En Cuba existen actualmente 2.914.009 ejemplares vacunos, un número notablemente inferior al de 1959 y al de la época dorada de la ganadería del régimen, lo que reafirma el total descalabro de este sector en la Isla. La cifra fue informada por Yudith Almeida Núñez, jefa del Departamento del Registro Pecuario, del Ministerio de la Agricultura (MINAG), al término del ejercicio de alta fiscalización al control de la masa vacuna, realizado entre marzo de 2024 y enero del actual año en todo el país, indicó el diario oficial Granma.
La funcionaria señaló que fueron detectadas 18.854 ilegalidades, y quedan pendientes 1.128 en Pinar del Río, Mayabeque y Las Tunas. Especificó que las violaciones más significativas corresponden a los términos de propietarios fuera del país, fallecidos, algunos que cumplen sanciones de privación de libertad o se desconoce su ubicación.
Almeida Núñez enfatizó, además, que fueron detectados 43.143 nacimientos sin declarar, así como compraventa ilegal, animales sin inscribir, faltantes, muertes sin documentar y hurtos. Aunque la funcionaria sostuvo que "la mayoría de los acápites tuvo un alto índice de solución", la realidad del campo cubano es otra. Los ganaderos siguen padeciendo la indefensión estatal y las medidas restrictivas a su labor que, en lugar de incentivar la actividad agropecuaria, lo que hacen es lastrarla.
"Desde hace varios años, esta rama muestra una tendencia al decrecimiento de la masa, esencialmente por cambios en las tecnologías de crianza, los déficits de insumos veterinarios y de alimentos, deterioro de los indicadores productivos, así como el hurto y sacrificio de los ejemplares", reconoció Granma.
Estos números oficiales y la remarcada tristeza de los campos de Cuba contrastan con épocas anteriores del sector y reafirman que la Isla vive la peor de sus crisis. Así, en 1958 se estima que existían alrededor de seis millones de cabezas de ganado vacuno, al tiempo que, según el Anuario estadístico de Cuba, en 1970 había 5,7 millones de cabezas de ganado, cifra que fue de cinco millones en 1980 y experimentó un notable descenso a partir de 1990, cuando la ganadería en la Isla se sumió en una crisis que se ha vuelto cada vez más severa.
En un análisis reciente sobre el tema, publicado en DIARIO DE CUBA, Ángeles Rosas escribió: "Más de una decena de normativas se han establecido en Cuba alrededor de la actividad agropecuaria, pero poco han logrado en el camino de satisfacer las necesidades de la población, entre ellas la comida, cuyos precios han puesto al límite los bolsillos y la alimentación de los cubanos. Muchas de estas leyes, lejos de darle libertad a los agricultores, ganaderos y campesinos, restringen la actividad, perfeccionan el control del Estado y priorizan las formas estatales por encima de las privadas".
Para el abogado de DIARIO DE CUBA Edel González Jiménez, "los ganaderos necesitan normas que promuevan realmente la promoción y el incremento efectivo de la masa ganadera. A día de hoy, siguen careciendo de eficaces estímulos fiscales, subvenciones significativas, fácil acceso a tecnologías reproductivas, medidas y medios de higiene y salud para la crianza, matanza y gestión de las carnes de dichos animales".
En tal sentido, el economista Pedro Monreal sentenció recientemente: "La ruina agropecuaria es el componente más alarmante de la crisis estructural de Cuba, el fracaso más sonado de la política económica gubernamental, un factor crucial del empobrecimiento masivo y fermento de malestar político".