Mauricio Claver-Carone y Carmen Reinhart son ejemplos de la proyección internacional lograda por emigrantes cubanos o sus descendientes luego de haber llegado a planos relevantes de la política, las finanzas y la judicatura en su país de acogida. Una relevancia que contrasta con las barreras que encuentran los ciudadanos de la Isla en su propio territorio.
El pasado 12 de septiembre Claver-Carone fue elegido presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Nacido en Miami en 1975, es hijo de padre español y madre cubana. Es abogado, trabajó en el Departamento del Tesoro durante la Administración de George W. Bush y fue asesor del presidente Donald Trump para Latinoamérica. Llega al liderazgo del BID para un periodo de cinco años. Meses antes la cubanoamericana Reinhart resultó electa vicepresidenta y economista jefe del Banco Mundial. Su nombre de nacimiento es Carmen Castellanos y emigró de Cuba en 1966.
El pasado miércoles 9 de septiembre los cubanos asistimos a la comparecencia televisiva del ministro de la Industria Alimentaria, Manuel Sobrino Martínez. Su estulticia lo llevó a confundir un gráfico y sustituir el monto de 2,5 millones de toneladas de alimentos por 2,5 mil millones, supuestamente lo que manichea anualmente el ministerio que encabeza. Hubo que esperar que declaraciones posteriores lo corrigieran.
El Ministerio de la Industria Alimentaria es una institución que gestiona prácticamente el total de la comida de los cubanos, dado que hace muchas décadas cualquier alternativa a esa gestión es bloqueada por el castrismo.
Por la intervención de Sobrino Martínez se supo que, del total de alimentos, un 13% está destinado al turismo. Aclarada la cifra real, las redes sociales y el periodismo independiente comenzaron a realizar cálculos. Dividido entre 11 millones de cubanos a lo largo de un año, la cifra de alimentos significa alrededor de 0.70 libras diarias de comida para cada uno. Pero hay otro dato relevante: tomando nueve días como la media que pasa un turista en Cuba, para cada uno de ellos el Ministerio de la Industria Alimentaria destina trece veces más comida que para un nacional.
Además, Sobrino Martínez presumió de la fabricación cubana de croquetas y aludió a la especie "gallina decrépita" como dieta promisoria. Afirmó que teníamos una industria de procesamiento de tripas propia del primer mundo, incluso habló de "kilómetros de tripa" sin reparar en que la tripa es solo una parte del animal, la otra es la carne, y de esa no habló.
Posteriormente el programa televisivo fue editado para quitar las partes más escandalosas de su intervención, también el texto de Cubadebate que la reseñó.
La historia de la incompetencia ministerial en Cuba sería el cuento de nunca acabar, pero si nos ciñéramos a la industria alimenticia habría que recordar a Alejandro Roca Iglesias, uno de los antecesores del actual ministro, que ocupó la cartera entre 1980 y 2009.
Roca Iglesias fue depuesto por la chapea política de ese año, que tuvo entre sus más conspicuas yerbas a Felipe Pérez Roque y Carlos Lage Dávila. Posteriormente fue juzgado por cohecho y condenado a 15 años de prisión en otro episodio de jardinería raulista, dirigido en 2011 contra el hasta entonces niño mimado del empresariado extranjero en Cuba, el chileno Max Marambio.
El hombre que administró el hambre que padecimos en los 90 todavía presidía el ministerio nueve años después de concluida la década, y su condena no se debió al crimen que supuso liderar un ministerio encargado de asegurar la comida de los cubanos en tiempos en que moríamos por sus deficiencias.
En las primarias republicanas previas a las elecciones presidenciales de 2016, Donald Trump enfrentó a dos candidatos de ascendencia cubana, Ted Cruz y Marco Rubio. Es algo de lo que no puede presumir Miguel Díaz-Canel, es decir, enfrentar candidatos cubanos ni de ninguna parte, porque hace mucho que los cubanos tenemos bloqueada la capacidad de nominar o elegir al jefe de Estado, y cuando la Constitución de 2019 creó la figura del presidente, la nueva Ley Electoral se encargó de mantener intacta esta práctica.
La designación de Claver-Carone y Carmen Reinhart, y el protagonismo de Ted Cruz y Marco Rubio, exhiben la paradoja de que las más altas esferas del poder estadounidense, y por su medio las globales, se abren a los cubanos, mientras en su país las instituciones homólogas son bloqueadas para los ciudadanos por el castrismo, y puestas a disposición de convenientes cultivadores de tripas.
