El margen de actividad que el Estado ha dejado para el sector privado es de muy poco valor agregado. En general, este sector está forzado a reflejar especularmente sus costos en los precios finales de sus productos o servicios.
Una mirada especial necesita el precio de mano de obra, pues el 24% de los "cuentapropistas" son en realidad asalariados de otros cuentapropistas. Lo normal ha sido que cobren más que los empleados públicos, compensando así la mayor exigencia e inestabilidad laboral. Si el sueldo estatal sube, subirá también el privado, pero parece imposible que lo haga de forma proporcional a la quintuplicación salarial que está anunciando el Gobierno.
Esto significa que para el 24% de los cuentapropistas la "Tarea Ordenamiento" es una mala noticia, pues perderán capacidad adquisitiva comparativa. Esto quedaría compensado en un amplio sector de estos trabajadores para el que las propinas son parte importante de los ingresos, pero solo si el Gobierno permite que los turistas puedan pagar en divisas lo que consuman dentro del país, lo cual aún no está aclarado.
Cuestión aparte es cuánto del gasto añadido que soportarán los cuentapropistas repercutirá en sus clientes. La curva de demanda tendrá que ajustarse según el nuevo poder adquisitivo, que está por verse si crece o disminuye, aunque intuitivamente se podría predecir que ambas cosas sucederán al mismo tiempo. Un aumento del circulante, sin un aumento equivalente de mercancías por incremento de productividad o de inversiones, tiene el malsano efecto de elevar precios sin que haya crecido la demanda y, además, tiende a concentrar los dividendos en un sector "ganador".
De esto se podría deducir que los servicios más utilitarios —transporte, cafeterías, reparaciones— se ajustarán al alza según el costo de esa canasta básica que las autoridades han anunciado; mientras que el sector más exclusivo —restaurantes, locales nocturnos, transporte de lujo, organización de eventos, grandes obras constructivas— a la larga podrá subir los precios proporcionalmente más, enfocados en la élite criolla y el turismo.
Por supuesto, ya el Estado tiene un plan para evitar que esto suceda. Su sentido del humor es infinito.
Una parte del plan es rebajar impuestos y reducirles así los costos a los cuentapropistas, compensando parte del beneficio que perderán por el aumento de precios de materias primas y mano de obra. Esta idea solo cabe en esas mentes marxistas que aún no entienden que rebajar impuestos es maravilloso, pero nada tiene que ver con la formación de los precios, que depende exclusivamente de oferta y demanda.
En realidad, el Gobierno cubano solo rebaja impuestos por una razón: poder justificar la represión de lo que luego considere "precio excesivo", y aquí cuela la segunda parte del plan: "se le da facultad a los gobiernos municipales para que puedan concertar acuerdos con los trabajadores por cuenta propia en cuanto a los precios que fijan por sus servicios".
Esto crea varias dudas: ¿los gobiernos municipales "concertarán" precios con cada cuentapropista individual? ¿Con cada sector? ¿Con cada sector según el área geográfica donde ejerza? ¿O según el tamaño del local, o la cantidad de empleados, o la facturación anual? ¿Permitirán la creación de asociaciones independientes de cuentapropistas que sirvan como interlocutores? Esto último es broma, jamás lo harían.
Las estructuras políticas que se han creado recientemente —gobernadores, intendentes—, los planes de Desarrollo Municipal, los Sistema Alimentarios Locales, y ahora esto, parecen indicar que la idea de descentralización con la que trabajan es convertir una economía centralizada nacional en 168 economías centralizadas municipales, federadas bajo la batuta del Buró Político, o el Consejo de Ministros, o el MINFAR… quien sea que mande en Cuba.
Una peculiaridad que hay que tener en cuenta es que en los inversionistas cubanos anida una especie de ansia por recuperar lo antes posible el capital adelantado, debido a la inseguridad jurídica y la corrupción generalizada que los hace muy vulnerables a caprichos o extorsiones administrativas. Esto contamina su cálculo económico y los empuja a maximizar sus precios de modo cortoplacista. ¿Aliviará esta ansiedad que empoderen más a los funcionarios municipales? La experiencia latina, tanto americana como europea, apunta en sentido contrario.
Este novísimo mecanismo "cercano" de creación burocrática de precios, será tan ineficaz como cualquier otro que no permita una amplia libertad de oferta y demanda, algo que, según razona el Ministro Gil, "no es justo en condiciones de escasez", obviando que lo verdaderamente injusto es la escasez que crea el Gobierno al impedir que la economía funcione bajo principios de oferta y demanda.
Es más probable que el Quijote derrote a un gigante, que el Gobierno cubano tenga éxito controlando los precios cuentapropistas sin que lo paguemos todos con más colas y carencias. El manchego tenía la excusa de los que deliran, ¿cuál será la excusa de la Revolución?
Después dicen que la cosa está mala, miren la pizarra con todas las ofertas
LA UNICA solucion a esta gran tragedia economica seria que el estado permitiera a los cuentapropistas importar directamente desde el exterior sus insumos.Si le vende los insumos en dolares y a altos precios ,como cobrarian sus productos y servicios en pesos cubanos ,eso es totalmente absurdo y es decirle de forma casi directa ,,,cierren.Estos inventos de los Castristas cada dia dejan mas que pensar ,sera que quieren instaurar una semiesclavitud generealizada en la isla?