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Opinión

Fidel Castro: la destrucción de la nación cubana

'Al trauma de forzar a la economía de Cuba a operar dentro de la planificación socialista, hay que sumar el trauma poco estudiado de las intervenciones personales de Castro en la economía.'

Miami
Fidel Castro en uno de sus discursos.
Fidel Castro en uno de sus discursos. Granma

El incendio de la Base de Supertanqueros de Matanzas, la crisis ya permanente del suministro de electricidad en toda la Isla, la caída abismal de la producción azucarera, las colas interminables para adquirir alimentos cada vez más escasos, la caída continua del valor del peso cubano y el agotamiento de las reservas financieras internacionales se suman a la larga serie de retrocesos económicos que Cuba viene sufriendo desde 1959. Esto hace oportuno revisar una vez más la economía del país dentro de una amplia perspectiva, tanto histórica como comparativa internacional. Con este fin parto de las últimas investigaciones de John Devereux sobre la economía cubana, basadas en estadísticas históricas que incluyen, junto a otras fuentes, las del Proyecto Maddison de la Universidad de Groningen en los Países Bajos. Devereux es profesor de Economía en el Queens College de City University of New York.

De acuerdo con su análisis, la economía cubana creció y mejoró el nivel de vida de los cubanos desde el comienzo de la República en 1902, hasta alcanzar, en términos per cápita, el décimo séptimo lugar en el mundo en 1955. Como destaca el investigador, Cuba llegó a ser el primer país tropical que dejaba de ser subdesarrollado para convertirse en uno de crecimiento medio. Sin embargo, en 1959 la economía cubana se fue deteriorando rápidamente, hasta llegar al lugar 90 en el año 2018. Devereux califica esta caída como un caso excepcional en la historia económica mundial del último siglo. Solo Siria y Corea del Norte superan a Cuba en el enorme descenso de sus economías en ese periodo.

¿Cómo puede explicarse que Cuba haya pasado a ser un país pobre desde una posición de relativa prosperidad en el mundo, a pesar de las promesas de desarrollo de los líderes de la revolución de 1959? ¿Qué factores concretos han determinado una caída tan dramática de la economía cubana? Las causas de este fenómeno son muchas y están relacionadas con la pérdida de la libertad económica que Cuba sufre desde 1959, acelerándose en 1960 con las expropiaciones masivas de las empresas extranjeras y las grandes empresas nacionales, y llegando a su máxima expresión en 1968, cuando Fidel Castro prohibió toda forma de actividad económica privada. El índice de libertad económica de la Fundación Heritage para el año 2022, que incluye 177 países, coloca a Cuba en el lugar 175. Solo Corea del Norte y Venezuela muestran menos libertad económica.

Hasta 1959 la economía cubana había estado dirigida no por un gobierno o poder central, sino por la agregación de millones de agentes decisorios operando libremente como consumidores, trabajadores, profesionales, comerciantes, empresarios, banqueros, campesinos, propietarios e inversionistas. Esta variedad de ocupaciones era resultado de una sociedad donde predominaba un alto grado de libertad de opciones para todos los ciudadanos. Actuando para satisfacer sus necesidades personales dentro del marco de los recursos a su alcance, los cubanos dirigían en conjunto la economía nacional por medio de millones de decisiones y transacciones diarias, generalmente dentro de las reglas del mercado y el imperio de la ley. Hasta entonces la economía cubana verificaba la metáfora de la "mano invisible" de Adam Smith, como si la misma pareciera dirigir toda la economía orientada hacia la satisfacción personal de los ciudadanos. Los cubanos eran los dueños de su economía.

Fue por medio de las amplias libertades económicas existentes entonces que el nivel medio de vida de los cubanos alcanzó a estar entre los más altos de América Latina y de varios países europeos al final de esa década. Los niveles de producción, la variedad y la calidad de los bienes y servicios disponibles en cualquier cantidad que los cubanos preferían y compraban libremente con sus ingresos estaba a cargo de muchos miles de empresas industriales, agropecuarias y comerciales de todos los tamaños, repartidas a lo largo y ancho del país.

