¿Qué habría que salvar de la Revolución?

Magalis Echenique odia ir a la bodega, pero es un odio del cual no puede escaparse esta enfermera jubilada. Porque depende "como todo empleado del Estado, de enfrentarlo cada mes: un odio que no alimenta, como tampoco alimenta el trapo sucio al que todos conocen como los mandados", casi recita esta habanera que apenas percibe 4.000 pesos mensuales por la chequera de jubilación.

"Este mes, lo que llegó a la bodega fue arroz, azúcar, frijoles negros (correspondiente al mes de julio), jabón de lavar y jabón de baño. Nada más. En el barrio estamos a la espera de que llegue el pollo para niños y adultos mayores o que las gallinas vuelvan a poner huevos alguna vez en sus vidas. O que nos avisen que podemos ir a matarnos en la cola del módulo mensual que distribuyen mensualmente; otro trapo, aunque quizás menos sucio entendiendo las circunstancias", aclara Echenique que, como dos tercios de la población cubana —más de 7,5 millones de habitantes— no recibe remesas del extranjero.

Los habaneros, mediante presentación de una tarjeta vinculada a la libreta de abastecimiento, pueden comprar un módulo por cada núcleo familiar que consiste en pollo, picadillo, perrito, un litro de aceite, detergente, champú o suavizador o pasta dental, y diez cajetillas de cigarros.  

Al preguntar a Echenique qué habría que salvar de la Revolución, su respuesta fue tajante: "A estas alturas, en más de 60 años, absolutamente nada; la Revolución se encargó por sí misma de destruir lo que una vez soñó y pudo ser posible".  
 
Precisamente con dos interrogantes a cuestas (qué te ha dado la Revolución este último mes, y qué habría que salvar de la Revolución), DIARIO DE CUBA recorrió una docena de barriadas habaneras.

En medio de un panorama marcado por la gravedad de la inseguridad alimentaria, la bancarización, la dolarización total de la economía y el ensanchamiento del apartheid económico, alimentarse los 30 días del mes adquiere matices de tragedia en hogares de aquellos cubanos que solo dependen de un empleo estatal. Situación que empeora si hay menores edad o adultos mayores.      

"De la Revolución no habría nada que salvar; desde una mirada honesta, no hay una sola que salvar, ni siquiera ya los desprestigiados sectores de la Salud Pública o la Educación", dice Federico Prats, vecino del consejo popular Palatino a las puertas de su bodega, donde mensualmente "sufre" lo que el régimen le otorga mediante la canasta básica.

"En lo que va de mes solo han llegado las siete libras de arroz, dos libras de azúcar blanca y una libra de azúcar prieta. Hoy vine a sufrir las compotas de mi nieto del mes julio y el café correspondiente al mes de mayo. Lo demás brilla por su ausencia".

Mientras Federico aún se encontraba en el establecimiento, arribó un camión con el aseo personal correspondiente al mes pasado: cuatro jabones de lavar y cuatro de baño para un núcleo de siete personas.

"Esto es todos los meses: o traen lo que falta del mes pasado, o la mitad de lo que te dieron al principio del presente. ¿Recuerdas aquella época en que necesitabas cuatro o cinco jabas para sacar los mandados de una sola persona? Pues ya en Cuba todo es así: un recuerdo del pasado que a veces no sabes si lo has soñado o lo has vivido. Creí que al menos el pensamiento de Fidel (Castro) se podría salvar de Cuba, pero es que fue su propio pensamiento porfiado quien nos condujo a lo que ahora estamos sufriendo", afirma Federico, mientras trabajadores y clientes que se aglomeran toman distancia ante sus comentarios.

Federico se percata y alza más la voz. "Esos que huyen tienen miedo de que por estar cerca de lo que hablo puedan perder la tarjeta del módulo mensual", ironiza quien asegura haber sido militante del Partido y veterano de las guerras en Angola.

"A quienes hay que salvar es a nosotros, que ya ni por señales de humo podemos pedir ni agua", ataja Daikel Campuzano, un joven vecino de la barriada Miraflores, en Boyeros.  

Aunque asegura que su tono no es de crítica a determinados sectores, considera que "la Revolución nos dejó a merced del sector privado y de las MIPYMES cuando ya no pudo ni garantizarnos el pan. Creo que todo eso tiene que existir, por supuesto, pero paralelamente el Estado tiene que asumir su naturaleza y función. Entre los mandados de la bodega y el módulo mensual una familia promedio no sobrevive ni 15 días. Más allá de eso, lo único que la Revolución me da cada mes es la opción de cometer ilegalidades porque mis padres y mis hijos no se me van a morir de hambre", apunta Campuzano, otro de las decenas de miles de jóvenes distanciados de la épica revolucionaria, a quien solamente le quedó la alternativa de abandonar los estudios universitarios.   

Hasta ahora, la Dirección de Comercio Interior solo había entregado a las bodegas, en las barriadas recorridas arroz, azúcar, aseo personal, el café y el aceite correspondiente al mes de mayo y los chícharos de julio. Los frijoles negros, tanto de julio como de agosto, todavía no se completaban en varios consejos populares.

Las cifras oficialistas de las inversiones en sectores estratégicos de Cuba durante el primer semestre de 2023 reflejan, de acuerdo con una publicación de la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), que en la primera mitad del año en curso el sector de los servicios empresariales e inmobiliarios acaparó 10.406 millones de pesos del total de 41.616.003 millones invertidos. O sea, casi un cuarto de esa cifra que indica la tendencia del régimen en crecer más en habitaciones de hoteles e instalaciones turísticas que en cosechas y hospitales.

"Quizá ser mujer y madre pudo haber sido de aquellas cosas que se hubieran salvado de la Revolución; aquella imagen de las emancipadas y gloriosas federadas echando palante la Revolución y el hogar mientras nuestros hijos eran felices en jardines y círculos infantiles", dice Ada Céspedes mientras mira con desconfianza unas cajitas sin identificar que, según el bodeguero, son las compotas.

Mientras pregunta por la sal y la pasta dental del bimestre junio-julio, y por el detergente líquido que se distribuye según criterio de los Consejos de Gobernación, Céspedes acota que "cada año hay menos círculos infantiles mientras el Gobierno quiere un crecimiento de la natalidad porque Cuba va a marcha forzada hacia el envejecimiento poblacional. Cuál es la lógica de un Estado que no ve esa contradicción. ¿Qué revolución es aquella que, en décadas de racionamiento y escasez y pésimas condiciones de vivienda, que se agravan cada día, quiere que la mujer viva el sueño de las federadas? A eso suma la violencia machista que hace ola en el país", recalca Céspedes.   

Para Yazmín Albelo la pregunta acerca de qué habría que salvar de la Revolución está fuera de lugar. No entiende el empeño de "seguir llamando a esto 'revolución'. Eso a lo que le dicen revolución murió junto con mis padres, que sangraron por ella. No es una simple alegoría, es literal", afirma esta habanera treintañera, profesora de danza folclórica y madre de un menor y una adolescente.

"Vivo, o más bien sobrevivo, gracias a las remesas de mi tío. Renuncié a ir a la bodega o tirarme de los pelos en la cola de los módulos de la tienda. No nací para eso, o más bien, los cubanos no nacimos para eso. Mi libreta y tarjeta las doné a una familia de mi barrio que, literalmente, se estaban muriendo de hambre. Esa Revolución sabe que el corazón del cubano sigue siendo bueno, con la capacidad no de dar lo que le sobra sino de compartir lo que tiene. Pero un país no se sostiene con la compartición de la pobreza; por tanto, nada hay que salvar de ella, sino despertarse de ella", concluye Albelo.