mirada de cualquier observador los objetivos trazados por anteriores citas partidistas —en especial los dos últimos congresos—, que hasta el momento no han sido cumplidos. Uno de ellos se relaciona con la rotación de los cuadros por las diferentes responsabilidades partidistas y gubernamentales. Porque aquí no ha habido rotación alguna, ni en el PCC ni en el Gobierno. La cúpula partidista, el Buró Político y el Secretariado, ha permanecido inalterable, mientras que la mayoría de los ministros del Gobierno, algo casi inédito a nivel internacional, permanecen largos años en sus puestos. Tales son los casos, por solo citar los más notables, de Bruno Rodríguez Parrilla, Ena Elsa Velázquez y Rodrigo Malmierca.
Por otra parte, la prometida promoción de mujeres, negros, mulatos y jóvenes a cargos dirigentes apenas se manifiesta. En el Buró Político del PCC, por ejemplo, de sus 17 miembros, solo hay cuatro mujeres y tres negros (Esteban Lazo, Valdés Mesa y Miriam Nicado). Y en cuanto a jóvenes, no se ve a ninguno. Los de menos edad rozan o pasan de los 50 años, sobresaliendo la colección de setentones y octogenarios que lo componen.
Otro de los editoriales de Granma se refiere a la prioridad que habría otorgado el PCC a la lucha contra las discriminaciones y prejuicios por el color de la piel, género, orientación sexual y creencias religiosas. Con independencia de lo que resta por alcanzar en cuanto a tales manifestaciones, no podemos admitir que un partido que se autocalifica como "la vanguardia organizada de la nación cubana" —así lo dice el Artículo 5 de la Constitución de la República— se haga el de la vista gorda, o más bien apoye, la marginación y el hostigamiento que padece otro componente importante de la nación cubana: las personas que piensan de un modo diferente.
El órgano oficial del PCC también se jacta de que "en los últimos años se ha realizado un seguimiento sistemático de los estados de opinión de la población". De haber sido así, tal vez la maquinaria del poder habría aquilatado el desfavorable impacto de la Tarea Ordenamiento sobre el ciudadano de a pie.
Una encuesta reciente llevada a cabo por el periódico Juventud Rebelde en las principales ciudades de la Isla arrojó que al 39,2% de las personas no les había alcanzado el salario del mes de enero para llegar al cobro de febrero. Al 21,05% el salario no les satisfizo sus necesidades, mientras que el 2,4% de los encuestados manifestó no tener ingresos por hallarse desempleado.
Al propio tiempo, el 99,4% de las personas declaró en esa encuesta que había gastado buena parte de su salario en la compra de alimentos en la economía informal, a precios superiores a los fijados por el Gobierno, lo que conocemos como la bolsa negra. Una muestra fehaciente del desabastecimiento que exhiben los mercados estatales.
Ojalá que el próximo VIII Congreso del Partido se digne a abordar algunos de estos tópicos pendientes de solución.
No sean pesimistas, después del congreso quedará todo resuelto
Ojalá que el próximo Congreso se celebre en el
Infierno, presidido por el cagalitro en jefe.
// Lo que encaminaría Cuba no es lo que haga o deje de hacer el castrismo //
Sino LO **TODO** QUE PODRÍAMOS HACER NOSOTROS QUE NO HACEMOS.
Para mí que este Sr. que escribe el artículo resulta un total ignorante histórico-cultural-filosófico-ideológico del castrochavismo actual o forma parte del aparato de promoción y propaganda de la dictadura estalinista-fascisto-esclavista cubana, porque escribir tantas sandeces juntas no es posible en un ser humano que conozca de verdad las entrañas de ese maquiavélico engendro mal llamada Revolución Cubana.
Ese Congreso y lo publicado por Granma, es puro entretenimiento, para marear a los cubanos que siguen creyendo que allí hay socialismo y que el Partido es "la fuerza dirigente..." etcétera, etcétera. Ni hay planes para mejorar la vida de los "obreros y campesinos" --dizque base social de un Estado socialista--, ni las promociones que se implementarán tienen un significado diferente a lo que ha sucedido hasta hoy, que es la incondicionalidad del promovido ante la cúpula que dirija ese país bajo la divisa de la continuidad; las promociones que se hagan garantizarán la permanencia de los militares y sus corporaciones. La diversidad de género y razas no garantizan la eficiencia de ese régimen. Lamentablemente, ese "ojalá" de la última frase de este artículo es puro wishful thinking, además de que esos cafres no tienen dignidad alguna para abordar ningún programa social que no sea lucrativo para sus empresas y administraciones.
Mientras vivan los dinosaurios ''históricos'' NO habrá reemplazo REAL de la dinastía mafiosa.