La de entonces era una economía dirigida por miles de manos privadas, donde el Estado cubano no intervenía en el manejo de las transacciones, aunque era un agente coordinador de la producción y exportación azucarera. El sector financiero y las numerosas empresas contables y de servicios profesionales y legales jugaban sus papeles de apoyo a los aparatos productivos y distributivos por medio de sus múltiples interconexiones con el resto de la sociedad y su actividad económica y financiera. Siendo una economía abierta, Cuba comerciaba libremente con el resto del mundo por medio de su moneda libremente convertible. No era una economía perfecta; podía mejorar, pero prosperaba y era muchas veces superior a la que hoy existe.

Cuando se observan las infinitas conexiones entre las diversas empresas y ciudadanos, la gran variedad de relaciones contractuales y las correspondientes cadenas de suministros, se puede notar que la complejidad de las mismas asemeja a la de una red neural, como las que operan en los sistemas nerviosos de los seres vivos. Mediante esa red de conexiones de altísima complejidad, invisible e indescriptible, que se fue armando durante siglos de desarrollo económico y social, se llevaban a cabo libremente miles de millones de transacciones diarias, desde la simple compra de una naranja a un vendedor ambulante, hasta el diseño y construcción de un edificio de apartamentos para viviendas, una nave industrial o una gran obra de ingeniería.

Tales transacciones incluían también la contratación de personal, la adquisición de propiedades, la solicitud y procesamiento de préstamos y toda suerte de actividad financiera y de apoyo a la economía. En su conjunto, la red de conexiones transmitía las señales que controlaban la economía bajo los principios que hoy se pueden conceptualizar como un sistema cibernético de gran eficiencia.

Es muy fácil dañar estas conexiones, tal como se pudo verificar desde 1960, pero es muy costoso y difícil, aunque no imposible, su reconstrucción. Es por medio de esa red y de las interacciones entre la oferta y la demanda que se formaban los precios de cada uno de los bienes y servicios que se producían y distribuían sin intervención estatal. De manera similar se formaban los salarios de los trabajadores y los ingresos atribuibles al capital.

Las expropiaciones de 1960, que continuaron después con empresas de menor tamaño, no solo cancelaron los derechos a la propiedad privada de los medios de producción, sino también fueron limitando y eliminando la libertad para realizar transacciones de bienes y servicios de toda índole. La red neural de la economía sufrió severas mutilaciones, tan catastróficas como las que se sufren cuando se cortan los circuitos de un sistema electrónico o se dañan las neuronas y dendritas de un sistema nervioso.

Consecuencias de las expropiaciones

Es importante visualizar que las expropiaciones fueron mucho más que un simple cambio de dueños de los activos y propiedades afectadas. Al desaparecer los derechos de propiedad privada, el manejo, el control y la administración de las empresas correspondientes se traspasó a organizaciones del Estado, por medio de las "empresas consolidadas" improvisadas en diversos ministerios, según el sector de actividad económica correspondiente. En este proceso desapareció la competencia entre las empresas individuales mientras las empresas consolidadas se convirtieron en verdaderos monopolios, con el Estado como único dueño, fijando precios y salarios dentro de los parámetros del Gobierno central, tratando inútilmente de operar con la misma eficiencia y rentabilidad de cuando eran privadas, pero sin las conexiones que le permitían funcionar como antes.

La desaparecida competencia entre las empresas individuales, además de servir de incentivo para ofrecer mejor calidad y precios más bajos de lo que producían, podía en conjunto suplir al mercado si alguna empresa fallaba en su producción. Cuando algún productor no podía responder a la demanda, la competencia representaba una redundancia de capacidades de modo que otra empresa suplía la necesidad y los consumidores no se enteraban de la falta y no se llegaba a la escasez. Antes de 1959, rara vez la falla de un productor era una noticia o tema de un discurso político.

De hecho, con las expropiaciones se vería que los dueños no solo habían sido propietarios, sino que también generaban relaciones de muchas clases a partir de sus propiedades, principalmente la capacidad de satisfacer con estabilidad lo que la sociedad necesitaba y de producirlo con eficiencia, a un bajo costo. Típicamente los dueños eran responsables por el estado de sus empresas y se esforzaban por el uso eficiente de sus recursos, contrataban administradores y trabajadores de diversas calificaciones, velaban por satisfacer la demanda de sus clientes, cada uno cuidando la estabilidad de los abastecimientos que necesitaba su negocio y preocupándose por el mantenimiento y posible ampliación y modernización de sus establecimientos. El personal de las empresas se contrataba, promovía y compensaba en función de sus habilidades y competencia, no por sus lealtades políticas como comenzó a ser cuando las empresas pasaron a ser dirigidas por el Gobierno y sus ministerios.

