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Transporte

Transporte en Santiago de Cuba: el Gobierno se desentiende, los particulares se encargan y la población paga

La escasez de combustible y la poca disponibilidad de ómnibus profundiza la crisis en el transporte público en la provincia.

Santiago de Cuba
Una multitud de personas intenta subir a un taxi.
Una multitud de personas intenta subir a un taxi. DDC

Extenuada y huraña, Marisol regresa a su casa. La odisea que comenzó al amanecer tiene su segunda parte a las 8:30PM, al subirse al Chevrolet de Alexis, que cubre la ruta entre la Textilera Celia Sánchez y el Hospital General Juan Bruno Zayas, en Santiago de Cuba.

Luisito —el machacante— la recibe en camiseta, chancletas de baño y un short que no soporta más mugre. Su bienvenida es lacónica y a quemarropa: "Pura, póngase el nasobuco, móntese, y afloje los cinco pesos, si no eche raíces esperando el P-5".

Héctor, un camillero que labora junto a ella en terapia intermedia, grita que le guardó un asiento y agrega: "No discutas. Ese infeliz lucha por llenar el camión de gente. Así se busca un dinero extra ¿Cuándo te acostumbrarás que en Cuba se vive del invento porque el salario no alcanza para ser honesto?".

"Calma, vecina. Subes o te quedas aquí hasta mañana. Los culpables son quienes ponen la transportación pública en manos de estos ineptos. Así el Gobierno se desentiende del problema y deja que los particulares lo resuelvan a su manera", comenta Rafa, un cincuentón que vive cerca de Marisol.

Refunfuñando, la enfermera guarda el monedero y replica: "No son infelices. Los camioneros extorsionan al pueblo, nos maltratan, se aprovechan de las dificultades. No puede ser que el salario mínimo de este país sea 225 pesos y tenga que gastar casi 300 todos los meses en ir y venir del trabajo".

"Señora, con el debido respeto, usted está equivocada. Yo no la ofendo y tampoco la engaño. El Estado fija los precios, paraliza sus ómnibus y reduce sus gastos, pero no nos da ni piezas, ni petróleo, y encima cobra impuestos astronómicos", impugna el conductor cerrando la puerta.

A la altura de los 18 plantas de la avenida Victoriano Garzón, Marisol no transita en un camión, sino en un "globo rodante sobre el pavimento". Son 24 los pasajeros sentados y autorizados en la Licencia Operativa a viajar a ese precio, pero viajan 60 y casi todos de pie, incluso en el estribo.

A Herminia, una residente de La Risueña, le sale un grito que provoca risas y polariza las opiniones: "Machacante, esto es un camión, no una liga que estiras hasta donde te da la gana. Deja el abuso, que uno paga por ir cómoda en este cachivache".

Orestes, que apenas puede sujetarse y se sostiene en un solo pie, refuta: "Hermana, tenemos que apretarnos, sabrá dios a qué hora pasa una guagua".

En tanto, Rosita, al descender en la Plaza de la Revolución, gruñe entre empellones y codazos: "De aquí una sale embarazada. Si viajáramos con nuestros maridos esto fuera un ring de boxeo. Unos te recuestan hasta los dientes y estos sinvergüenzas creen que somos sardinas en lata".

En el Micro 8 Marisela saca un pañuelo, se seca el sudor y exterioriza su rabia: "Ustedes son abusadores; lo único que les interesa es el dinero". Luisito responde sereno: "Mire la hora que es y estamos trabajando, sin dejar botado a nadie; además, ¿usted ve una guagua? Quéjese, ese es su derecho".

Y ese, a groso modo, es el conflicto que más de medio millón de habitantes de la ciudad de Santiago de Cuba sortea a diario para llegar a sus centros laborales y retornar a sus hogares, luego de que las autoridades reajustaran el servicio de transportación estatal debido a la falta de combustible.

En este territorio la razón y la escasez continúan sin compaginar a la hora de encauzar el tema tan peliagudo, en buena medida porque el Consejo de la Administración delega sus funciones en los porteadores privados sin el aseguramiento debido y el control necesario.

Ángel Velázquez Irsula, subdirector provincial de operaciones, declaró al semanario oficial Sierra Maestra que los ómnibus que cubren los itinerarios en las zonas urbanas, suburbanas, rurales e intermunicipales tienen notorias e indefinidas afectaciones.

El directivo confirmó que las rutas principales laboran básicamente en los horarios picos, las complementarias hacen función de trompos en los momentos de mayor afluencia y las suburbanas —con recorridos a las montañas— al 51%, en días alternos, según el reporte titulado "Se reducen los servicios de transporte público estatal", publicado en la versión impresa del periódico provincial el pasado 12 de septiembre.

"Hacia el resto de los municipios salen uno o dos viajes diarios, mientras que los poblados solo cuentan con un autobús, dependiendo de sus condiciones técnicas. Además, a partir de las 8:00PM en Santiago de Cuba solo se mantienen circulando los ómnibus de cierre de línea", apuntó Velázquez Irsula.

La situación es tan grave que el primer secretario del Partido, Lázaro Expósito, reconoció en el programa televisivo En Línea Contigo que el descontrol, la falta de organización y la escasa disponibilidad de recursos son el caldo de cultivo que acentúan la insatisfacción y el descontento.

Tras escuchar más de un centenar de quejas enviadas a TeleTurquino, Expósito pidió a los funcionarios del sector no ampararse en las justificaciones y resolver la insensibilidad de quienes se escudan en sus ineptitudes y lucran con las ilegalidades.

Beatriz Johnson, gobernadora de la provincia, aceptó que, aunque el problema del petróleo es real y el municipio no dispone de los 150 ómnibus urbanos que precisa para solventar la demanda de todas sus rutas, existen variables para mejorar un servicio hasta ahora insoluble.

El conductor del programa puso a disposición de los televidentes varios reportajes que denuncian la violación de las tarifas, la inestabilidad vigente y otras infracciones que irrespetan a los pasajeros, estafan la política tributaria y convierten al transporte urbano en un negocio irrentable, desordenado y anárquico, por lo menos para el Estado.

Irsula Reyes, en una de las entrevistas, recordó los riesgos y el costo que a diario enfrentan los santiagueros que optan por trasladarse en unas 30.000 motocicletas particulares, fenómeno que es exclusivo del municipio cabecera y cuyos pilotos cobran entre cinco CUC y 20CUC, de acuerdo al tramo.

Para Osvaldo Hernández las piqueras de los hospitales deben revisarse, pues los taxis arrendados están a merced de los adinerados. Además, sin supervisión ni control, opera el transporte obrero, que transita con exceso de pasajeros, sus choferes jamás depositan el dinero en las alcancías y casi nunca entregan la recaudación a sus empresas.

Las autoridades del Ministerio de Transporte fueron incapaces de dar una respuesta convincente a los habitantes de los enclaves más intrincados, donde apenas se mantienen activas el 15% de las rutas que operaban hace tres décadas.

Comentarios a favor y en contra suscitó la intervención de Mayra Pérez, vicepresidenta del Gobierno, cuando anunció que se escribían las normativas para la venta —a precios diferenciados— de motores, piezas, combustible y otros agregados que demandan los porteadores privados, una promesa dilatada y no del todo eficaz para eliminar la convivencia con en el mercado negro.

La funcionaria confirmó que los inspectores comenzarían las rondas diurnas y nocturnas para detectar y corregir las infracciones, algo que desconcertó a los televidentes, pues pensaban que ese era el objeto social de quienes no tienen otra función que la de velar por la legalidad, la institucionalidad y el orden.

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