Desde hace más de un año sufren prisión al menos 726 cubanos que, en su mayoría, salieron a las calles a protestar el 11 de julio de 2021 (11J) por la mala conducción política del país. La situación del país durante este periodo solo ha sabido empeorar. Mientras las economías del mundo se recuperan poco a poco de la pandemia (a pesar de la inflación y la nueva crisis provocada por Rusia), en Cuba los apagones y la escasez se han multiplicado, también la represión.
Con regularidad nos preguntamos cómo le irá a esos cubanos castigados por reclamar sus derechos. Varios familiares comentan qué se come en las cárceles cubanas en medio de esta crisis.
Andy García, de Santa Clara, le dice a su familia que en el campamento del Yabú la mayoría de las veces le servían un arroz blanco acompañado de mortadella o croquetas. "En Güamajal", nos dice su hermana Roxana, "logré ver en una visita que había harina con boniato y un agua de pescado. Algún que otro día le sirven un huevo hervido, pero la mayoría de las veces es embutido (sobre todo croquetas), arroz blanco, algún caldo o boniato y harina. En el desayuno, pan solo. Muchas veces la comida tiene mal olor".
La esposa de Liván Hernández Sosa añade a la dieta de Güamajal "una sopa de hojas de plátano y el plato fuerte, la bandeja".
Mariangel Rodríguez, esposa de Alexei Martínez, que se encuentra en Manacas, asegura que la cantidad de todo es una o dos cucharadas. Casi siempre hay arroz blanco, "agua con bolas de chícharo, picadillo de tenca echado a perder, algún que otro huevo hervido tieso o como tortilla o frito". A veces sirven una especie de sopa de arroz, y entonces ese día no les dan arroz a los reclusos.
A Samuel Pupo Martínez, en Agüica, Matanzas, le sirven una especie de "pasta térmica" que, según Yuny su esposa, es como una "harina de pan con sal". Además recibe las pocas cucharadas de arroz, el consabido caldo sin sazón, un picadillo regularmente descompuesto y, un par de veces al mes, un huevo duro.
Una innovación parecida a la de la "pasta térmica" refiere la esposa de Carlos Alberto Hernández, en el Combinado de Este, donde ofertan algo que ellos llaman "torta", que es como una hamburguesa sin cocinar y sin carne. La única vez que Carlos la comió, se intoxicó, nos dice.
Poco arroz blanco, caldos en los que a veces se encuentra un frijol, croquetas, algún huevo duro y otros aportes culinarios indigestos, componen el día a día de miles de presos cubanos, entre los que se encuentran los más de 700 que el 11J salieron a desafiar al régimen. El llamado "saco" —que es la comida que le pueden conseguir sus familiares con esfuerzo—, se convierte en una renta insostenible. Cada familia lo llena como puede, de manera que buscar un promedio es difícil.
Podemos encontrar al menos un referente en los sacos que hace el proyecto "Ayuda a los valientes del 11J", coordinado por Pedro López en Santa Clara. "Estamos entregando 6.000 pesos por prisionero", nos cuenta Pedro, "y es realmente muy poco lo que se puede comprar". En el detallado desglose que me envía leo que como proteína solo podrían tener dos yogures, cuatro libras de queso y cinco paquetes de salchicha. Otra cosa no pueden mandar porque o no lo permiten, o no hay, o se echa a perder.
Esta de "Ayuda a los valientes…" se trata de una de las jabas más caras que un preso puede recibir. El salario medio en Cuba es de unos 3.838 pesos. ¿Qué hará una jubilada que tiene preso a su hijo y solo cobra 2.000 pesos mensuales? ¿Una madre separada de sus cuatro, tres, dos hijos?
“¿Qué están comiendo los presos del 11J?” Ese menu incluye la falta de coordinación y pro-actividad- de los cubanos que vivimos en sociedades democráticas - por la gestión que mueve a los ciudadanos.