Toda la multiplicidad de relaciones e interdependencias desapareció en Cuba con las expropiaciones. El reemplazo físico del propietario por unos empleados o burocracias del Estado no fue acompañado por el reemplazo de las mismas relaciones administrativas y de empleo. La mutilación de la propiedad privada no transfirió automáticamente al Estado los beneficios que se lograban antes por medio de las ganancias que la empresa producía, generalmente por medio de la competencia con otras empresas del mismo giro. Por el contrario, las empresas comenzaron a operar con pérdidas, obligando al Gobierno a subvencionarlas. Y como pudo verse casi de inmediato desde 1960, el personal más productivo de la empresa empezó a renunciar sus puestos de trabajo abandonando el país en busca de mejores condiciones de trabajo y de vida en el extranjero, proceso que se repite en Cuba hasta el presente. Al dejar de ser los dueños de su economía, los cubanos se convirtieron en los prisioneros del Gobierno y del propio Fidel Castro.

Planificación central y decisiones de Fidel Castro

Las expropiaciones en masa fueron acompañadas en Cuba de la organización del sistema de planificación central, típico de las sociedades comunistas, para dirigir lo que se denominaba la economía socialista (como paso previo a la utópica y nunca lograda economía comunista). Así se fundó la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN), conjuntamente con oficinas similares en todos los organismos del Estado.

Las empresas expropiadas en todo el país perdieron entonces la autonomía y la flexibilidad necesarias para adaptarse a las condiciones cambiantes de la economía, quedando sujetas a una administración centralizada y muy rígida, incapaz de atender la demanda de los compradores en todo su detalle y especificidad.

Este cambio radical de administración fue traumático para todo el país y todos sus sectores, provocando una contracción generalizada en los niveles de producción y consumo. Y la contracción de la producción fue lo que determinó la necesidad de subsidios para Cuba, provenientes de la Unión Soviética primero y de Venezuela después, para evitar un colapso de la economía nacional. Sin tales subsidios, la economía cubana hubiera mostrado una caída aún mayor desde 1959 de la que refiere Devereux.

Al trauma de forzar a la economía de Cuba a operar dentro de la camisa de fuerza de la planificación socialista, hay que sumar el trauma poco estudiado de las intervenciones personales de Fidel Castro en la economía. Tales intervenciones eran en realidad caprichosas y mal concebidas, sin respaldo técnico o estudios de factibilidad y formuladas fuera del plan central, sobre las cuales el gobernante no aceptaba las observaciones y advertencias de los expertos. Sus intervenciones, no solo añadieron ineficiencia al ya mediocre sistema de planificación central que los rusos habían exportado a Cuba respondiendo a peticiones cubanas, sino que introdujeron un maligno estilo de desorden y caos en el sistema de planificación y dirección, tanto al nivel más alto de gobierno, como al nivel de la administración de las empresas estatales.

Dichas intervenciones consistían en propuestas de proyectos de inversión, para los cuales se asignaban recursos fuera de los planes; recursos que tenían que ser extraídos de otros proyectos de los organismos del Estado y sus empresas. Estos proyectos llegaban a la JUCEPLAN frecuentemente sin aviso previo y, para no contradecir a Fidel Castro, se procesaban y financiaban bajo el rubro de "Planes Especiales".

La administración de tales proyectos también se improvisaba, asignándoseles a cualquier organismo estatal o grupo de personas que a Fidel Castro se le ocurriese en cada instancia, sin una evaluación previa de sus competencias. Los ejemplos más conocidos y costosos fueron los fracasados planes de desarrollo ganadero bovino y porcino, el Cordón de La Habana (de producción agrícola) y la zafra de los diez millones  de toneladas de azúcar planeada para 1970 y cuyas pérdidas para el país nunca se conocieron.

