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Opinión

¡Todos menos yo! El castrismo le tira al sector privado el muerto del déficit fiscal

El ministro de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro, miente malintencionadamente cuando asocia el déficit fiscal con los atrasos en el pago de los impuestos del sector privado

La Habana
Un trabajador privado vende sus productos en La Habana.
Un trabajador privado vende sus productos en La Habana. Diario de Cuba

El ministro de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro, con cara de impasible autosuficiencia, como prior de convento jesuita, apareció en el programa Mesa Redonda para dar cuenta de la labor de su ministerio, encargado de elaborar los presupuestos de Cuba.

Después de andarse largo rato por las ramas, el ministro reconoció que el déficit fiscal de este año será de un 22% —una barbaridad— e inmediatamente apuntó que existe "la reserva del cumplimiento", refiriéndose a "sectores de contribuyentes que no honran oportunamente o dejan pendiente el cumplimiento de sus obligaciones tributarias, utilizando subterfugios y conductas evasoras, y que están limitando la capacidad de captar recursos".

El ministro Regueiro, sin embargo, no aclaró cuáles son los porcentajes de incumplimiento impositivo, ni aportó cifras concretas que ilustren cuánto impacta la deuda tributaria en el déficit fiscal. Solo aseguró que "existen niveles de indisciplinas que están identificadas y sobre las que se trabaja". Tal pareciera que lo importante para el funcionario, más que aclarar el tema, era dejar caer que el déficit fiscal está relacionado con el incumplimiento tributario del sector privado.

Sin embargo, para que las deudas fiscales tengan relación con el déficit tuvo que pasar al menos una de estas dos situaciones en 2023: una huelga tributaria que sorprendió al Ministerio de Finanzas, o el ministerio, erróneamente, no tuvo en cuenta el porcentaje histórico de evasión fiscal para calcular los ingresos presupuestarios de este año.

Como no ha habido ninguna huelga, supongamos que el ministerio se equivocó en sus cálculos y no tuvo en cuenta los impagos de los impuestos de una parte del sector privado —impagos que suceden cada año y, por lo tanto, son previsibles—. Aun así, la influencia de ese incumplimiento sería mínima dentro de las cuentas del país, casi imperceptible.

Hasta 2022 el sector privado acumulaba una deuda con el fisco de 1.577 millones de pesos. Pero incluso si somos generosos con el ministerio y suponemos que durante 2023 hubo una debacle y se duplicó la deuda tributaria, los 3.154 millones de deuda —supuesta— para este año seguirían siendo insignificantes comparados con los 68.000 millones de pesos del actual déficit fiscal, menos del 5%.

Es decir, aunque hasta el último cuentapropista pagase hasta el último centavo de impuestos, el déficit fiscal seguiría siendo el mismo problemón que es ahora; por lo tanto, el ministro de Finanzas da esperanzas vanas cuando se refiere a "reservas" en los impagos, pero sobre todo miente malintencionadamente cuando asocia el déficit fiscal con los atrasos en el pago de los impuestos del sector privado.

La realidad, como admite el propio Vladimir Regueiro, es que para cerrar el agujero presupuestario el Gobierno tuvo que "recurrir al endeudamiento mediante la emisión de bonos soberanos de la República de Cuba y captar recursos a través del sistema bancario", lo que es un modo enrevesado de reconocer que emitieron deuda sin respaldo, causa fundamental de la inflación en Cuba. Esto, como también reconoce el ministro, "se traduce en un impuesto, es el crecimiento que tienen los precios de los productos que afectan más a las personas de menores ingresos, y que es regresivo".

El castrismo se sabe causante de la inflación y, además, sabe que ese aumento generalizado de precios es lo que más está dañando a la población cubana, pero, por supuesto, no reconoce su culpa, sino que lleva tiempo responsabilizando de ese fenómeno a factores externos —guerra en Ucrania, Covid, embargo, Trump—, y ahora quiere sumar a su lista de culpables a quienes incumplen con el fisco.

No obstante, la simple lógica indica que la inflación superior al 1.000% de la economía cubana no puede estar relacionada con factores externos, y los números que hemos visto aquí, asociados al sector privado, demuestran que este no tiene relación con el déficit fiscal cubano.

El verdadero problema que tiene Cuba es que su Gobierno, para no reconocer su virtual paralización, mantiene funcionando la maquinaria burocrática, robando los últimos recursos que quedan en el país mediante presupuestos deficitarios —gastos superiores a ingresos—, que cuadruplican en términos porcentuales los existentes como promedio en Latinoamérica. Es ese latrocinio institucionalizado, no otra cosa, lo que está corroyendo como ácido el bolsillo de cada familia cubana.

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5 comentarios

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La dictadura NUNCA se ha hecho responsable de los desatres que estuvo, está y estará ocasionandole al país. Todos son responsbles, menos ellos, lo que no es noticia. Sólo aceptan lo que para ellos "es bueno".

Aeh aeh, ahí viene Díaz Canel dando gofio pa' la sed!!!!

Rafaela Cruz es como la motosierra de Milei: le corta una pata a esa mesa redonda y enseguida empieza a cojear.
Una mesa redonda conformada por cuadros de alto nivel con la difícil misión de mentir por omisión, maquillar números, transmitir optimismo al pueblo y dar la impresión de avance.
Algo me impresionó, como cubano, al seguir el proceso electoral argentino y es la COLOSAL contribución de la prensa libre en el encarrilamiento de la sociedad en los caminos del cambio.
Dios bendiga a Rafaela Cruz.

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Es inconcebible que un país que no se le escapa cualquier disidente o manifestación ahora no pueda cobrar las cuatro pesetas que le debe el contribuyente por llenar fosforeras y cocer cazuelas. Y el maseratti del Cangrejo sigue rodando…

En todos los países hay evasión fiscal en mayor o menor grado y eso no es causa para estar en un quiebre total. Si asumimos que la deuda fuera el doble, como dice Rafaela (3000 millones) y se lleva al cambio oficial de 120 pesos por dólar, estamos hablando de 25 millones de dólares que no es significativo en la economía de ningún país.