Las sanciones de EEUU a la economía cubana crean oportunidades, pero también riesgos

Visto lo visto, y por lo que pueda quedar, el Gobierno comunista cubano tiene que empezar a hacerse a la idea de que la Administración Trump va a seguir apretando las cuerdas al conglomerado de empresas de militares y de Seguridad del Estado que sostienen al régimen, y que todavía queda mucho por hacer.

Quien avisa no es traidor y cierto es que guerra avisada no mata soldados. Los dos refranes son buenos para afrontar lo que se viene encima. Justo ahora se acaban de aprobar nuevas sanciones del Gobierno de EEUU, en plena campaña electoral presidencial, a la empresa de remesas de la Isla American International Services (AIS), incluyéndola en la "lista negra" de entidades con las que los estadounidenses tienen prohibido efectuar transacciones.

De nada han servido los lamentos del canciller Bruno Rodríguez defendiendo el derecho de las familias a enviar y recibir remesas, seguidos de ataques furibundos contra Estados Unidos. Los dirigentes comunistas cubanos caen en el más absoluto de los ridículos cuando defienden la libertad y la libre elección, algo que en Cuba está prohibido. Esta vez, parece que la suerte está echada, y el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, informó a través de un comunicado que su departamento procedería "a incluir a AIS, cuya compañía matriz es FINCIMEX, empresa perteneciente al Ejército y Seguridad del Estado cubanos, en la Lista Restringida de Cuba", haciéndose efectiva la medida de forma inmediata, desde este martes 29 de septiembre.

Hasta ahora, el Gobierno de EEUU no había intentado aplicar sanciones a la actividad de las remesas, tan solo había limitado su importe a una cuantía más que suficiente para la depauperada economía cubana. Sin embargo, las autoridades se han percatado de que el régimen cubano, en las condiciones actuales, solo está obteniendo divisas a partir del flujo incesante de remesas que envían las familias en el exterior a los suyos en la Isla.

La venta de servicios profesionales médicos va de capa caída, y el turismo está paralizado, lo mismo que el negocio petrolero con Venezuela o las exportaciones de materias primas. En tales condiciones, las remesas han quedado como la única fuente que introduce aire fresco en la maltrecha economía castrista, e incluso el Gobierno se aprestó a drenar las mismas, introduciendo las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC) y ampliando el número de bienes y servicios que se pueden comprar en dólares.

La aplicación a FINCIMEX de las consecuencias derivadas de la Lista Restringida obedece, según Pompeo, a que se trata de "una entidad financiera controlada por el Ejército cubano que procesa las remesas enviadas al pueblo cubano" y se beneficia "desproporcionadamente" con las ganancias originadas por esas operaciones, con el objetivo de mantener la represión y financiación de la injerencia cubana en Venezuela.

AIS, perteneciente a FINCIMEX, es un sistema para el envío de remesas a Cuba como cualquier otro, desde el exterior, y la diferencia es que establece dos tipos de tarjetas que se "recargan" con el dinero procedente del extranjero para los destinatarios de la Isla. Con esas tarjetas se pueden realizar pagos en comercios, gasolineras y otros establecimientos del país, incluyendo las tiendas en MLC.

Y luego está el lado cubano. Las empresas extranjeras que quieren operar en materia de remesas a las familias en Cuba tienen que contar, como en cualquier otra actividad económica de la Isla, con un socio estatal. Se da el caso de que Western Union ha tenido como socio desde 2016 FINCIMEX, entidad que, si bien fue incluida en la Lista Restringida hace meses, no ha recibido aun las sanciones establecidas, ya que procesa en la Isla todas las operaciones con tarjetas Visa y Mastercard, así como una parte de los pagos de Airbnb a sus anfitriones cubanos.

La soledad de Western Union en este mercado le otorga un notable poder a FINCIMEX como contraparte y será difícil que las autoridades de EEUU puedan hacer lo mismo con esa financiera que con AIS, por cuanto supondría que los cubanos dejasen de recibir remesas de sus familias, o que hubiera que recurrir a toda prisa a otros intermediarios autorizados. Paralizar a FINCIMEX puede suponer un desastre para los receptores de remesas.

Es normal que la gente esté inquieta; no es para menos. En la actual crisis terminal de la economía cubana, el acceso al dólar marca la diferencia. Curiosamente, cuanto más importante es el billete verde en la Isla, más las autoridades de EEUU han ido cerrando sus espacios con nuevas sanciones que prohíben a sus ciudadanos alojarse en los hoteles de Cuba, todos estatales, así como comprar tabaco o alcohol cubanos para llevarlos a Estados Unidos. Al mismo tiempo, desde el pasado 23 de septiembre EEUU amplió las restricciones de viaje a la Isla, al eliminar la autorización que permitía a sus ciudadanos "asistir u organizar reuniones profesionales o conferencias en Cuba", algo que ahora solo se permitirá en casos excepcionales, bajo petición.

Algunos analistas consideran que estas medidas sancionadoras tienen una referencia en la lucha por el voto presidencial en estados como Florida, donde existe una presencia importante de cubanos exiliados. La cuestión es si estas medidas irán más allá del proceso electoral y quedarán como permanentes o no. Si fuera el caso, y Trump o Biden, cualquiera que fuera elegido, endurecieran la política de EEUU contra el régimen comunista, muy pocos piensan que el Gobierno de La Habana podría sobrevivir en un momento en que se acumulan contradicciones y problemas muy graves.

El incremento de las sanciones para dañar la deteriorada economía de la Isla está dando resultados. La prohibición de los viajes en cruceros y de los vuelos chárter desde EEUU a todos los aeropuertos cubanos, excepto el de La Habana, dieron un golpe certero a la cuarta parte de los viajeros de turismo que llegan a la Isla, todo ello mucho antes de que comenzara la parálisis provocada por la pandemia.

Por desgracia, los emprendedores privados se han visto perjudicados especialmente, y aunque el gobierno de EEUU quiere que las sanciones aplicadas a las empresas de los militares y la Seguridad del Estado dejen espacio para que los emprendedores privados ocupen el lugar que merecen, no parece que este sea el caso. Hay que afinar más, si se pretende conseguir ese objetivo en la maraña intervencionista y totalitaria de la economía cubana.

El freno de la actividad turística está arrasando numerosos proyectos emprendedores y de trabajadores por cuenta propia, cuya recuperación puede ser complicada. Es importante tener en cuenta que las cosas pueden empeorar mucho más y nadie sabe cuánto. Sería una desgracia que, ante un escenario fatídico como el que se avecina, el Gobierno cubano optase por lo único que sabe hacer y que siempre ha hecho: poner fin a la actividad emprendedora privada con nacionalizaciones y expropiaciones de negocios, activos bancarios y cualquier manifestación de propiedad privada.

Todo ello estaría justificado por una situación excepcional de crisis que obligara al Estado comunista a intervenir. No lo dudarían ni un minuto. Lo pueden hacer, incluso con la Constitución que tienen. La respuesta internacional en tal caso, debería ser contundente.