Como se ha informado, en días pasados sesionó la III Conferencia Nacional del Sindicato Azucarero. Una cita donde afloraron todos los problemas que gravitan sobre ese sector de la economía. En particular la escasez de caña que se observa en nuestros campos, lo que repercute —además de las deficiencias de la industria— en que no puedan cumplirse los anémicos planes de producción de azúcar que se traza la dirección del país.
En el evento hubo intervenciones que derrocharon bravuconería, como las del vicepresidente Salvador Valdés Mesa, y del vice primer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca, quienes llamaron a que este sector "no le falle a la Revolución".
Centraremos este comentario en las tribulaciones que experimenta la producción de caña en Cuba.
Por supuesto que la escasez de caña en nuestros campos no es un fenómeno de reciente aparición. Comenzó a notarse en los años 90, cuando la hasta entonces boyante industria azucarera cubana empezó a enfrentar las consecuencias de la desaparición de la Unión Soviética, y la caída del llamado socialismo real.
Con poco combustible y piezas de repuesto para la maquinaria y los equipos de riego, casi desprovistas de fertilizantes y herbicidas, las plantaciones cañeras sufrieron un gran descuido, y la despoblación afectó a casi un tercio del área cultivada. Los resultados de tamaña situación no se hicieron esperar: hacia 1993 se redujo en un tercio el volumen de caña molida (de 65 millones de toneladas a 42 millones de toneladas), y el rendimiento por área cosechada disminuyó un 20%.
Cifras aportadas por el académico Oscar Zanetti Lecuona, en su texto Esplendor y decadencia del azúcar en las Antillas hispanas, nos permiten apreciar la caída paulatina en la producción cañera por parte de las unidades básicas de producción cooperativa (UBPC), las que a partir de 1993 se hicieron cargo de esta labor en las tierras que antaño eran gestionadas por el Estado.
En la zafra 1993-1994 se obtuvieron 32,4 millones de toneladas de caña. En la correspondiente al periodo 1995-1996 la cifra bajó hasta los 29,8 millones, mientras que ya en la zafra 1998-1999 la cantidad de caña obtenida cayó a los 25,1 millones.
No obstante, lo peor estaba por venir para la producción cañera y la producción azucarera en general. La debacle sobrevino tras la culminación de la zafra de 2002, cuando la jerarquía castrista decidió iniciar un proceso de "redimensionamiento" del sector azucarero en el país, con el objetivo de reducir los altos costos que generaba la producción de azúcar, que ya le estaba ocasionando pérdidas a la economía nacional.
Fueron desmantelados 71 centrales azucareros (la mitad de los existentes en el país), al tiempo que las áreas sembradas de cañas se redujeron en un 38%. Eran tierras que puestamente se iban a dedicar a otros cultivos que serían atendidos igualmente por las UBPC. Pero la ineficiencia con que nacieron esas entidades, y la reducción que fueron experimentando en su número (de 1.531 en la zafra 1993-1994, ya eran solo 1.002 en la contienda 1998-1999), provocó que de esas tierras, antaño cañeras, no saliera casi ningún alimento para la población.
Y tal vez la peor consecuencia del redimensionamiento fueron los casi 100.000 trabajadores de la industria azucarera que fueron despedidos de sus empleos y obligados a reubicarse en labores para las que no estaban preparados. Los campos cañeros perdían una colosal fuerza laboral que en estos días harían mucha falta para sembrar la caña que necesita el país.
Los resultados del redimensionamiento fueron desesperanzadores para la elite gobernante, tanto en la producción de azúcar como para la producción cañera. En lo concerniente a esto último, el Anuario Estadístico de 2023, emitido por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) da cuenta de la drástica reducción de la producción de la gramínea en años recientes. Durante la zafra 2018-2019 se obtuvieron 17,1 millones de toneladas, que bajaron a 13,9 millones en la 2019-2020, para caer estrepitosamente en la zafra 2020-2021, cuando solo se obtuvieron 10,2 millones de toneladas de caña.
Por supuesto, del desastre que representó el proceso de redimensionamiento, ejecutado de manera apresurada y sin una meditación profunda acerca de su alcance, así como de la participación del "invicto" comandante en jefe en su ejecución, nada se dijo en la combativa reunión del sindicato nacional azucarero.
Todas las arengas de Valdés Mesa y Tapia Fonseca recayeron sobre los aguerridos trabajadores azucareros, que tendrán que sudar la gota gorda para cumplir con las exigencias de la clase dirigente. Sin embargo, queda claro que solo con consignas no se poblarán de caña los campos cubanos.
¡Pero mira que hay gente que se empecina en comer azúcar, con lo malo que es para la salud!