No es posible exagerar aquí la disrupción que tales decisiones y estilos de trabajo, tanto administrativo como de gobierno, provocaban a la economía cubana, pero lo insólito de este fenómeno nos obliga a apuntarlo, aunque la falta de documentación nos haga depender en el análisis de la economía cubana desde 1959 de evidencias fragmentarias, anecdóticas y personales, como la experiencia directa de este autor, por su trabajo en JUCEPLAN entre enero de 1963 y marzo de 1966.

La Ofensiva Revolucionaria

La intervención más devastadora de Fidel Castro en la economía nacional tuvo lugar el 13 de marzo de 1968, durante la celebración del aniversario del asalto al Palacio Presidencial en 1957, cuando anunció una "Ofensiva Revolucionaria", que consistía en el exterminio de todo vestigio de propiedad privada en el país, incluyendo microempresas, trabajadores por cuenta propia, vendedores callejeros y hasta simples sillones de limpiabotas. La medida, a la que se opusieron en privado Carlos Rafael Rodríguez y Juan Almeida (según lo relata Daniel Alarcón Ramírez, "Benigno", en su libro Memorias de un soldado cubano) estuvo acompañada por la decisión de Castro de cerrar las escuelas de Contabilidad en todo el país y suspender su práctica en las empresas.

Esta disparatada decisión se basaba en la noción puramente castrista de que Cuba saltaría de la fase socialista de su economía directamente a una organización comunista, en la cual desaparecerían las "relaciones monetario-mercantiles" y no haría falta el dinero. De este modo, Fidel Castro mostraba no solo un alto grado de ignorancia sobre los elementos más fundamentales de la economía, sino también una reveladora falta de comprensión de cómo se supone que opere una economía bajo el socialismo.

Y a la ineficiencia intrínseca del socialismo y la planificación habría que sumar la influencia destructora de Fidel Castro en la economía. El disparate de eliminar el dinero era ignorar la función de uno de los mayores inventos de la humanidad. Era equivalente a prohibir el uso de la rueda. Un episodio que pone en duda el grado de responsabilidad y hasta la inteligencia misma del gobernante.                            

Sin contabilidad, las empresas perdieron toda visibilidad de costos, ingresos y pérdidas o ganancias y quedaron incapaces de dirigir racionalmente su gestión productiva por varios años. La contabilidad es la columna vertebral de todo sistema gerencial. No fue hasta los años 70 que se comenzó a restaurar la contabilidad e introducir algún orden en la planificación, pero la secuela del daño infligido a las empresas perdura hasta hoy y es la base de la actual incapacidad productiva e ineficiencia de la economía cubana.

En Cuba la escasez crónica no solamente afectó el abastecimiento de los bienes de consumo y otros suministros de corto plazo, como materias primas y piezas de repuesto. La pérdida de los vínculos comerciales con otros países, en especial con EEUU, perjudicó la adquisición de bienes de capital, como equipo de transporte y construcción, maquinaria agrícola e industrial, plantas generadoras de electricidad y muchos otros. Estas carencias se fueron acumulando con los años y fueron impactando progresiva pero inexorablemente la capacidad productiva de todos los sectores del país hasta nuestros días. Uno de los efectos más perniciosos de este proceso ha sido el de reducir a un mínimo la capacidad inversionista de las empresas cubanas. Cuba ahora depende de la importación de administradores extranjeros para muchas de sus nuevas inversiones.

Diversas formas de descapitalización de la economía

La pérdida de los subsidios soviéticos en 1991 representó un duro golpe para la economía cubana que forzó a todos los cubanos, incluyendo a Fidel Castro, a enfrentarse a una dura realidad: la economía socialista de estilo castrista no era capaz de sostener al país. Gracias al control político que ejerce el totalitarismo, el régimen ha sobrevivido precariamente improvisando medidas de emergencia como la de abrirse al turismo internacional, la aceptación de remesas en dólares de los exilados cubanos y la exportación de servicios médicos.

A pesar de estas medidas de emergencia, la crisis actual no solo consiste en que la economía cubana no crezca. Es mucho más grave; la economía decrece porque ni siquiera es capaz de generar los recursos mínimos necesarios para reemplazar o dar mantenimiento a las capacidades creadas anteriormente. En consecuencia, la economía se ha estado descapitalizando. Este fenómeno excepcional, que se hace visible en el deterioro físico de las viviendas, los edificios, plantas industriales, infraestructura, plantaciones y masa ganadera de la Isla es una característica permanente de la sociedad y economía cubanas desde los inicios de la revolución y a sus 63 años de gobierno. (Aunque se reportan nuevas construcciones en el sector turístico, el resto de la economía retrocede.)