Aun así, numerosos académicos, figuras de la sociedad civil y ciudadanos en general, se refieren al embargo de Estados Unidos contra el castrismo como bloqueo, siguiendo la voluntad del Estado cubano. Esta observación no debate con los funcionarios del comunismo, oportunistas que responden a una cadena de mando y como tal proyectan su devoción enfermiza, sino con compatriotas que pasan las mismas necesidades y carencias de todos, que manifiestan distintos niveles de desacuerdo con el castrismo, y cuyas conclusiones son legítimas, si tomamos el respeto del criterio ajeno como un imperativo de cualquier debate.
Tampoco es cuestión de desconocer todos los conflictos entre ambas naciones, históricos y actuales, que están presentes también en países próximos de los Estados Unidos como República Dominicana, México o Canadá.
Las posibilidades abiertas a los cubanos en Estados Unidos no se limitan a aquellos de nuestros compatriotas que emigran. Son esos cubanos de allá los que proveen de cuantiosos recursos financieros a sus familiares aquí, así como bienes y servicios, en los que las medicinas juegan un papel esencial. Muchos viajan a Estados Unidos donde sus familiares les pagan cuidados estomatológicos o atención médica que suple el hundimiento de los servicios de salud estatales y el bloqueo a cualquier iniciativa privada que pretenda proveer lo que el Estado omite.
El bloqueo del castrismo a los cubanos no se limita a los órganos de poder político ni a las esferas económicas de mayor relevancia, es mucho más absoluto. En el año 2015 el Gobierno de Barack Obama redactó una lista de productos cubanos que podían ser exportados a Estados Unidos por el sector no estatal. En 2016 se sumó el café a esa lista y, poco después, el 4 de mayo de 2016, el diario Granma publicó una declaración de la dirección de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) que negó que se fuera a autorizar cualquier derecho semejante a uno de sus miembros. Lo hacía bajo el siguiente argumento: "Estamos conscientes de que el objetivo que persigue este tipo de medidas es influir sobre el campesinado cubano y separarlo de nuestro Estado."
La crueldad del bloqueo castrista es tal, que ha obligado a Estados Unidos a ceder en la rigurosidad de su embargo. Desde el año 2000 el Estado cubano tiene libertad para comprar alimentos y medicinas en Estados Unidos. Alimentos que probablemente incluyan las tripas, pero que al mismo tiempo contemplan la carne y las grasas imprescindibles.
Las disposiciones del embargo dificultan el intercambio entre Estados Unidos y Cuba, pero a lo largo de seis décadas el país norteamericano ha tenido una política de auxilio a los cubanos que va desde generosos planes de acogida hasta asistencia a los perseguidos políticos dentro de la Isla y los familiares de los que han sido asesinados. Resultados que no puede exhibir el bloqueo comunista al desempeño político ni al desarrollo social, precisamente porque su existencia ha sido concebida para impedirlo.
El embargo a la Isla puede ser objeto de cuestionamiento, pero no lo puede ser el bloqueo estadounidense porque ese sencillamente no existe. Sí hay un bloqueo y es extremadamente cruel: el que lejos de favorecer que cada cubano tenga un plato de comida decente, promete, para algún día, una retahíla de tripas.
La gran paradoja. Antes del periodo especial, una tia mia fue a Cuba a que le empastaran unas muelas. Le salia mas barato que en USA. Cuando aquello no existia el turismo de salud, ni las clinicas esas para extranjeros. Ella fue a la clinica dental del pueblito de donde es mi familia. Ahora que la medicina es un negocio para el desgobierno de la isla, los cubanos tienen que salir de alli para poderse empastar una muela decentemente. Como decia el pirata aquel de The Princess Bride; ¡Inconceivable!
MIentras que en Cuba no nazcan hombres con guevos capaces de sacar del poder a esa crminal dictadura nada va a cambiar,Los cubanos de la isla seguiran bajando la cabeza y obedeciendo.CADA PUEBLO TIENE EL GOBIERNO QUE SE MERECE ,Yo podria apoyar a todos aquellos que se sublevan contra el regimen ,pero nunca con los que estan en estado pasivo. 0 dolares para los militares ,no remesas ,no recergas telefoniocas.
// Sí sí sí //
El castrismo es maaaalo, muuuuy malo. Entonces, ¿qué hacemos, actuamos *con efectividad* para al fin cambiar al situación Cuba o seguimos sufriendo, Cuba arruinándose y nosotros quejándonos con la esperanza de que el castrismo se vuelva bueno o menos malo?
Trelles___ Hay que organizar un foro nacional.