Puede que la unificación monetaria sea el titular en Cuba, pero es una cortina de humo

Puede que la unificación monetaria sea el titular, pero es una cortina de humo. Aprovechando la lógica preocupación del público por el destino de sus CUC, las autoridades cubanas introducirán un paquetazo que pasará desapercibido en una población contenta de que su dinerito no se esfume en la unificación, y de que además le multipliquen por 4.9 el salario.

De lo anunciado, los cambios verdaderamente relevantes están dentro de la economía, y uso el adverbio "dentro" intencionalmente, pues obviando la macroestructura económica, apuntan al orden interno, intraempresarial. La "gran idea" es forzar dentro de una economía planificada incentivos capitalistas.

A primera vista, los que defendemos el libre mercado deberíamos alegrarnos de un avance en ese sentido, pero eso sería cegarnos con la cortina de humo; intentar salvar el socialismo usando herramientas del capitalismo puede catalogarse de estafa, con el agravante, y eso lo explicaremos a continuación, de que volverán a fracasar económicamente, y lo saben pero no les importa, porque su verdadero objetivo es dilatar la permanencia del modelo de control económico centralizado, garantía del poder absoluto del Estado sobre los ciudadanos.

Entendamos que el mayor problema de la economía cubana es la improductividad, y ninguno de los "apaños" anunciados corregirá esto. La cuestión es simple: la productividad solo aumenta cuando median los incentivos adecuados. Esos incentivos dentro de una economía planificada sencillamente no existen, no porque se les haya olvidado concebirlos en el plan, sino porque el diseño planificado impide taxativamente que se generen. Demostrémoslo basándonos en el programa que expusieron.

Los anuncios principales son: unificación monetaria y cambiaria, eliminar gratuidades y subsidios, quintuplicar los salarios y subir los precios. La apuesta es que con salarios más atractivos y menos gratuidades, la gente demandará más trabajo y lo ejercerá más productivamente, lo que junto a una ya anunciada devaluación monetaria estimulará las exportaciones. Pero ese planteamiento contiene varias falacias:

1- En Cuba no hay gratuidades ni subsidios, lo que hay es una repartición del beneficio de la propiedad social. El pueblo todo, los que trabajan y los que no, son propietarios de la economía estatal, que incluye lo que producen las empresas estatales y los ingresos por impuestos a los cuentapropistas. El Gobierno lo que hace es repartir, lo más equitativamente posible, esas ganancias sociales.

2- En Cuba no hay desempleo voluntario. Muchos cubanos trabajan en el mercado informal porque la economía estatal, de tan esclerótica, no ofrece salarios reales atractivos. De hecho, al sector estatal le sobran varios cientos de miles de trabajadores.

3- Aumentar salarios nominalmente no es un estímulo para que la gente trabaje más. Sí, inicialmente la subida será impactante, pero se diluirá rápidamente en el incremento de precios que ya están anunciando, y en los ajustes que en poco tiempo la economía no estatal tendrá que hacer para adecuarse al nuevo valor de la fuerza laboral y a los nuevos precios de los insumos.

4- Efectivamente, devaluar el CUP avivará la exportación, pero el correlato es que venderán internamente solo los que por mala calidad no puedan exportar, pues los interesados en vender en plaza a unos precios iguales a los del mercado internacional, menos el costo de la operación, encontrarán presiones administrativas en su contra, además de un desfavorable tipo de cambio si tienen que aprovisionarse afuera. Esta situación fomentará tanto el mercado negro como la inflación, que aun reprimida, minará el salario real, y esto redundará en nuevas bajadas de productividad.

La devaluación monetaria será eficaz solo si incentiva a los poseedores de moneda extranjera a venir a invertir para desde aquí exportar, creando así nuevos puestos de trabajo realmente sostenibles, expandiendo la inversión de capital y aumentando la producción de mercancías, un verdadero aumento de la productividad que sí podrá absorber subidas puntuales y sectoriales de salarios sin generar inflación.

Pero como la última Ley de Inversión Extranjera ha sido un fracaso al nivel de la "Zafra de los Diez Millones", y de momento ni hablan de estimular las inversiones liberalizándolas, cesando el rol mediador del Estado, pues esta especie de dumpin financiero que planean tendrá un efecto imperceptible, probablemente menor que la pérdida anual por descapitalización. Seguiremos para atrás.

Pretender que una economía planificada centralmente funcione en base a incentivos capitalistas es una contradicción. Mientras los precios sean burocráticamente establecidos —que es lo que siguen haciendo al instaurar salarios por decreto y topar precios mercantiles—, no sirven para el cálculo económico, que es la base de una economía dinámica, única, donde se pueden ir descubriendo empresarial y creativamente las ventajas circunstanciales del mercado; es decir, donde hay oportunidades para ganancias extraordinarias, quizás la fuente más importante para los incentivos productivos.

Convencido de la incapacidad del modelo, el Gobierno cubano sigue dando vueltas intentando transformarlo en algo más, pero que no implique perder el control que obtiene de la planificación centralizada. Está destruyendo el socialismo, sin construir el capitalismo.