Junto a la descapitalización física y financiera de la economía, Cuba ha sufrido dos formas adicionales de descapitalización, la humana y la social. Por un lado, como resultado de la falta de oportunidades para mejorar las condiciones de vida, el país ha ido perdiendo su personal más educado, su capital humano, incluso el que el propio Estado desarrolló como uno de los logros esperados del socialismo cubano. Por otro lado, las restricciones impuestas a las iniciativas privadas para organizar actividades sociales, culturales o políticas han impedido el desarrollo del capital social del país, o sea el conjunto de relaciones interpersonales que enriquecen la vida de toda sociedad, ya dañado desde 1959 como resultado de las políticas intrusivas de un Gobierno que quiere controlar todos los aspectos de la vida del país.

Pero la raíz del problema económico cubano es mucho más profunda. En una carta a su ayudante Celia Sánchez escrita en junio de 1958, Fidel Castro declaró que "cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos (EEUU). Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero". Observando la conducta de Fidel Castro con relación a la economía, puede concluirse que, a pesar de sus declaraciones a favor del desarrollo económico y el mejoramiento del nivel de vida de los cubanos, especialmente los más pobres, tales metas no eran sus objetivos principales. Desde la perspectiva actual puede concluirse que la revolución se hizo con fines inconfesables, básicamente los de utilizar los recursos económicos del país en función de una agenda personal contraria al interés de los cubanos.

El legado de Fidel Castro es el esperpento de economía que le ha dejado a los cubanos que sobreviven en la Isla, una economía eminentemente inválida, que necesita con urgencia cambios profundos en el personal gobernante, en la estructura institucional del Estado y en el sistema productivo para que permita que la libertad de los cubanos les haga posible volver a ser los dueños de su economía y, de paso, su país.

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29 comentarios

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LOS Castros han destruido a Cuba y para colmo Dias Canel otro descarado son una mafia de delincuentes el Che un asesino de cubanos , y Guillermo Gracia un hombre que vivió toda su juventud de prostituir muchachas campesinas llevándolas a su casa de Oriente en un lugar que vivía llamado el plátano ese viejo delincuente descarado,otro hijo de puta Ramiro Cuba esta gobernada por ladrones

Profile picture for user PicadillodeSoya

Pero es que no podía ser de otra forma cuba cayó en manos de delincuentes y bandidos que lo mejor que hacían era robar,asesinar y destruir.Ahí tienen al tal che guevara convertido de la noche a la mañana en Ministro de Industria y en Presidente del Banco Nacional de Cuba y que podía saber ese traste de Economía y Finanzas si solo era un aventurero que ni terminó enfermería y lo vendieron como médico y Juan Almeida un tipo de dudosa reputación moral antes del 59 convertido en comandante y alto dirigente del país,Ramiro Valdés otro sinverguenza y vago con problemas mentales también con altos cargos en el gobierno y si seguimos la lista es infinita Crescencio Pérez y Guillermo Garcías operaban como traficantes de mariguana en la Sierra Maestra y los que más o menos tenían cierta preparación como Carlos Rafael Rodríguez,Raúl Roa o Dorticós tuvieron que entrar por el aro para vivir sus vidas de oportunistas y arribistas eso de ninguna manera podía terminar bien.La CAGARON.

Profile picture for user Plutarco Cuero

El KKAndante ... va a ser uno de los villanos más celebres de la Historia ... y los adoradores de Belcebú lo van a considerar una encarnación del mal en la Tierra ...

