La idea persistente en los gobernantes cubanos de "topar precios" parece ser un padecimiento crónico e intrínseco derivado del sistema socialista radical que han implantado por más de seis décadas y que pretenden preservar sin funcionar, más allá de las reformas. Una especie de gajes de la continuidad.
Periódicamente se lanzan a la aventura de intervenir de muchas maneras, todas arbitrarias, en el incipiente mercado cubano, y topar precios es de las más recurrentes. Cada vez que lo hacen el impacto es desastroso, por lo que se ven forzados a revertirlo en pocas semanas. Sin embargo, una y otra vez vuelven a hacerlo, desafiando toda lógica, sin que la experiencia les valga absolutamente de nada. Comprenderlo es complejo, un reto a la inteligencia y a la paciencia humanas.
Hay varias escuelas de economía por las cuales se guían las diversas naciones, unas más liberales y otras más intervencionistas, pero ninguna tan probadamente disfuncional como la marxista-leninista, donde el intervencionismo es tal que la libertad económica, al igual que todo lo demás en la sociedad, no es de la gente sino patrimonio del Estado. Y es precisamente esta aberración de modelo el que todavía rige la economía cubana.
Pero, si bien el incipiente sector privado cubano es débil y apenas usufructúa un espacio económico limitado que no proviene de un derecho humano inalienable sino de una dádiva otorgada por déspotas asfixiados por su incompetencia, y por tanto dependiente de su voluntad, también es cierto que el rol que juegan en la diezmada funcionabilidad del país es cada vez mayor y eso les da una fortaleza in crescendo.
Hasta hace un par de años, por ejemplo, era impensable una reunión de emprendedores con un viceministro para discutir una medida. El cetro apuntaba y nadie podía opinar. Ahora se tuvo que hacer y, aunque finalmente la medida de topar precios a seis productos ha entrado en vigor, lo relevante es que el debate existió, que hubo polémica a pesar de la asimetría entre Gobierno y sector privado, y se retrasó ocho días por las inconformidades.
Las opiniones y vaticinios de los emprendedores sobre lo que sucederá con la arbitrariedad ha quedado registrada y de conocimiento público, para cuando en breve tengan que retroceder y liberar los precios, quien luzca perdido una vez más sea la dictadura totalitaria.
Hasta ahora se topaban precios a simples trabajadores autónomos (reales o nominales) y dirigidos a alimentos de producción nacional como arroz, frijoles, viandas o carne de cerdo. Y ahora es diferente: topan los precios productos importados y comercializados por empresas establecidas de emprendedores privados. Hay una diferencia sustancial. Y este apenas será uno de muchos encontronazos entre el Gobierno totalitario y sector privado.
A raíz de la entrada en vigor del Decreto-Ley 145/2021, que brinda el marco legal a las MIPYMES, ha ocurrido una especie de "revolución silenciosa" en la sociedad cubana. Actividades que ya hoy son normales, como andar por la vía pública con una caja de aceite, de cerveza o de jabones, antes de 2021 te llevaban a la cárcel. El prestigio social de los emprendedores se elevó y han pasado a ser una mejor opción de empleos que el Estado.
Aunque no es permitido formar un gremio independiente, los emprendedores en cada municipio tienen grupos de WhatsApp donde debaten y coordinan sus ideas e inquietudes para defenderse de las arbitrariedades de un Estado totalitario que tiene el hábito de meterse en todo y que todo lo que inventa es "para joder", como bien reza en la voz popular. Por esa vía han tenido frecuentes éxitos deteniendo iniciativas intervencionistas, totalmente antieconómicas. Lamentablemente no se divulgan por el ambiente aún dominado por el control social férreo, pero suceden muy a menudo y es positivo.
En el propio Decreto-Ley 145/2021, específicamente su Artículo 6, inciso 5, queda establecido que los negocios pueden "fijar los precios de sus servicios y bienes excepto aquellos que sean de aprobación centralizada". Sin duda, una puerta abierta a la populista manía del Gobierno de topar precios.
Pero, evidentemente, estas medidas van a ser derogadas en las próximas semanas cuando las consecuencias empiecen a afectar a la población, generando escases de esos productos. Es una medida eminentemente populista, con efecto boomerang a muy breve plazo.
De pronto el producto más susceptible a desaparecer de los mercados es el pollo troceado, que es la principal carne consumida por los cubanos actualmente y la más barata al precio anterior a la intervención estatal. Aunque en dependencia de las fluctuaciones del dólar en el mercado informal de divisas, los otros cinco también estarían amenazados. Y productos de primera necesidad y de alta demanda.
Hoy día es casi un axioma que el control de precios no es positivo para la economía de ningún país y que, al implementarse, quien termina pagando las consecuencias es la gente con más bajo poder adquisitivo a la que se pretende ayudar. Desalienta la producción y la importación de bienes cuyo precio no alcanza a cubrir su propio costo de elaboración o de operaciones, generando así una escasez artificialmente inducida. Históricamente, las experiencias de control de precios a escala masiva en la historia humana, siempre han generado un resultado negativo para las economías implicadas, y en Cuba está más que comprobado.
el articulo esta bueno pero la foto esta mejor
Buen artículo!
No tengo idea de cuándo se tomó la foto, el negrito de la bicicleta y el cochero aparentan estar bien alimentados, bien vestidos, nadie está apurado, una imagén cómo para creer que Cuba es un paraíso, no es fácil meterse en el Palmetto a las 6:00 am y encontrarse con un tráfico infernal, los carneros en autos corriendo a sus trabajos, tratando de pasar por sobre el otro, sin embargo, en Cuba (según la foto) todo es maravilloso, invito a todos los recién llegados que regresen a la tierra del edén.............
Y lo mejor la carretera sin socavones.
Y lo mejor la carretera sin socavones.