Los gobiernos basados en la planificación central han justificado la eliminación de toda una especie, la empresarial, por serles innecesaria —incluso subversiva— en un mundo donde el Estado monopoliza recursos e información. Aunque por convencionalidad se les siga llamando empresarios a los que dirigen las empresas estatales, son en realidad administradores burocráticos sin poder creativo.
La creatividad empresarial es consustancial a la especie humana y es tan sublime como la más refinada de las artes. Está en la coordinación eficiente de los factores, en el descubrimiento inicialmente abstracto de la utilidad de la combinación de ciertos recursos en cierto lugar, en cierto momento.
Hay arte en crear de la nada coordinaciones que estaban en potencia, pero que no se realizaron hasta que se les conjugó.
A veces, para poder comprender la realidad cubana y pronosticar las derivaciones de las políticas económicas del Gobierno, hay que observarla desde la inmoralidad que es la represión de la naturaleza creativa del ser humano consustancial al castrismo.
Analicemos lo que pasará con la economía cubana después de que esté implantada la "Tarea Ordenamiento", que incluye una serie de ajustes en el modo de repartir la riqueza para aumentar la producción mediante el control de los incentivos, lo que rompe el núcleo igualitarista del socialismo.
Aun si obviamos la inmoralidad original de la supresión del individuo-empresario y nos plantamos en lo que se supone es un Estado socialista, encontramos una inmoralidad de segundo orden en lo que está haciendo hoy el Gobierno al decidir apropiarse de la producción del país, no para repartirla según la equidad que teóricamente legitima al socialismo, sino para hacer un reparto según la utilidad de cada persona al resultado mercantil de las empresas estatales, un reparto declaradamente meritocrático.
Abandonar el principio de equidad y pasar a una sociedad donde las diferencias de aportación justifican la diferencia en riqueza, exactamente como sucede en los países capitalistas, difumina la legitimidad del proyecto socialista, lo que en lógica debería evolucionar hacia el rescate de la libertad empresarial, pero inmoralmente, el Gobierno aún lo impide.
Pero obviemos ambas inmoralidades para centrarnos en examinar, con los considerandos que merece un análisis económico apriorístico, si es posible el resultado previsto, es decir, si es posible un aumento de la productividad laboral y de riquezas que justifique la mutación de un sistema equitativo a uno meritocrático.
Diríamos que el cambio se justificaría si, y solo si, el total de la producción nacional aumenta y se distribuye de tal modo que el cubano que menos ingresaba antes, después de la Tarea Ordenamiento ingresará más, justificándose así el cambio por el aumento del nivel de vida real de todos.
El nuevo estilo de incentivos, núcleo de las reformas, parte de la base comúnmente aceptada de que en Cuba el trabajador está desincentivado, lo cual es cierto, y además la experiencia muestra una función de aumento correlativo —aunque marginalmente decreciente— entre estimulación material y productividad.
¿Pero es la motivación extrínseca del aumento salarial bastante? A corto plazo, el salario será insuficiente para vivir exclusivamente de él; aunque lo quintupliquen nominalmente, seguirá siendo en realidad muy bajo por la inflación, lo que trae como complicación macroeconómica que el bajo consumo no creará una demanda agregada capaz de desarrollar el mercado interno —de ahí la condena a la exportación de la economía cubana—, y sin un mercado interno apto para satisfacer las demandas de las personas la productividad se estancará nuevamente.
Hasta aquí solo lo hemos mirado desde la perspectiva del obrero, que es lo que mayormente se hace, pero donde se pierde un elemento capital del modelo centralista; lo que verdaderamente desincentiva este modelo, reprime incluso, es la creatividad empresarial.
La "Tarea Ordenamiento" no resuelve la cuestión, en principio ética pero de importancia práctica, de la inexistencia de los empresarios en la economía cubana.