Profile picture for user Pierre Fermat

Él era como el Rey Midas, pero al revés...todo lo que tocaba lo convertía en basura...

hizo mas daño a Cuba que Lenin/Stalin a Rusia y satélites? O que Hitler a Alemania? O que Mao a China? O que Pol Pot a Cambodia? Creo que hay vida después de Castro

Profile picture for user El Santo

Cuando el Embaucador en Jefe toma el poder en 1959, él mismo se forja una doctrina en materia de propaganda cuya idea central es muy simple: para dirigirse a las masas no hay necesidad de argumentar, sólo basta con seducir e impresionar.
Sus discursos apasionados y el expresionismo excesivo fueron la punta de lanza para engatusar a la gente y captar adeptos, incluso, muchos espectadores extranjeros que temían el camino comunista que pudiera tomar la revolución, quedaron impresionados por la comunión existente entre el pueblo y Castro que manifestaban dichos discursos.
Pero las promesas oportunas que él hizo, en realidad no eran de su preocupación, en gran medida eran el resultado del cinismo que supo hacer para afincarse en el poder, lo cual se pudo ver después en la traición a muchos de los camaradas de lucha a quienes encierra o elimina físicamente, y en el desprecio a su antojo de un pueblo, al que al inicio le prometió una cosa y después le salió con otra.
Lo demás, ya es historia.

Castro destruyó la nación, pero con la colaboración entusiasta y suicida de buena parte de la generación anterior y de la nuestra. Son los jóvenes de ahora los que no sienten ningún compromiso con esta aberración, los que tienen bien definido el problema, comunismo no a ritmo de conga.

Profile picture for user Amadeus

Nosferatu fue un hombre alucinado con un fuerte complejo narcisista. Lo suyo era el mesianismo y lo mismo que le dio por el marxismo le pudo haber dado por el budismo o la meditación trascendental. Hay que ver sus discursos para comprobar que estamos delante de un ser anormal; comparables con aquellos de Hitler, que también era otro chalado del mismo corte. El resto es el fatalismo geográfico y la desgracia de un pueblo sometido por los caprichos y quimeras de un orate.

Lo más monstruoso y criminal de todo es que F Castro deliberadamente haitianizo a Cuba y lo hizo para poder someter a su voluntad a un país entero. El legado de los hermanos Castro al pueblo cubano es el hambre, la miseria y la represion.

FC todos sabemos quien fue y lo que hizo, pero creo que ademas de lograr tener el poder absoluto que el queria, como el tirano que fue, el creyo en la doctrina marxista por un tiempo (en su vejez reconocio publicamente que no funcionaba), y trato de aplicar ese sistema socioeconomico a Cuba, con la creencia que eso seria lo mejor para el pais, pero se equivoco y mucho, y para llevar su ideal a la practica, mando a matar y encarcelar a mucha gente, y a escapar de Cuba a mas de 1 millon durante su era. Que se pudra en el infierno.

Increible que un solo HDP destruyo un pais entero

F.Castro fue y será el mayor hijodeputa que haya parido la isla de Cuba. Destrozó todo un país y se fue tranquilito sin que la justicia de los humanos le alcanzara. Espero que la divina lo aplaste.

Fidel Castro, un hombre con deficiente cultura política, económica y social y un pueblo rendido a sus pies, constituye un caso extraordinario, aunque no único. Lo que sí causa asombro en este dictador fue su astucia para sobrevivir circunstancias políticas y geopolíticas a las que probablemente cualquier otro estadista hubiera sucumbido.

Desde niño Castro mostró rasgos psicopáticos y una tendencia anormal a desafiar la realidad y el orden. No sería exagerado decir que nació anarquista como su abuelo. Apropiado de los dineros del Estado y sin ningún freno excepto cuando la URSS lo embridó por unos pocos meses en los setentas, tuvo pocos límites para sus arrebatos.

Así que era inevitable que con semejante poder destruyera --irónicamente-- lo más saludable de la nación cubana, su economía; arrastrando en la caída nuestro orgullo nacional, riquezas y el honor de las instituciones públicas, hoy convertidas en indigentes.

Gracias al doctor Jorge A. Sanguinetty por su magnífico artículo.

O sea, resumiendo este largo artículo y usando slang cubano: “el Fifo la cagó”. Totalmente de acuerdo.😊

ASI FUE....

Y el muy degenerado e hijo de Lina se murió de viejo en su cama y no pagó NADA por NADA. Sobra decir que justicia por lo sucedido en Cuba, si hay alguna en este mundo, será MUY limitada.

Riguroso análisis, felicitaciones al amigo Sanguinetty. Me gustaría otro ensayo del eminente economista sobre cómo salir del hueco, cuál sería el precio y cuánto demoraría. Ensayo que, conociendo al autor, estoy seguro de que no edulcoraría la hipótesis.

