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Opinión

Presupuestos del Estado cubano: quita mucho y da poco

El castrismo dice dedicar el 72% del presupuesto a gastos sociales; sin embargo, el dinero destinado a educación, salud y seguridad social es escaso. ¿Cómo se explica esto?

La Habana
Orgullo cubano. Ilustración.
Orgullo cubano. Ilustración. Diario de Cuba

"El Estado no es manco ni puede serlo. Tiene dos manos, una para recibir y otra para dar; dicho de otro modo, la mano ruda y la mano dulce. La actividad de la segunda está necesariamente subordinada a la actividad de la primera… cuanto más blanda es la mano que da, más dura es la mano que quita".

Explicaba así Frederic Bastiat la naturaleza dual del Estado, que se plasma anualmente en unos presupuestos generales que, siempre y en todas partes, son una redistribución compulsiva y violenta de la renta nacional.

El pasado diciembre, el Ministerio de Finanzas y Precios presentó ante la Asamblea Nacional el presupuesto de 2023 y, como siempre, se centró en la "mano dulce" —programas sociales, servicios públicos, subvenciones, gratuidades—, sin apenas referirse a la "mano ruda", más que para advertirle a los empresarios privados que viene una "transformación urgente en los sistemas de control en el cumplimiento tributario que, junto con medidas regulatorias para captar mayores ingresos, genere un crecimiento en la recaudación".

Lo extraño es que los ingresos tributarios del Estado son de las pocas cosas que en Cuba se cumplen, ¡y al 102%! En referencia al PIB, estos ingresos superan en más del 15% la media latinoamericana y en un 4% la de los países desarrollados aglutinado en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). ¿Es realmente necesario transformar ese sistema que funciona tan bien?... si por bien entendemos el modo en que exprime a contribuyentes y obreros.

Al Gobierno le sale políticamente rentable azuzar la rivalidad entre trabajadores estatales y privados para mostrarse preocupado por el pueblo, justificando su "mano ruda", la de quitar, centrándola públicamente sobre los privados, a sabiendas de que la población los percibe como más ricos, mientras a quienes más le quita, a quienes más exprime realmente, es a los trabajadores estatales.

Y no, no es pagando salarios bajos que el castrismo esquilma al pueblo —el salario es consecuencia, no causa—, ese argumento conduciría a la desacreditada y errónea ley de la explotación marxista. El modo real en que el Gobierno cubano explota a los trabajadores es monopolizando los medios de producción y la ley.

La explotación a los trabajadores cubanos no está en los bajos salarios, sino en obligarles a vegetar en la improductiva empresa privada del Partido Comunista de Cuba (PCC) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en que han convertido a la nación. La improductividad es la razón del bajo salario, y a su vez es el efecto de la estructura económica castrista, diseñada no para generar bienestar, sino para sustentar estabilidad política mientras unos pocos se enriquecen.

Con explotación nos referimos a que el Estado extrae bastante más del pueblo de lo que le devuelve en forma de servicios y transferencias, ya que una porción muy importante de los recursos se usa para sostener el status quo —propaganda, represión, clientelismo, nepotismo—, algo que solo beneficia a la élite extractivista que controla el país.

Aun así, la ministra de Finanzas y Precios repite incansablemente que los cubanos son "presupuestos sociales", para enfatizar que este Gobierno destaca por ser de los que más recursos destina a las necesidades del pueblo, lo que se supone demuestra su vocación socialista y justa.

Y aunque en términos porcentuales sea cierto que el castrismo dedica mucho a educación, salud, seguridad social, cultura y deporte —¡tanto como el 72% del gasto total!—, esto solo significa que el presupuesto cubano es tan exiguo debido a la improductividad sistémica, que el mínimo indispensable requerido para sostener los decadentes sistemas de salud y educación castrista, más las pensiones irrisorias que paga el Gobierno, pesan mucho con respecto al total presupuestado. En términos reales, Cuba no está entre los países que más dinero destina a educación, salud y seguridad social.

Por ejemplo, la Isla reserva anualmente algo más del 10% de su PIB a salud, muy cercano a lo que gasta el "neoliberal" Chile, con la diferencia de que el PIB chileno es más del triple del cubano y se reparte entre menos del doble de habitantes, con lo que toca a bastante más dinero por persona, por muy grande que sea la desigualdad en aquel país.

El Estado cubano realmente gasta muy poco en sanidad, lo que se nota en la escasez de medicamentos, en la infraestructura que se desploma junto a los índices de salud, y en que para retener a los médicos, como no les paga, les impide viajar o emigrar libremente, mucho menos les permite ejercer su profesión de manera privada.

La mano ruda del castrismo, más que dinero, le saca al pueblo libertad, oportunidades, autonomía y dignidad; por ello, la mano blanda tiene tan poco para distribuir. Lo que se vendió como la utopía de un sistema más justo y humano, se ha convertido en una pesadilla de la que muchos despiertan en manos de un coyote, en una balsa que hace aguas o, más recientemente, "quemando" el WhatsApp de algún potencial patrocinador en Estados Unidos.

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3 comentarios

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No es que de poco, es que solo da lo necesario para que la gente subsista. El estado cubano es el verdadero que capitalista que describió Marx

Profile picture for user EL BOBO DE LA YUCA

Falto decir que lo que "quita" (impuestos) el estado lo paga, a fin de cuentas, no el vendedor, sino el comprador

Profile picture for user Pedro Benitez

El Ministerio de Finanzas y Precios no tiene autoridad para mover presupuestos. El Ministerio no puede quitar a las operaciones de construcción de hoteles para depositar fondos en las escuelas y los hospitales. Entonces el país funciona con dos presupuestos: el dinero del pueblo, y los fondos intocables de los militares. Un sistema de gobierno con dos presupuestos no es un sistema socialista.