¿Cuántos crímenes pueden justificarse con la misma coartada?

En 1958, el socialista con pedigrí antinazi Willy Brandt, canciller de Alemania (1969-1974), dijo que un país para ser serio debe tener "tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario". Sin embargo, la flexibilización del monopolio estatal del comercio, anunciada el lunes último por el "socialista" Gobierno cubano va en dirección contraria, busca mantener tanto Estado-Gobierno como sea posible y permitir solo el mercado-libertad estrictamente necesario.

Lo tragicómico es que justifican este pasito adelante y dos atrás (como en los 90, surgen nuevamente privilegios para extranjeros) con la misma excusa bajo la cual presentaron, hace casi tres años, esa dolarización parcial de la economía, el engendro tiendas MLC, que segrega a los cubanos entre los que reciben remesas y los que reciben salarios.

"La liquidez que obtenga el país (…) de estos negocios, se dedicará a estimular la producción nacional, respaldar las importaciones de los productos de línea económica y comercializarlos a la población en pesos cubanos", argumentó la viceministra de Comercio Exterior, casi parafraseando lo que dice el ministro de Economía que es el objetivo de las tiendas MLC: "abastecedoras del mercado interno, captar —las divisas— y utilizarlas en función del desarrollo de la industria nacional y mantener un nivel estable de ofertas en pesos". ¿Cuántos crímenes podrán justificarse con la misma coartada?

Se nota que el Gobierno sabe que la poca inversión extranjera impide que aumente la productividad por falta de capital —materias primas y medios de producción— pues no hay con qué, ni cómo, producir competitivamente. Sin embargo, se niega el castrismo a asumir —quizás porque eso implica su desaparición— la solución definitiva: crear un Estado de derecho real que permita una inversión segura solo filtrada por la libre competencia.

La solución castrista es más "creativa". Si en un primer momento de la Tarea Ordenamiento intentaron —mediante el espejismo monetario de un sueldo nominal quintuplicado— que el salario sirviese de estímulo productivo; a estas alturas, inflación mediante, prefieren depauperar la moneda nacional para abaratar la mano de obra y servírsela en bandeja a socios internacionales que "han estado con nosotros (el Gobierno) todo el tiempo", para que produzcan y exporten desde Cuba, con la novedad de que podrán además vender en MLC, que al fin y al cabo, es como si estuvieran exportando a Miami.

Por supuesto, sería maravilloso lograr el "comercio mayorista proveedor de materias primas, equipos, insumos … que impulse y dinamice el sector no estatal y estatal" que sueña la ministra Betsy Díaz… pero eso no es lo que están haciendo, pues para ello es imprescindible demoler el monopolio estatal del comercio y la inversión extranjera. Lo que están haciendo, ¡y la ministra lo sabe!, es utilizar el mismo mecanismo con el cual se seleccionó al presidente del país, el dedo, para seleccionar ahora empresarios "amigos" con quienes compartir las ventajas monopolistas, puesto que el Gobierno, de inepto, no pudo hacerlo solo.

Y con "amigos" lo harán porque no están los empresarios del mundo pendientes del anuncio del Gobierno cubano para lanzarse a invertir en la Isla, y no por ese "bloqueo" con el que la retórica castrista barniza su ineficiencia; sino porque el país es jurídicamente inseguro y su discrecionalidad institucional fomenta la corrupción, además, un mercado interno decreciente y envejecido de menos de 11 millones de habitantes, con salario medio inferior a 50 dólares y cayendo, sin más que aportar a las cadenas de producción internacionales que mano de obra semiesclava medianamente instruida, armada con infraestructura física y mental aun anclada en la era soviética. Todo ello poco atractivo para invertir en grande.
 
Y claro que, de estabilizarse un mercado mayorista, incluso si es con capital extranjero, sería beneficioso para muchas MIPYMES abastecerse de materias primas y equipos en plaza evitando así importar a través de lentísimas empresas estatales. Lo que no está claro es si eso se traducirá en mejores precios y ofertas hacia el mercado nacional o se convertirá, exclusivamente, en beneficios empresariales extraordinarios para quienes tengan acceso a ese mercado mayorista estatalmente controlado. Sin libre competencia (que ya dejaron claro que no habrá) nada impulsa a los empresarios a reducir sus márgenes de beneficio, ya sea pagando mejores salarios, ya sea reduciendo sus precios de venta.

Sabiendo que la liberación económica (tanto mercado como sea posible) es el camino ¿por qué lo transitan como si de un campo minado se tratase y no abren de par en par las puertas del comercio nacional? La respuesta es política, no económica.

En menos de una semana, dos veces han aparecido públicamente altos funcionarios castristas para actualizar temas vitales como el mercado cambiario, el comercio exterior y la inversión extranjera, y en ambas ocasiones han defraudado a todos, pues lejos de hacer algo para el pueblo, han sido coherentes con el cortoplacismo de su desesperación y han enredado más esa pita donde ellos mismos se están ahorcando. Para aquellos que creen que la prosperidad solo llegará como consecuencia de la libertad, estas son buenas noticias.