Díaz-Canel refuerza el elemento ideológico en la dirección de la economía

El discurso del castrismo durante los últimos tiempos ha insistido en que se usarán los mecanismos económicos o indirectos en la dirección de la economía, en detrimento de los métodos administrativos. Es decir, que se apelará más a la razón que al ordeno y mando.  

Sin embargo, una cosa es el discurso, y otra bien distinta la realidad. Semejante conclusión se deriva de los planteamientos en las recientes asambleas provinciales del Partido Comunista (PCC), y en especial del discurso pronunciado por el gobernante Miguel Díaz-Canel en la clausura de la reunión partidista en La Habana.

En esas citas no se habló mucho de métodos económicos, como pudiera ser el aumento de la producción en las entidades estatales para que compitan sanamente con los actores no estatales y así disminuyan los precios, sino que todo versó sobre la actuación del PCC a todos los niveles, lo que al parecer indica que la dirección de la economía se apoyará fundamentalmente en el elemento ideológico.

Tras enumerar los problemas acuciantes que afronta hoy la sociedad cubana, y que afectan con especial intensidad al ciudadano de a pie —insuficiente abasto de agua, inflación, colas interminables para adquirir artículos de primera necesidad, escasez de medios de transporte, apagones que van incrementándose—, el mandatario,  al intentar ofrecer un hilo de esperanza a los receptores de su parloteo, expresó que todas esas anomalías se enfrentarían con "valentía" mediante una estrategia político-ideológica y otra económico-social.

Para la aplicación de la primera de las estrategias, el heredero de los Castro mencionó la figura del "coordinador político en el barrio". Se trata de alguien que organizará el trabajo en los barrios desde el PCC, orientando y trazando políticas. O sea, un ente que estará por encima de otras estructuras ya existentes a nivel de base, como el Poder Popular y las administraciones de empresas y entidades.  

Y como componente protagónico de ambas estrategias estará el PCC, el cual, según el mandatario, deberá crecer, de forma tal que "se creen organizaciones de base del Partido en todos los ámbitos de nuestra sociedad". En ese contexto orientó la creación de núcleos del PCC en todas las entidades estatales y no estatales. Núcleos que deberán estar acompañados por varias de sus organizaciones apéndices, como la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y los sindicatos oficialistas.

Al referirse al sistema empresarial estatal, que no acaba de despegar a pesar de todo lo que el Gobierno presume de haber hecho para su avance, el señor Díaz-Canel esbozó las siguientes interrogantes: ¿por qué la ineficiencia,  por qué la inercia y por qué el estancamiento en algunas empresas estatales? Y también,  ¿por qué no se aplican las medidas y se hace uso de las facultades que se les han otorgado a las empresas?

Como es lógico imaginar, el benjamín del poder estima que todo se resolverá mediante el fortalecimiento del PCC, su crecimiento, así como la acción que despliegue en las estructuras del sistema empresarial.

Este papel protagónico que asume el elemento ideológico en la dirección de la economía nos hace recordar a la Cuba de 1986, cuando la etapa reformista derivada del Primer Congreso del PCC (1975), fue sustituida por la denominada "Rectificación de Errores y Tendencias Negativas". Un periodo de acentuado matiz antimercado, en el que se retomaron muchas de las nefastas tesis guevaristas de los años 60.  

Hay que recordar que a ese ciclo, comenzado en la segunda mitad de los años 80, le siguió en los 90 el "Periodo Especial en Tiempos de Paz", terrible en todos los sentidos para quienes tuvimos la desdicha de vivirlo. Y como dicen que la historia se repite, debemos prepararnos para lo que siga a la ideologización de Díaz-Canel.

Aunque, a decir verdad, ya ese hipotético futuro calamitoso lo constituye el presente que soportan los cubanos de a pie.