El método del Gobierno cubano: Te rompo las piernas, te doy las muletas y espero me consideres tu salvador

Cuando un atormentado Miguel Díaz-Canel decía que no hay tiempo para el largo plazo, probablemente, sin saberlo, emulaba aquella frase con la que el famoso estafador intelectual John M. Keynes refutaba a quienes demostraban que a largo plazo su teoría era desastrosa. El Lord, tranquila y cínicamente, aducía: "a largo plazo, todos muertos". En Cuba la situación es un tanto diferente: a corto plazo todos muertos... de hambre.

Para evitar el inminente desenlace, una comisión de expertos liderada por el vicepresidente Jorge Luis Tapia consultó a productores agropecuarios y a científicos cubanos, resultando de este "democrático" encuentro dos medidas urgentes: aflojar el paquetazo que se le metió a la agricultura y permitir el sacrificio controlado de ganado mayor.

Según Díaz-Canel, el concepto actual es "abrir todo lo que pueda favorecer al productor, estimular la producción y eliminar trabas", pero para ser coherente, el presidente-designado debería comenzar por preguntarse quién está desestimulando la producción, desfavoreciendo al productor y poniendo trabas.

La respuesta es obvia. Si todas las medidas propuestas para destrabar la producción agrícola se basan en suprimir medidas previamente tomadas por el Gobierno cubano, entonces, ¿cuándo reconocerá el Gobierno que él es la traba? ¿Por qué son los que pusieron las trabas los mismos que van a encargarse de quitarlas? ¿Qué garantiza que quienes "con la mejor intención" pusieron las trabas y se equivocaron, ahora, también "con la mejor intención", acierten en el modo de quitarlas?

Broma macabra es que sea Jorge Luis Tapia, primer secretario del Partido en Camagüey entre 2012 y 2019, quien dirija esta Comisión y quien anuncie los requisitos —entre ellos que no decrezca la masa ganadera— que debe cumplir un productor para poder sacrificar un animal al año.

¿Cuántos bistecs de res camagüeyana habrá ingerido Tapia mientras las vacas caían como moscas a causa de la sed en el territorio que él dirigía? Cierto, probablemente ninguno, en el Comité Central se prefiere la carne de añojo importada desde Uruguay.

Atestiguamos un caso clásico de "te rompo las piernas, te doy las muletas y espero me consideres tu salvador". Todo lo que están haciendo los funcionarios del Gobierno cubano es desmantelar lo que ellos mismos hicieron. No un Gobierno anterior, no el imperialismo yanqui; no, ellos mismos le subieron los precios a la electricidad, al agua, a los insumos y a todo lo demás hace apenas tres meses, y ellos mismos los están "destrabando" ahora, mientras pretenden que el pueblo agradezca sus esfuerzos y tenga la delicadeza de no protestar ni morirse de hambre.

Además, no es siquiera que las medidas vayan a beneficiar a todos; algunas beneficiarán solo a los productores que cumplan un plan que será "muy riguroso", según exigencia del incombustible Machado Ventura: se le pagará mejor la leche al que cumpla el plan, y podrá sacrificar una vaquita el que cumpla el plan. ¿Y quién pone el plan? Exacto, Machado Ventura y su gente.

¿Y qué significa que van a rebajar a los campesinos los gastos que les acaban de incrementar? Significa que estos recibirán 3.400 millones de pesos más del presupuesto estatal; millones que alguien tendrá que pagar. Aunque la familia Castro-Callejas podría hacerlo, no se ha pronunciado al respecto, así que parece que serán todos los cubanos, esos que ya destinan entre un 42 y un 50% de sus ingresos solamente a alimentación, los que tendrán que apoquinar 300 pesos más al año para así resolver el desastre que la Tarea Ordenamiento ha creado en la ya desastrosa agricultura cubana.

Hasta aquí, algún lector puede imaginar que los agricultores cubanos están enfadadísimos con el Gobierno, pero no. Según Tapia, "en la reunión se ratificó el apoyo y la confianza de los productores en la Revolución, en su generación histórica y en su continuidad". Es decir, los campesinos confían en aquellos que les ponen las trabas para luego quitárselas a medias y bajo chantaje.

Y no mentía Tapia, al parecer. Uno de los productores participantes del cónclave explicaba cuán satisfechos estarían aquellos ganaderos a quienes, por "haber sido buenos y cumplidores, el Estado los dejaría sacrificar un animal al año…". Si esto no es daño antropológico mezclado con Síndrome de Estocolmo, que baje Dios y lo vea.

Lo gracioso, en el tono macabro que le gusta al Gobierno, es que mientras Díaz-Canel quita las trabas que previamente pusieron él mismo o sus jefes, una libra de arroz llega a 60 pesos, y así, el recientemente aumentado salario de uno de esos virtuosos científicos cubanos que están creando las vacunas contra el coronavirus, no vale un saco de arroz. Un campesino chino del siglo XII estaba mejor pagado.