Durante una reunión reciente del nuevo secretariado del Comité Central del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC), elegido en el pasado congreso de esa organización, el mandatario Miguel Díaz-Canel Bermúdez habló acerca de los problemas más complejos que afronta el país, y uno de ellos fue la marcha del sector agropecuario, específicamente en su relación con la producción de alimentos.
Según el diario Granma, el presidente apuntó que "aun siendo un sector primario, la agricultura no logra posicionarse como tal y es de los que menos aporta actualmente al Producto Interno Bruto (PIB)".
En efecto, si revisamos las cifras aportadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), notamos que la agricultura disminuyó su aporte al PIB en 2019 —último año del que aparecen datos— con respecto al resto de los años del quinquenio 2015-2019.
Si en los primeros cuatro años del quinquenio promedió un 3,7% del PIB, en el 2019 solo alcanzó a ser un 3,3% del PIB. Además, en una lista contentiva de 19 sectores de ramas y sectores de la economía que aportan al PIB de la nación, la agricultura solo clasificó en el décimo lugar. Y no hay razones para pensar que 2020 haya sido mejor para ese sector.
No dudamos de que tal declive, más el incumplimiento de la promesa de garantizar 30 libras de viandas al mes para cada cubano, hayan sido las causas fundamentales de la destitución del anterior ministro Gustavo Rodríguez Rollero.
Todo hace indicar que el señor Díaz-Canel, decidido —al menos de palabra—a cambiar esa situación, no confía tampoco en el nuevo ministro Ydael Pérez Brito ni en el resto de los funcionarios que integran el Ministerio de la Agricultura. Por ello, le encomendó al PCC, y en especial a su secretariado en la persona de José Ramón Monteagudo, quien ocupa la jefatura del Departamento Agroalimentario (atiende los ministerios de Agricultura, Industria Alimentaria y el grupo azucarero Azcuba), la tarea de viabilizar el despegue de la agricultura en el país.
En otro momento de la reunión, y tras aseverar que el país no avanzará hasta que no se resuelvan los problemas que afectan la producción de alimentos, Díaz-Canel expresó que "el Partido tiene que dirigir, orientar, exigir y controlar que se cumpla lo que está establecido".
Aquí hay un elemento novedoso con respecto al accionar del secretariado —y en general del PCC— cuando esta instancia del partido era dirigida por Machado Ventura. Entonces se decía que el PCC solo estaba para orientar políticamente y para controlar el trabajo de los ministerios.
Ahora, sin embargo, Díaz-Canel le ha agregado al secretariado del Comité Central del PCC la función de dirigir los procesos productivos, en este caso el relacionado con la agricultura. Es de destacar que el mandatario, al parecer consciente de la nueva faena que le iba a encomendar al secretariado, se aseguró de oxigenar esa instancia partidista con caras nuevas. Despidió a Olga Lidia Tapia Iglesias, Omar Ruiz Martín, Jorge Cuevas Ramos y Víctor Gaute —los que fueron excluidos incluso del Comité Central—, y solo mantuvo del viejo secretariado al mencionado Monteagudo.
Sin embargo, creemos que la agricultura cubana no va a despegar porque se produzca un cambio de personas o instancias que la dirijan. Mientras se mantengan las políticas erróneas que traban el desarrollo de la productividad —como esos topes de precios incluso en los mercados de oferta-demanda, así como el deseo gubernamental de contratar mediante la Empresa de Acopio casi la totalidad de las cosechas—, y los productores no se vean realmente estimulados, seguirán los bajos aportes de la agricultura al PIB, las tarimas de los mercados semivacías, y la escasez en la mesa del cubano de a pie.
Si lo que quiere Díaz-Canel es que "el Partido tiene que dirigir, orientar, exigir y controlar que se cumpla lo que está establecido", no veo mucha diferencia con el papel del Secretariado anterior. No veo que le otorgue la posibilidad de introducir cambios en el actual estado de cosas, que es lo que el país necesita. Hasta hoy, sigue la Continuidad y eso ya es sinónimo de estancamiento y retroceso.