Felicito a Sanguinetty. Esto es lo más completo y medular que leido acerca del cataclismo económico provocado en Cuba personalmente por Fidel Castro, sus causas y consecuencias. Esto es UNA CLASE MAGISTRAL UNIVERSITARIA que debiera circular por toda la isla, desde San Antonio a Punta de Maisí, Gracias a Sanguinetty.

Profile picture for user Ana J. Faya

En ese excelente análisis que hace Sanguinetty se insertan las confiscaciones de tierras, sobre todo las de la llamada Segunda Reforma Agraria del 63. El daño de la apropiación por parte del Estado de esas tierras y de las trabas que creó con Acopio para los pequeños productores, se sienten hoy en la escasez cada vez más dramática de productos agrícolas que viven los cubanos, y en la casi inexistente industria azucarera de hoy. Como bien dice el autor, es muy difícil --aunque no imposible-- revertir los daños causados.

La culpa de todo la tienen los cubanos por imbéciles. Y no pueden decir que no sabían lo que tenían porque había más de cien periódicos y revistas y un sinfín de inmigrantes de todo el mundo al estilo americano escapándose de las pobrezas y dictaduras de sus países. Tenían una joya y se la vendieron al Diablo a cambio de un sueño paradisíaco que ya lo tenían y lo estaban viviendo.

Muchos cubanos nunca apreciaron lo que tenían porque querían lo de otros, y esa envidia (en yunta con el oportunismo) tuvo mucho que ver con el desastre. Por supuesto que hubo un infantilismo atroz, pero hubo bastante peor. Y no es que tanta gente cambiara radicalmente de un día a otro, sino que ya antes de 1959 había mucha mala gente que no lucía serlo, y salió del closet con el castrismo.

Profile picture for user Plutarco Cuero

Eso es muy peninsular ... de la madrastra Patria ...

Profile picture for user errefejota

El Coma Andante se apropió de una joya e intentó arruinar de todas las maneras. Nombrando al Ché ministro de Industria! y gobernador del Banco de Cuba! Un iletrado que sólo sabía matar. La zafra de los 10 millones fue otro logro de destrucción como el Gran Salto Adelante. El tipo sabía que lo mejor es que la gente pensara en qué comer ese día y no en derrocarlo. Le "funcionó" y su maquinaria está más engrasada que nunca, aunque sin yumas yo creo que le queda poco.

Profile picture for user JCAleman

El jefe del cartel de Punto Cero fue el producto de una sociedad prospera economicamente pero indiferente, negacionista e ignorante del peligro comunista.

Los chinos que huian de la revolucion de Mao y se refugiaron en Cuba advirtieron de la locura de destruir una nacion que con defectos funcionaba y era superior en desarrollo a 3/4 partes del planeta para instaurar una utopia que terminaria aniquilandola. Cualquier similitud con lo que ahora ocurre en EEUU no es pura coincidencia. Es la tendencia fisica y universal al caos (entropia) trasladado a la sociedad.

Una vez que los bandidos disfrazados de libertadores triunfaron con el apoyo estadounidense, el lider del cartel y su poder unipersonal se encargaron de darle al pueblo lo que pedia, desde expropiaciones hasta paredones, todo excepto libertad y prosperidad.

La intervencion de los caudillos totalitarios en la economia, la ciencia, el arte y la cultura es inherente a la capacidad del comunismo para reprimir y fabricar miseria.

Cual Frankestein diabolico, Fidel Castro convirtio a Cuba en un monstruo dificil de cambiar, e imposible de matar.

FC siempre fue una anomalía que no encajaba (salvo a la fuerza) en lo cubano, y al tener poder absoluto sobre Cuba, inevitablemente torció, distorsionó y pervertió todo el funcionamiento del país. De cierta manera, es como si un extraterrestre se hubiera adueñado de Cuba.

Por ejemplo, se trata de alguien que pasó toda una vida disfrazado constantemente de algo que no era, ya que nunca fue militar. Visto de forma objetiva, esa conducta es claramente anormal, y por supuesto indica una mente que no se ajusta ni a la verdad ni a la realidad de las cosas. Tenía que hacer daño.