En la consigna "Un país dos sistemas", Deng Xiaoping condensó la filosofía que con él había llegado al poder en una China que emprendía la transición hacia la libertad económica, enfrentando además el reto de reintegrar bajo su soberanía zonas como Macao o Hong Kong, que habían vivido más de un siglo bajo autoridades coloniales con sistemas capitalistas.
Tal consigna fue el sello de garantía de una China que, con decisión y sin titubeos, se abría al capitalismo para salvar al país de las ideas comunista-genocidas de Mao y, no solo al país, sino al mismísimo Partido Comunista de China, debilitado por tejemanejes y confrontaciones saldadas con la eliminación de la Banda de los Cuatro.
En Cuba no hay una consigna oficial, pero la apertura al sector privado ha transcurrido al ritmo de una frase muy repetida por el defenestrado ministro Gil, que sintetiza bien la filosofía castrista: La economía cubana es una sola, NO existe una economía estatal y otra no estatal.
Muchos, a veces de manera inconsciente, imaginan que en Cuba hay un proceso similar al sucedido en China aunque a menor velocidad, pero no es este el caso y, desde las diferencias entre ambas frases, se pueden descifrar las discrepantes filosofías subyacentes a la manera en que ambos países han desmontado el socialismo y obtenido resultados totalmente divergentes. China logrando rivalizar en riqueza con EEUU, Cuba pasando a rivalizar en miseria con Haití.
"Un país dos sistemas" va de menos a más, es una expresión afirmativa que describe crecimiento y proliferación. Es apertura, meiosis fecundativa de algo nuevo que nace para crecer. La frase denota voluntad inclusiva, propositiva, dinámica.
La transición de la China de Mao a la de Deng fue rupturista e incluyó una renovación generacional llegada con un pensamiento nuevo (o viejo que estaba reprimido) materializado en el desmontaje de cientos de miles de prohibiciones y trabas a los derechos de propiedad que, disfrazadas de dogmas políticos, pavimentaban el camino de la miseria generalizada escogido por Mao para mantenerse en el poder.
"La economía cubana es una sola, NO existe una economía estatal y otra no estatal", por el contrario, tiene una enunciación negativa que pivota alrededor de ese no originalmente escrito con mayúsculas. No es una propuesta a hacer, sino un límite, un hasta aquí. El devenir, el continuo lógico de la frase no es crecimiento sino concentración, va de dos que existen a uno que se impone.
En Cuba no ha habido transición. La incorporación de caras nuevas al poder ha sido filtrada desde arriba para crear un solapamiento generacional que refresque la imagen, pero mantenga la esencia del sistema y, para evitar equívocos y refrenar ilusiones de cambios más profundos, se denominó a este periodo "la continuidad".
La transición china fue un desplazamiento desde la propiedad comunitaria a la individual, lo que se formalizó en derechos de propiedad privada reales que permitieron la acumulación de riqueza en individuos que empresarialmente ganaron influencia civil y con los cuales el Partido Comunista cedió y compartió poder.
En Cuba la situación es superficialmente paralela. Se han creado zonas de desarrollo especial y permitido algunos miles de microempresas privadas, pero la diferencia con el país asiático estriba en que, mientras allá hubo una transición en las ideas de quienes gobiernan; acá, los avances en derecho de propiedad se deben, exclusivamente, a que la economía castrista está colapsada y necesita permitir un sector privado que la reanime. Pero ¿qué pasará cuando el castrismo se sienta nuevamente fuerte o encuentre otro padrino extranjero?
Hasta ahora no ha habido un verdadero reconocimiento de derechos de propiedad en Cuba, admitiéndose abiertamente desde el Gobierno que el sector privado existe solo por una "autorización" que periódicamente se revisa. De hecho —con coherencia totalitaria– desde el castrismo rara vez se habla de sector privado, usándose con mayor frecuencia el término "sector no estatal".
En Cuba la propiedad privada no es derecho humano, sino herramienta usada por un sistema que la repele y solo la admite como medio para sobrevivir hasta recuperarse o encontrar otro que le mantenga.
Antes de comenzar el periodo aperturista actual —que no es el primero—, el castrismo se tomó el trabajo de reformular la Constitución dejando claro el papel subordinado de la gestión privada en algunos sectores de la economía que existirían solo como "complemento de la empresa estatal".
Entonces, se han dado permisos para que haya gestión no-estatal porque la economía castrista es un churro inoperante cuasi extinto. Eso significa que la inversión privada en Cuba existe bajo una extraña paradoja: mientras mejor le vaya al sector privado, mejor le irá al país, pero cuando al país le vaya lo suficientemente bien como para que la economía estatal se fortalezca, con respaldo constitucional y por estar claramente inscrito en el ADN del sistema, este tenderá a eliminar toda competencia privada que, además, es siempre vista como germen infeccioso de fuerzas civiles independientes al Estado. Es decir, en el éxito del sector privado está su sentencia de muerte.
Como les pasó a los " partidos hermanos " de Rusia, y el famoso " campo socialista" en fin El inefable Deng hizo un enroque político intentando salvar un sistema y lo logró, pero la candela viene por dentro esperemos un poco. No podemos olvidar que la sabiduría china y sus preceptos datan del pre-imperio y el imperio chino por si mismos son anteriores al cristianismo, y ha demostrado su vitalidad y al Deng se le ocurrió que podía salvarse integrando tecnología de punta que no poseía. En cuanto a Cuba, Isla solitaria navegando en la miseria, y en la estupidez ancestral de un grupo familiar gallego que cree Cuba debe ser gallega ( pero de ellos) no como provincia española, no encuentro puntos de comparacion con China. La existencia del Castrofascismo es simplemente cuestión del tic-tac histórico mientras Candy la Salá sus funcionarios y la Familia Real van de bandazo en bandazo, ineptos e inexplicables, mientras cada momento se acercan al borde de la implosión.
Para mí el sistema chino en su momento, vino a poner en crisis las doctrinas acojonantes del Marxismo bugarronico del matrimonio Marx-Engel, al que los apologistas equiparaban a la biblia del desarrollo económico social aplicable en cualquier parte del mundo. Ni el matrimonio Marx-Engel ni nadie quería ver que el capitalismo y sus formas de desarrollo fueron diferentes en todas partes del mundo porque la idiosincrasia de cada nación define sus formas y modos de producir al igual que las pendejadas de las clases sociales y la ley del valor, Marxistas, no existen fronteras específicas de las clases y su pertenencia a ellas y se puede pasar de una otra tan sencillamente como un cambio de ropa, hoy puedes ser millonario de la noche a la mañana, y lo mismo la ley del valor de la cual Marx tenía grandísimas ideas, pero versaban sobre el valor de la cerveza en Munich. Si Deng No hubiera hecho las reformas capitalistas hace rato que el partido comunista chino fuera historia. ( continua)
Felicito a Rafaela Cruz. El artículo impulsa la luz que atiende a un enfoque oportuno y necesario. Una visión clara del paisaje-económico cubano facilita implementar estrategias efectivas. Porque las estrategias se ajustan pragmáticamente al esquema socioeconómico en la isla.
El fenómeno chino revela no sólo la superoridad del captalismo (aún controlado estatalmente) sino que la iniciativa y la propiedad son indispensable para el bienestar de una nación.
El narra de la foto esta pensando: "Que ganas tengo que se vaya este gordo peste a grajo que viene aqui a jinetear sacos de arroz a cambio de bases militares"
El Estado cubano y el sector privado sostienen una relación donde el emprendedor termina como el Kaluta macho. “ en el éxito del sector privado está su sentencia de muerte.”