El empresario es el factor creativo y multiplicador de una economía, no el obrero; los incentivos del obrero dependen de la creación de riquezas que nace en el infinito proceso de descubrimiento empresarial. Como Cuba es el tercero por la cola en el índice de libertad de empresa, por mucho que el Estado incentive a los trabajadores, no llegarán a crearse las dinámicas que solo surgen donde existen empresarios creativos, por lo que es muy dudoso que estos cambios en el modo de incentivar aumenten la riqueza real de los cubanos.
Una economía sin ética no solo es contraria a la naturaleza humana al impedir la explosión de las potencialidades de cada individuo, sino que se vuelve una herramienta socialmente inútil, que empobrece y deprime a la sociedad. El ejemplo lo conocemos.
En Cuba nunca habrá libertad de empresa para el cubano común. Se lo puedo resumir en una frase lapidaria que le dijo Fidel Castro a Hubert Matos:
“La libertad económica genera libertad politica”.
Cuando existia la felizmente desaparesida ,union sovietica , esta tenia un volumen economico SIMILAR A LA DE ITALIA , DE LOS ANOS 80. La llamada porqueria ,planificasion central estatal marxista leninista ,fue un fracaso total .China Y Viet Nam ,hecharon abajo ,esta basura estatal marxista y crecieron de forma espectacural. EL MERCADO GUSTENOS O NO ES POR AHORA EN ESTA ETAPA DEL CICLO MUNDIAL EN EL CUAL VIVIMOS ,LA UNICA FORMA DE DESARROLO.RENE LIBERTARIO.
Esto no pasa de ser una disquisición esotérica con vapores leninistas de análisis. El fenómeno de apropiación feudal de la nación por una casta militar, primero representada por un líder único y luego por una junta militar que dirige y manda desde bastidores a la burocracia civil y al partido, ocurrió realmente desde el mismo momento en que empezaron las apropiaciones y la resta de derechos a los ciudadanos hasta convertirlos en siervos, hace más de sesenta años.
La citada "riqueza nacional", si acaso la hubo en "abundancia", nunca se distribuyó sino en cuotas de subsistencia dentro de una economía con incrementado
sobresaliente en ineficiencia e improductividad. Su mayor cuantía fue dilapidada en buena parte por un ególatra emprendiendo políticas imperialistas, más que absurdas por el tamaño y el peso real del país en el mundo, y otra cuantía en lo que le dio y le da privilegios siempre crecientes a la pandilla en el poder.
Permitir o no empresarios no es una cuestiòn ètica. Es una cuestiòn de economìa polìtica. No es una actitud de caràcter moral ante la vida. Y plantear este asunto es tan absurdo como decir que el capitalismo no fue ètico cuando acabò con la servidumbre feudal. Tampoco estoy de acuerdo en decir que las economias planificadas son opuestas al empresario. China y VieT Nam consiguieron imbricar bien a los empresarios dentro de sus economìas planificadas. El problema es que en Cuba temen hacer eso porque todavìa estamos bajo la sombra de la Ofensiva Revolucionaria. Cuando desaparezca la generaciòn de dinosaurios habrà otro enfoque.
No estoy de acuerdo, prohibir se exprese la creatividad humana con el fin politico de mantener en el poder a un grupito sí es una represión inmoral.
China y Vietnam dejaron de tener economia centralmente planificada hace decadas, gobierno de Cuba insiste.
Castrox China y Vietnam continuan con economias planificadas pero descentralizadas.
Hay planes, hay intromisión del estado en la economía, hay sectores a los q le dedican toneladas de financiación si entienden es de interés político, como las comunicaciones, pero no hay planificación económica como en cuba, precisamente porq no hay centralización
CastroX, muy bien tu comentario. Quisiera hacerte un señalamiento en un vicio de lenguaje que todos -incluyéndome- cometemos todo el tiempo. Hasta que me di cuenta y rectifiqué.
Y es medular. Sobre todo ante interlocutores de otras nacionalidades que asumen el concepto como algo lógico en sus paises.
Diferenciemos GOBIERNO de NACION.
Fijate que diferente tu oración final si dijese: el gobierno cubano insiste. O mas certero: el régimen cubano insiste.
Te doy totalmente la razón