Lo que no dice el castrismo

A los gobernantes cubanos les encanta representar el papel de víctimas, sobre todo en sus relaciones con EEUU y otras naciones de Occidente. En ese sentido la propaganda castrista insiste en presentar como agresiones en su contra a acciones que responden a tropelías ejecutadas inicialmente por La Habana. Veamos algunos ejemplos de ello.

El caso más paradigmático parecer ser el embargo impuesto por Washington al Gobierno cubano, y que este se obstina en llamar bloqueo.  El discurso oficial cubano condena el embargo en los más duros términos, y ha llevado esa condena al centro de su política exterior. Sin embargo, casi nunca vincula ese embargo con la expropiación de todas las empresas y bienes estadounidenses que existían en la Isla, sin el pago de indemnizaciones a sus propietarios. Se trató de un auténtico robo, que por supuesto auguraba una respuesta de la parte afectada.

Otro tanto sucede con la Ley Helms-Burton, firmada por el presidente Bill Clinton en 1996. El castrismo califica esa medida como un reforzamiento del bloqueo de EEUU, tendiente a derrocar a la revolución cubana, y han tratado de arrastrar a buena parte de la comunidad internacional para que se oponga a esa política. Sin embargo, nada dicen acerca de que esa ley se firmó como una respuesta al derribo por la fuerza aérea castrista de una de las avionetas de la organización Hermanos al Rescate, donde murieron valiosos jóvenes que se dedicaban a la labor de rescatar a balseros cubanos en el estrecho de Florida.

Y más recientemente observamos otro tema que comparte, junto con el "bloqueo", el centro del discurso de los gobernantes cubanos: la inclusión de la Isla en la lista de países que patrocinan el terrorismo. El castrismo persiste en esgrimir el argumento de que se trata de una medida ilegal y sin fundamento alguno, que solo aspira a dificultar las relaciones de Cuba con bancos, empresas y entidades de otros países. Así tratan de que la opinión pública olvide la protección que el Gobierno cubano brindó al Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN), una guerrilla terrorista que cometió un acto vandálico, que ocasionó varias muertes, mientras sostenía conversaciones de paz con el Gobierno colombiano.

Pero no solo en el plano nacional se aplica esa política de ocultar lo que no le conviene al castrismo. También lo que sucede más allá de nuestras fronteras se presta para la malsana política informativa de las autoridades cubanas. Un ejemplo lo tenemos en la acción de la OTAN contra Serbia en el año 1999. Con frecuencia la prensa oficialista se refiere a los bombardeos de la OTAN contra Belgrado como un crimen de lesa humanidad.  Pero callan lo relacionado con la limpieza étnica que los gobernantes serbios llevaron  a cabo en la región de Kosovo, donde intentaron desalojar a esa población de origen albanesa, y en su lugar ocupar el territorio con personas de origen serbio.  

En los días que corren la propaganda castrista aplica una parecida maniobra informativa para justificar la agresión rusa de Ucrania. El oficialismo insiste en que Moscú debió reaccionar ante el cerco que le impone la OTAN con su avance hacia el este. Aquí el castrismo quiere hacer ver que Occidente recluta  a las naciones fronterizas con Rusia para que se integren a la OTAN y provoquen a Moscú. La verdad, empero, es todo lo contrario. Son las naciones que un día conocieron de las apetencias territoriales de Rusia (Polonia, Ucrania, Finlandia y las repúblicas bálticas), las que anhelan pertenecer a la OTAN como una vía para defenderse del imperio ruso.  

Algunos pudieron pensar que con la reciente promulgación de la Ley de Comunicación Social por la Asamblea Nacional del Poder Popular se produciría una apertura informativa en el país que eliminara esos vacíos que alienta la maquinaria del poder.

Los que así pensaron van a quedar desilusionados. Ya el gobernante Díaz-Canel declaró que la Ley está creada con un enfoque regulatorio. Es decir, que su espíritu no es desarrollista, innovador y mucho menos conciliador con el libre flujo de la información. Su misión fundamental será regular aún más la información, según los términos deseados por el castrismo.